DIARIO EL UNIVERSO
Felipe Burbano de Lara
Lenín Moreno cometió un penoso error político, seguramente obligado por las circunstancias, al haber permitido que circulara por las redes sociales aquella fotografía en la que aparece junto con Rafael Correa y sus más íntimos e incondicionales secuaces. Las risotadas de todos menos de Moreno –como hacía notar ayer en esta misma página Simón Pachano– lanzan un mensaje inequívoco al país: el poder no se ha desplazado un milímetro de quienes lo concentraron en los últimos diez años. Una estructura de poder en la sombra sentó a Moreno en el banquillo de los acusados, dio un manotazo sobre la mesa y puso las cosas de nuevo en su lugar. Y lo han mostrado con gran desparpajo a la opinión pública, para que a nadie le quede alguna duda.
Lenín Moreno cometió un penoso error político, seguramente obligado por las circunstancias, al haber permitido que circulara por las redes sociales aquella fotografía en la que aparece junto con Rafael Correa y sus más íntimos e incondicionales secuaces. Las risotadas de todos menos de Moreno –como hacía notar ayer en esta misma página Simón Pachano– lanzan un mensaje inequívoco al país: el poder no se ha desplazado un milímetro de quienes lo concentraron en los últimos diez años. Una estructura de poder en la sombra sentó a Moreno en el banquillo de los acusados, dio un manotazo sobre la mesa y puso las cosas de nuevo en su lugar. Y lo han mostrado con gran desparpajo a la opinión pública, para que a nadie le quede alguna duda.
Si es un tremendo error político, se debe a que la pregunta inevitable que levanta la fotografía es ¿quién gobierna el Ecuador? Lejos de transmitir la unidad del movimiento Alianza PAIS, muestra la sujeción y dominación sobre Moreno. Un mensaje penoso y muy temprano de claudicación que deja al Gobierno colgado frente a todas las intenciones de renovación política expuestas en el discurso a la nación de hace menos de un mes. Un mensaje penoso para recordarle al Ecuador, a toda esa mitad de electores que votaron por una renovación política y a la que Moreno ofreció cambios, dónde sigue el poder.
Si la lectura de la fotografía es correcta, entonces estamos ante la dificultad de un relevo de liderazgo en Alianza PAIS y ante la imposibilidad de Moreno para gobernar. Moreno no es nadie sin el movimiento –como lo muestran cada vez con mayor claridad los nombramientos políticos que hace– y el movimiento sigue siendo la expresión del poder de Correa. Si habíamos especulado con que la Revolución Ciudadana no sería nada sin Correa, ahora deberíamos decir que será la expresión distorsionada y decadente de un poder operando tras bambalinas empeñado en el inmovilismo nacional.
El manotazo sobre la mesa que llevó a la reunión y a la fotografía buscaba enderezar rápidamente los devaneos de Moreno. Los llamados de atención de Correa habían venido un día antes a través de largos tuits y de un extenso artículo publicado en El Telégrafo (dicho de paso, Correa cree que los medios privados, a los que critica tanto, abusan del poder como él lo hace a través de El Telégrafo. Acusa de inmoralidad a los medios privados para tapar la suya con El Telégrafo, al que utiliza como si fuese su periódico para defender sus verdades). El manotazo vino con una lista de exigencias: lealtad, presentar la lucha contra la corrupción como obra de su gobierno –¡tamaño descaro!–, tener a Alianza PAIS de su lado, defender la imagen de Jorge Glas y volver sobre el viejo discurso del golpe blando para estigmatizar a la oposición.
Si Moreno tomó la iniciativa en los primeros días, el manotazo de Correa sirvió para poner de nuevo todo en su lugar. En menos de un mes, el gobierno de Moreno se muestra maniatado, tomado por lo peor del correísmo como es Glas, el hombre de los grandes escándalos. El gobierno de Moreno se apaga rápidamente, pierde orientación, claudica, y se deja llevar por la inercia del poder, que es como decir la inercia decadente del correísmo. Un Moreno con poca capacidad de acción, con retoques superficiales de estilo, con iniciativas muertas, brota de esa penosa imagen.
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