domingo, 8 de octubre de 2017

La muerte de reelección indefinida en manos de quienes la parieron

  en La Info  por 
Lenín Moreno ha encargado, por decreto, a la vicepresidenta encargada María Alejandra Vicuña el “seguimiento a la consulta popular”, en la que se preguntará a la sociedad si está de acuerdo o no con que se mantenga la reelección indefinida aprobada por la Asamblea en una enmienda en 2015. Es decir, la Vicepresidenta será la encargada de desplegar el trabajo político necesario para que triunfe la tesis de echar abajo aquella enmienda constitucional. Para ello, Moreno en su decreto ha dicho que Vicuña deberá coordinar ese trabajo con Miguel Carvajal, secretario político del gobierno.
Se trata, sin embargo, de un encargo muy particular, sobre todo para Vicuña. Mientras Moreno sostiene, por lo menos ahora que es Presidente, que la reelección indefinida es una aberración política, Vicuña defiende tanto esa figura que alguna vez llegó a sostener que ese es el camino más idóneo para conseguir el fin último de la revolución ciudadana: el buen vivir.
Vicuña antes y durante la aprobación de la reelección indefinida fue una de sus grandes defensoras. No solo eso, Vicuña fue clave en el proceso de introducción del tema en la conversación nacional a través de presentaciones suyas en medios de comunicación y de mensajes en redes sociales.  En junio del 2014, por ejemplo, poco después de que el presidente Correa introdujo el tema en una sabatina, afirmando que la reelección indefinida se hacía más necesaria luego de las elecciones seccionales (Alianza País perdió plazas importantes como Quito), Vicuña apareció en una entrevista en CN Plus en la que sostuvo que era necesario establecer la reelección indefinida para cumplir con el precepto constitucional del Buen Vivir. Y como esa intervención hubo varias.  En Ecuavisa, por ejemplo, dijo que suscribía palabra por palabra unas declaraciones de Correa en las que decía que era indispensable aprobar la reelección indefinida para detener la restauración conservadora. Las conquistas históricas e inéditas, con Correa a la cabeza, hacen pensar en la tesis según la cual el soberano premia o castiga a sus mandantes, dijo en ese entonces la actual Vicepresidenta. En redes sociales su activismo a favor de la reelección fue intenso y militante.
¿Cómo resolverá el conflicto con su pasado la Vicepresidenta encargada? ¿Cómo trazará estrategias con la Secretaría de la Política para que gane la tesis de su jefe Moreno de echar abajo lo que tanto adoró? ¿Que legitimidad tiene con su pasado a cuestas para convencer a los actores políticos a apoyar la iniciativa de Moreno?
Por lo que ha dicho hasta ahora, se observa que Vicuña piensa que no hay conflicto que resolver. A su llegada a Guayaquil, luego de haber sido designada como Vicepresidenta encargada, dijo que sigue siendo partidaria de lo que diga el pueblo en las urnas, aunque se negó a responder la pregunta sobre si ha cambiado de opinión o no sobre el tema. Su padre, Leonardo Vicuña, también ha negado que exista conflicto porque, según él, no es necesario que su hija cambie de opinión. “Quien dice que está en contra de la reelección indefinida es un problema de conciencia, cada uno decide”, dijo. Su padre es fundamental en la vida y en la carrera política de la Vicepresidenta: es el director del movimiento Alianza Boliviariana Alfarista, donde su hija es la número dos.
El caso Miguel Carvajal parece ser muy distinto al de Vicuña quien tendrá que trabajar con él en el tema de consulta. A diferencia, de Vicuña, Carvajal es un arrepentido de la reelección indefinida. Él hizo su acto de contricción y arrepentimiento, con lo que parece haber quedado habilitado para la tarea de cerrarle el paso a Correa en sus afanes de seguir en el poder. “Me parece que  fue un error haber aprobado esta enmienda”, dijo según El Telégrafo. “De alguna manera sucumbí a la disciplina partidista”.
Carvajal y Vicuña comparten otro antecedente que suena contradictorio con lo que tendrán que hacer ahora que están en el gobierno de Lenín Moreno. Ambos, en el 2014 y en el 2015, defendieron a capa y espada que las enmiendas que introdujeron la figura de la reelección indefinida se apruebe en la Asamblea y no con una consulta popular como se va a hacer ahora según la fórmula de Moreno. “Que algún grupo de personas aspire que el tema sea resuelto vía consulta popular está en su legítimo derecho de pronunciarse de esa manera, pero la norma constitucional establece los caminos: la enmienda y la consulta popular y eso es lo que deberá definir la Corte Constitucional; y, cualquier resolución que tome debe ser acatada”, dijo en octubre del 2014 Carvajal a la agencia Andes. Ahora parece que tiene otra idea sobre la forma idónea de introducir cambios en la Constitución.
En ese entonces, el único legislador de Alianza País que no quiso votar por las enmiendas fue Fernando Bustamante, que más tarde fue suspendido por seis meses del movimiento Alianza País. Las 15 enmiendas fueron aprobadas por La Asamblea con 100 votos afirmativos, ocho negativos y la abstención de Fernando Bustamante. Cerca de las 17:30 y tras 10 horas de análisis, el Pleno aprobó el cambio en los incisos de temas que involucran a Fuerzas Armadas, comunicación pública, Contraloría, Gobiernos Autónomos y obreros públicos. Además de la reelección presidencial indefinida -vigente en Venezuela y Nicaragua- a partir de las elecciones de 2021,que excluyen a Rafael Correa de los comicios de 2017.
Lenín Moreno no solo trabajará en su cometido de echar abajo la reelección indefinida con dos personas que votaron a favor de ella: Carvajal y Vicuña, sino además con todo un sector de Alianza País que ahora está con él pero que en el 2014-2015 defendieron con vehemencia esa tesis del correísmo más recalcitrante. Y más allá de esto, queda en el ambiente el clima de desconfianza que suscitan figuras como la de la Vicepresidenta que hace campaña por una tesis o por la contraria sin empacho alguno.
El nombramiento de Vicuña puede tener muchas explicaciones. Habrá quiénes digan que se trata de una forma de ganarse sectores del correísmo ultra para neutralizarlos durante la campaña por el Sí. Pero lo único claro es que el mensaje que deja el nombramiento es inquietante. ¿Cómo hacer campaña por una tesis con alguien, como Vicuña, que ha defendido con ardor lo contrario?

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