domingo, 22 de octubre de 2017

Maestros del abuso



Publicado el 20 octubre, 201719 octubre, 2017 por BLL
[Bridget Gibbs Andrade]
CON SABOR A MORALEJA
Nos estamos acercando a la celebración de Halloween, día en que las brujas desempolvan sus escobas y salen a darse una vuelta -me temo que veremos a varias asambleístas (no a las histéricas, sí a las “juiciosas”) surcar el cielo esa noche-; en que los disfraces más feos y terroríficos hacen su agosto -así estemos en Octubre- y, el día en que las películas y cuentos de terror no dejan dormir al más impávido o sangre fría… Y así, con la sangre helada, nos encontramos los que repudiamos y condenamos los abusos sexuales que se han conocido en el país, más aún cuando menores de edad han sido el blanco de estas agresiones sin nombre.
De acuerdo al Ministerio de Educación desde el 2014 hasta el 2017, se registraron 882 denuncias de violencia en contra de niños. Un estimado de 24 niños abusados cada mes ya sea este abuso sexual, bullying o acoso. ¡Demasiadas denuncias para tres años! ¡Insisto, demasiadas! La mayoría de ellas olvidadas y cobijadas bajo el silencio cómplice de las autoridades de esos centros educativos. En el colegio Mushuc Pacari en Calderón, recién se conocen 84 víctimas más. No olvidemos el caso de Victoria y el Principito en el colegio La Condamine, cuando la esposa del dueño del ático estuvo a favor del acosador y el abogado particular de su esposo defendió al violador. Este incidente fue una pequeña muestra de la moral y ética que reinan en nuestro país, sumadas a la transparencia de una justicia incorruptible. En el caso del colegio réplica Aguirre Abad, el ministro Falconí manifestó que la rectora tenía la potestad de judicializar el tema, cuando en realidad tenía el deber de denunciar.
Transcribo parte del Libro Segundo del COIP, Art. 422 Deber de Denunciar.- “Deberán denunciar quienes están obligados a hacerlo por expreso mandato de la ley en especial: 3. Los directores educadores u otras personas responsables de instituciones educativas por presuntos delitos cometidos en dichos centros.”
¿Cómo es posible que en varias instituciones se haya dado prioridad al encubrimiento y protección de estos “maestros del abuso” a sabiendas que ultrajaban a sus alumnos? ¿Los rectores de esos colegios y escuelas no tienen un dedo de frente para detenerse a pensar que eso podría pasar con alguno de sus familiares más pequeños? ¿No lo pensaron? Estoy segura que de ahora en adelante sí lo harán, porque una consciencia como la de ellos, no deja ni vivir, ni dormir en paz…
Hablemos con nuestros niños sobre sexualidad; a diferenciar el afecto familiar del que pueda ofrecerles un particular; que sepan que nadie tiene derecho a tocar sus cuerpos, y en un futuro, no se dejen intimidar… (O)

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