Publicado el 2017/06/10 por AGN
DIARIO EL MERCURIO
[Alberto Ordóñez Ortiz]
No es una perogrullada más. Pero hay que decirlo. Y, con énfasis: Gobernar, un país, no es asunto fácil. Por el contrario, es harto difícil. Y, más, todavía, si como en el caso del actual gobierno son abismales las complejidades a resolver. La alerta roja es de tal magnitud que podría provocar -Dios no lo quiera- su destabilización. Las primeras dificultades provienen del estado en que se recibe el país, como de las distintas crisis que se heredan, -graves por cierto-, sin que este evento excluya de la obligación de gobernar en los mejores términos, por la sencilla razón de que si se aceptó la postulación es porque se asumió el monumental desafío.
No hay para excusas. Ni pretextos. Comenzar por ser ante todo realistas. Es decir, partir de evidencias que permitan adentrarse en los más profundos entresijos de la cosa pública y, desenredar, -vía solución-, sus parajes más oscuros. Terriblemente oscuros al momento. Cualquier demora podría desembocar en complicidad o encubrimiento.
No hay para excusas. Ni pretextos. Comenzar por ser ante todo realistas. Es decir, partir de evidencias que permitan adentrarse en los más profundos entresijos de la cosa pública y, desenredar, -vía solución-, sus parajes más oscuros. Terriblemente oscuros al momento. Cualquier demora podría desembocar en complicidad o encubrimiento.
En esas circunstancias, el primer mandamiento del Presidente debería concretarse en alcanzar y consolidar un liderazgo moral que unifique al país en su torno. Liderazgo que se vuelve exigencia inexcusable en un momento en que como en ninguna otra época la descomposición moral inunda todas o casi todas las instituciones y, marca con fuego, principalmente a los funcionarios de alto rango.
La agenda de actividades a implementarse, abarca, desde luego, un ámbito mucho más amplio y profundo. Frente a los temas inaplazables nos permitimos sugerir el siguiente decálogo de prioridades: 1) La conformación de un Gobierno de Concertación Nacional, como elemento integrador de la nación; 2) La convocatoria a una Asamblea Constituyente para que reforme la Constitución, la adecúe a la realidad nacional y mantenga la dolarización; 3) Solicitar a la Fiscalía que prohíba la salida del país de los implicados en el caso Odebrecht y dictar la prohibición que impida que enajenen sus bienes, así como la publicación de la respectiva lista; 4) La inmediata reorganización del Consejo Nacional Electoral, integrándolo con los representantes de los principales fuerzas políticas; 5) El indulto de todos los presos o acusados políticos; 6) La derogatoria de la inconstitucional ley que creó las denominadas fuerzas especiales; 7) El restablecimiento integral de la libertad de expresión mediante la eliminación o reestructuración de la Secom; 8) La reorganización de la Corte Constitucional y de la Función Judicial, seleccionando a los juristas más probos, sabios e íntegros; 9) Proceder al remate -como lo ordena la ley- de los canales públicos embargados por el feriado bancario y devolver los respectivos valores a los perjudicados; y, 10) Promover y garantizar la independencia y el respeto entre las distintas funciones del Estado y disponer una auditoría integral de las mismas practicada con premura por los Órganos de Control. En suma lograr que el país renazca sobre una base moral e institucional insobornable, repleta de ejecuciones que nos devuelvan el orgullo de ser ecuatorianos. He allí el desafío. Y la ineludible obligación. (O)
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