DIARIO EL MERCURIO
Publicado el 2017/06/17 por AGN
Publicado el 2017/06/17 por AGN
[Alberto Ordóñez Ortiz]
Gobernar es un arte. Ya lo decían los griegos. Hay que tener cuidado. Un cuidado extremo. Y les sobraba razón. En lo que concierne al país, ahora mismo las señales que envía el gobierno, se quedan en el umbral: unas son imponentes, dado su positivismo; generalmente las que le distancian del ultracorreísmo; y, otras, débiles en cuanto proyectan la sombra de lo innecesario. Aunque esté a tiempo de modificarlas. Hacemos un alto y nos concedemos una prudencial espera.
Sin embargo, eso no nos impide expresar que la Creación de la Comisión Anticorrupción por parte del Ejecutivo y el llamado a juicio político en contra del Contralor, por parte del Legislativo son extrañamente inoficiosas. Los principales Órganos Constitucionales de Control: la propia Asamblea, -en los casos que le franquea la Constitución-, la Contraloría, la Fiscalía y la Comisión de Participación Ciudadana, Órganos que están dotados de manera privativa de las potestades para auditar, procesar y contribuir a transparentar los hechos punibles. Crear un Órgano paralelo, además de que podría resultar inconstitucional, ampliaría el marco burocrático e incrementaría el gasto público en un momento en que la austeridad debe ser uno de los pilares fundamentales del gobierno.
Hay que recobrar la memoria y recordar la vieja frase que es también de origen griego: “Si quieres que un asunto se entierre, crea una comisión”. Sin olvidar que hay voces que afirman -con o sin razón- que se pretendería dilatar al máximo las indagaciones para que los implicados dispongan de suficiente tiempo para huir como ya ha ocurrido en casos patéticos como el de Pedro Delgado, Carlos Pareja y el del propio Contralor, quien, curiosamente, al momento en que podía haber sido detenido se encontraba “ausente”, gozando de una “merecida” licencia.
En lo que al juicio político planteado en su contra se refiere, hay que agilizarlo al máximo y tomar las medidas que el escandaloso caso comporta. Cualquier demora bordearía el siniestro territorio de la impunidad permisiva, además de crear una comprensible y peligrosa duda.
Cierto es que el Gobierno del presidente Moreno va imponiendo su propio, y, porque no decirlo, lúcido y hasta el momento ejemplar estilo. Para consolidarlo, creemos, que, entre varias más, debería adoptar dos decisiones claves: 1) Desmontar la estructura legal que el gobierno anterior habría instituido para garantizar la corrupción, como derogar y reformar todas las normas que atentan contra el Estado de Derecho; y, 2) Reorganizar y reordenar las principales instituciones del Estado en orden a eliminar las redes de corrupción que mantendrían intactas sus nefastas “prerrogativas”. No hay que pasar por alto que los voceros del correísmo nos quieren vender la idea de que ellos son la Caperucita Roja y que se han comido al lobo de la corrupción. Hay que lograr que regurgite al lobo feroz. Impedir que vuelva a jugar en el bosque en el que ocultaba su despótico libertinaje. Y colocarlo donde debe estar. Detrás de las rejas. Cueste lo que cueste. Porque la gran estafa cometida contra el sistema democrático, lo exige. Y, en lo posible, ya. (O)
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