lunes, 30 de octubre de 2017

150 AÑOS DE FULGOR



Manuel Vallejo Ch.
Publicado en la Revista El Observador (octubre de 2017)
Siglo y medio ha transcurrido desde la fundación de la hoy Universidad de Cuenca, constituida inicialmente como Corporación Universitaria del Azuay, mediante decreto legislativo del 15 de octubre de 1867, bajo la presidencia de Jerónimo Carrión y Palacio; inaugurando sus actividades el Dr. Benigno Malo Valdivieso, profesor y primer rector el 1 de enero de 1868, con las facultades de medicina, jurisprudencia, filosofía y literatura; así como, de teología.
El talante progresista de Benigno Malo, respaldado por su conocimiento y práctica social y política, como por su visión histórica vanguardista del Ecuador moderno, fue seguramente lo que permitió ver cumplida una aspiración planteada en 1856 como salida a la centralización imperante en la República, defendida por notables seres humanos de la época como Luis Cordero, quien en funciones como diputado por el Azuay ante el Congreso de 1867, facilitó la aprobación definitiva del decreto de creación de la Universidad.
Treinta y cinco valiosos ciudadanos de esta comarca, han regentado hasta la fecha los destinos de esta prestigiosa Universidad que ha brillado con luz propia, siendo la administración del Dr. Carlos Cueva Tamariz la más extensa, pues estuvo al frente de su gestión 26 años (944-1964 y 1971- 1977).
La educación en todos sus niveles como motor de la movilidad social, del ascenso de las capas medias profesionales, del artesano capacitado de manera actualizada, la importancia de la educación femenina, la denuncia a la práctica discriminatorio de la política masculina, la enseñanza de las ciencias aplicadas para el desarrollo de la tecnología que impulsen a la creación de la riqueza pública, el rechazo al monopolio educativo nacional, su concepto de Universidad como foco civilizatorio de la humanidad; fueron una constante de Benigno Malo, principios que han sido honrados por la planta docente, administrativa y alumnos (as) a lo largo de su historia, que le han dado gloria a la prestigiosa Universidad de Cuenca.
Prestigio, que probablemente en algunas etapas de su historia se vio opacado por el proceder de algunos “personajes” egoístas, como el de la usual actitud de un docente de la Facultad de Jurisprudencia, que por el incumplimiento de su deber, mereció una acusación planteada por el valiente Director de esta revista “EL OBSERVADOR”, Jaime Cedillo Feijóo, periodista formado en la meritoria Universidad de Cuenca con valores éticos, quien como muchos periodistas NO “hacen de la pluma una cuchara” (Juan Montalvo); y, denunció en enero del 2017 al señor Rector Pablo Vanegas, lo que consideró constituye una falta muy grave evidenciada en el detalle de Registro de Asistencia del Dr. Caupolicán Ochoa Neira, detalle proporcionado por el propio señor rector Pablo Vanegas, mediante oficio N° UC-RC-2016-1373-O de fecha 20 de diciembre de 2016; en el cual, se devela de manera escandalosa las continuas faltas de asistencia y atrasos del mencionado docente, a cumplir con las asignaturas a él encomendadas, en perjuicio de los (as) estudiantes de dicha facultad, y del prestigio de la Universidad.
La falta grave cometida por el denunciado, cuya sanción disciplinaria por orden de gravedad, según el art. 43 literal e) de la Ley Orgánica de Servicio Público (LOSEP) es sancionada con Destitución; y, conforme también así lo establece el art. 48 de la referida ley, respecto de las causales de destitución, que en el literal b) dice: “Abandono injustificado del trabajo por tres o más días laborables consecutivos”; logró por parte de la mayoría del Consejo Universitario, acogiendo el informe de la Comisión Especial designada por el Consejo Universitario para investigar la denuncia, la sanción de una simple amonestación escrita, al calificar como leves las faltas cometidas por el Dr. Caupolicán Ochoa Neira. Sin embargo, el Consejo Universitario consideró, además, que al encontrarse indicios de deshonestidad académica o fraude, tipificado y sancionado en el art. 119 literal f) del estatuto de la Universidad de Cuenca, de incumplimiento en sus actividades académicas, resolvió instaurar de oficio un proceso investigativo (resolución N° UC-CU-RES-140-2017), para lo cual se conformó una Comisión Especial; así como, una Supra comisión, que hasta la presente fecha no se ha pronunciado.
Otro hecho bochornoso reciente, si bien fue reglamentario no fue justo, es el acontecido con motivo de la designación de decano de la Facultad de Arquitectura, en el cual el Rector de la Universidad Pablo Vanegas, defraudando su compromiso de campaña para el rectorado, de respetar la democracia, nombró como Decano al segundo de la terna remitida por los docentes de esa facultad, en perjuicio de la Arq. María Augusta Hermida Palacios, quien con amplia mayoría lideraba dicha terna, privándola de ser la primera mujer en ostentar esta dignidad con sobra de méritos, lo que generó el rechazo de docentes y estudiantes que se tomaron la facultad en actitud de protesta; provocando además, la violación de la autonomía universitaria, por la penetración de la fuerza pública en los predios universitarios.
Sobre los dos hechos descritos, cabe una reflexión planteada por el filósofo griego Platón, quien dijo: “La peor forma de injusticia es la justicia simulada”. Si bien estos actos son deplorables, no desacreditan la importante trayectoria de la Universidad de Cuenca; más bien, llaman a la reflexión para emular acciones dignas de ser reproducidas, como la del Dr. Honorato Vásquez, ex rector de la Universidad, quien comprendiendo sus derechos y aspiraciones le permitió a Matilde Hidalgo de Procel, su ingreso a la Facultad de medicina de esta Universidad, que germinó como un espacio para que las nuevas clases sociales, media y baja, demuestren sus reales capacidades de pensamiento y acción democrática.
Queda mucho por decir sobre la admirable trayectoria de la Universidad de Cuenca; por lo que, apreciando la misma, para concluir saludo a esta gloriosa Universidad, compartiendo el pensamiento de mi recordado y amado padre Jaime Vallejo Erraez, quien en el ensayo de su autoría titulado “Laureles y lágrimas” (1957), escrito en memoria de su llorado progenitor, Luciano Vallejo Álvarez (nacidos en el Cantón Girón) y en homenaje al IV Centenario de Fundación de Cuenca, escribió: “Noble ciudad, que, como a mí, abriste tu puerta hospitalaria al autor de mis días, y le diste una adolescencia nutrida en las sabias enseñanzas de tus formadores de la mente y del corazón, y le diste una virilidad asimismo sustentada por la sabiduría de los catedráticos de tu Universidad luminosa, y le enseñaste la senda del saber jurídico, en que se lucha por el reinado augusto de la Ley, y luego de diste honra y sitiales en que él pudo servir a su provincia y a su Patria”.

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