martes, 27 de junio de 2017

Carlos Pólit



Felipe Burbano de Lara
Todas las maniobras alrededor del excontralor Carlos Pólit parecen ocultar un sucio juego político en torno a la corrupción relacionada no solo al caso Odebrecht sino a toda la gestión pública de la Revolución Ciudadana. El abogado defensor de Pólit, Jorge Acosta, sostiene que al excontralor se lo quiere tener fuera del país y por eso existe una orden de prisión preventiva en su contra. “A quién le gusta entregarse”, se pregunta Acosta para justificar la decisión de su defendido de permanecer en Miami. El abogado insinúa algo que muchos ciudadanos sospechamos: Pólit es un personaje peligroso para la Revolución Ciudadana. Si hablara, cuántas redes y tramas de corrupción alrededor de la gestión pública seguramente se destaparían. Si recordamos un poco, esas tramas ya fueron sugeridas por Capaya, otro delincuente fugado del país, quien en uno de esos cortos videos lanzados durante la campaña electoral, denunció que Pólit había recibido maletas llenas de dinero.
Todo el aparato de Alianza PAIS, con el presidente de la Asamblea Nacional a la cabeza, montó rápidamente una tramoya para anunciar con solemnidad, bombos y platillos, para que a nadie le quedase duda de su compromiso de lucha contra la corrupción, un juicio político para destituirlo. Lo hicieron como reacción a las acusaciones penales de concusión formuladas por la Fiscalía al excontralor. En lenguaje sencillo, se lo acusa de usar su autoridad pública para otorgar favores a cambio de algo. Con el juicio político, Alianza PAIS quería curarse en sano frente al peligroso Pólit.
Si hay un juego político detrás, se debe, como insinúa Acosta, a que la Revolución Ciudadana hace todos los esfuerzos para tener lejos a Pólit y transformarlo en un sujeto descalificado, como hicieron justamente con Capaya. Un delincuente prófugo no tiene calidad moral para que sus palabras sean tomadas seriamente. De esa manera, se cumple el objetivo de callarlo, aún si decidiera hablar.
Tanto la insinuación de Acosta como el proceder rápido, expedito, de Alianza PAIS, solo ratifican el tamaño de pez que representa Pólit. Preocupados como estamos con la inaudita defensa que el movimiento de gobierno hace de Jorge Glas, sin que el presidente Moreno diga una sola palabra al respecto, el caso Pólit ha pasado, en cierto sentido, a un segundo plano. Pero Pólit es un escándalo mayúsculo, gigantesco, espeluznante: el país se enteró de que quien estuvo al frente de la Contraloría durante diez años, todo el período de la Revolución Ciudadana, y que debía permanecer en ese mismo cargo otros cinco años gracias al apoyo del aparato correísta, era un funcionario con serias sospechas de corrupción. Todos los aliancistas guardan un silencio inaceptable, inmoral, a la hora de tratar el caso Pólit. Voltean a ver a otro lado, cuando se trata de un funcionario que contó con todo el apoyo político del anterior Ejecutivo. La revolución lo convirtió, a través de sus concursos de méritos, en el contralor impecable, con 100 puntos sobre 100.
Si la Asamblea quisiera hacer algo en serio debiera abrir una comisión que recoja todas las denuncias sobre el manejo de las contrataciones públicas. Pero no, sueño de perros. Dejarán que Pólit sea otro acusado de corrupción que arma sus maletas y se refugia a tiempo para disfrutar de un exilio dorado. Y el impecable aparato correísta mirando siempre a otro lado. Repugnan las tramas políticas para tapar la corrupción.

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