jueves, 8 de junio de 2017

Ni cien días espero el ex...
La puya es hacia Moreno: en el fondo es un malagradecido que hace el juego a la oposición. Lo cierto es que la decisión de actuar frente a Odebrecht la tomó el nuevo gobierno lo que contrasta con la pasividad de las autoridades anteriores. Probablemente mucha investigación se hizo, pero no se actuó. El servil fiscal Chiriboga abandonó el barco con un mes de anticipación escabullendo el bulto. En esta circunstancia es Moreno el que hace historia.
07 de junio del 2017
POR: Carlos Arcos Cabrera
Escritor
La dura realidad es que el régimen liderado por el articulista persiguió y denigró a los denun-ciantes. Los honorables miembros de la Comisión Antico-rrupción fueron enjui-ciados por el Contralor y senten-ciados".
El ex no le concedió a Lenin Moreno ni los cien días que todo el mundo otorga —incluida la oposición— a quien inicia un gobierno y más aún a quien, de acuerdo a sus palabras, le dejó «la mesa servida» para degustar platillos incomibles acompañado de comensales impresentables.
El ex arroja puyas contra Moreno en un artículo que el diario oficial del correísmo, El Telégrafo (6/06/2017) publicó en primera página. Del desangelado texto sorprende una confesión: se siente molesto y ofendido «por la falta de mención (de las investigaciones realizadas bajo su gobierno) haciéndole el juego a la oposición sobre que se quiso ocultar algo». El ego del ex, escarnece. Ofensor en cada sábado (más de quinientos) se siente ofendido.
La puya es hacia Moreno: en el fondo es un malagradecido que hace el juego a la oposición. Lo cierto es que la decisión de actuar frente a Odebrecht la tomó el nuevo gobierno lo que contrasta con la pasividad de las autoridades anteriores. Probablemente mucha investigación se hizo, pero no se actuó. El servil fiscal Chiriboga abandonó el barco con un mes de anticipación escabullendo el bulto. En esta circunstancia es Moreno el que hace historia.
Lo que sí hizo el ex en los últimos días de la larga década fue indultar a uno de los condenados en el caso Duzac, defender a un ex ministro acusado de haber recibido dinero de la firma brasileña, firmar innumerables decretos y enviar a la Asamblea por los menos dos proyectos de ley sin la menor consideración hacia el nuevo presidente.
El articulista construye la historia a su medida. No le queda otra. Sin embargo hagamos algo de memoria: el perseguido Fernando Villavicencio denunció hace mucho el lleve de la refinería. Andrés Páez en el 2015, en carta que le envió, dio suficiente información sobre el tío de Glas conocido como el Number One. No fueron los únicos en hacerlo. La Comisión Anticorrupción lo hizo, así como diarios y publicaciones independientes. El feriado petrolero libro en que Villavicencio sintetizó sus denuncias es la mejor evaluación de la política petrolera del gobierno que en su momento presidió el articulista y la más documentada denuncia sobre la corrupción en un sector cuyo responsable político era Jorge Glas. El olor putrefacto asfixiaba al reino y el único que no olía era el rey.
La dura realidad es que el régimen liderado por el articulista persiguió y denigró a los denunciantes. Los honorables miembros de la Comisión Anticorrupción fueron enjuiciados por el Contralor y sentenciados. Villavicencio debió exiliarse en Perú.
 Hacer el juego a la oposición no es la única puya que el ex lanza contra Moreno. Afirma: «Lo que sí sorprende es que se nombre oficialmente "Comisiones ad hoc" y más aún, se pida "ayuda" a organismos internacionales, claudicando en lo avanzado […] en cuanto a institucionalidad y soberanía se refiere». Eso yo no es puya, es lanzazo al centro del pecho. En un país en que los jueces reciben órdenes para dictar sentencia, en que su Contralor termina involucrado en el caso Odebrecht, en que toda señal de autonomía de las funciones del Estado ha sido borrada, ¿podemos hablar de una institucionalidad que no sea la que nace de la voluntad omnímoda del que fue presidente? Lo mínimo que se esperaría es que existiese algo de independencia para investigar la corrupción, más aún si esta está arraigada en el centro mismo del poder. Si bien la Comisión Ad hoc es una alternativa limitada, la iniciativa tiene el valor de una promesa: restituir algo de ética al manejo de los asuntos públicos y que en algún momento el país sepa quién es quién en el ranking de corruptos y se los sancione. Por cierto que es probable que me equivoque y que finalmente nada suceda: el poder del ex sigue siendo muy grande.
No está de más que Moreno procure apoyo de Naciones Unidas. Dice mucho del agresivo carcinoma que corroe al Estado. En este contexto la decisión no debería sorprender a nadie menos aún al ofendido articulista y ex presidente. Oponerse a una asistencia técnica de Naciones Unidas en nombre de la soberanía es un despropósito.
 Cuando el ex era académico y luego, en sus primeros años de gobierno, defendía la tesis de la deuda ilegítima e inmoral y su pronunciamiento alentó a muchos a oponerse al endeudamiento no sólo aquí sino en el ya no tan vasto orbe. Al final de su década —a pesar de los malabares y del maquillaje contable del Ministerio de Finanzas y del Banco Central—, el país tiene niveles de endeudamiento en condiciones que comprometen su futuro. ¡Deuda inmoral! Hay algo más. En nombre de la soberanía, del antiimperialismo y de la lucha contra larga noche neoliberal se ha entregado el país a empresas Chinas. Soberanía estilo pato lacado a la pekinesa.
Aunque es improbable, hago votos para que algún día se sepa de las coimas que generosamente las empresas chinas deben haber repartido entre funcionarios públicos. Entonces lo de Odebrecht será el cuento de Caperucita roja. FUENTE PLAN V

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