El plan económico de Moreno es santamente electoral
Como el Presidente es poco ducho en economía, hace política. El plan económico que presentó da la medida del momento que vive su gobierno: un período de guerra en el cual debe probar a los suyos que es un revolucionario, la incertidumbre que genera no tener una mayoría en el Asamblea, la necesidad de forjar una base política, el imponderable de ganar una consulta popular… Se suma todo esto y resulta un paquete de medidas descosidas, segmentadas, parciales, imprecisas… Eso que se oyó anoche (11 de octubre). Todo, menos el plan económico global y coherente que requiere el país.
Moreno sabe que la economía no da espera. Por eso, presionado por los indicadores, decidió anunciar estos incentivos para dinamizar el sector privado. Se esperaba un plan estructural e integral susceptible de convertir al sector privado en el nuevo motor de la economía; papel que jugó el sector público, gracias al precio de los commodities, durante buena parte del correísmo. Pero para ello, Lenín Moreno no solo requiere capital político sino un gran equipo económico, capacidad de maniobra política y mayoría segura en la Asamblea.
Moreno ha ido rápido pero no cuenta todavía con esos ases en la mano. En los hechos, necesita la Asamblea incluso para concretar el plan que anunció: para eliminar el anticipo del Impuesto a la Renta a las empresas cuyas ventas no alcancen $300 000 al año, repatriar capitales y exonerarlos del Impuesto a la Renta durante cinco años, eliminar el impuesto a las tierras rurales… En ese contexto, en el cual necesita de los votos de buena parte de la bancada oficialista, se explica que suba el impuesto a la Renta para las grandes sociedades al 25%, anuncie que a aquellos que ganan más de $3 000 se les aplicará el Impuesto a la Renta al décimo tercer salario a partir de 2018 o que fijará aranceles que protejan la industria nacional.
Son medidas que permiten dialogar con esa militancia que apenas oye economía, reclaman “medidas redistributivas” y “protección de lo nuestro”. Si se agrega que se mantiene el Impuesto a la Salida de Divisas, se comprende la movida política hecha en un momento políticamente sensible para el gobierno. La apertura que hace hacia las empresas pequeñas y medianas –contraindicado cuando se trata de crear una dinámica económica global– responde (otra vez) al famoso espíritu de Montecristi que el presidente se esfuerza en resucitar. Políticamente esto se puede leer como un guiño de ojo en dirección de los empresarios pequeños y medianos. En ese campo hubo algunas concesiones tributarias: no pagar el Impuesto a la Renta por los primeros 11 mil dólares de utilidad. O no pagar el Impuesto a la Renta durante los dos primeros años, luego de creada una empresa.
Moreno no solo pensó en las bases correístas: este plan fue concebido para dejar sin piso a Correa que, apenas se granjeó espacio en el ático belga, afirmó que su sucesor preparaba un paquetazo económico. Desde el inicio de su mensaje, Moreno afirmó que no habrá incremento de los precios de la gasolina, el gas, el diesel, la electricidad y el IVA. Y que ninguna medida afecta a los pobres.
El problema de Moreno es que la política y la economía raramente coinciden. Y esto se nota en su plan económico. Moreno no cifró los resultados esperados. Y cuando lo hizo, no dijo cómo piensa volverlos realidad. Por ejemplo, reducir el déficit fiscal de 4,7% del PIB a 1% en 2020. No dijo de qué tamaño es el cinturón que aplicará a la administración obesa que recibió. No anunció un plan concreto para crear empleo dando la impresión de tener apenas dos expectativas en este campo: la eliminación de la Ley de Plusvalía que someterá al pueblo como parte de la consulta popular. Y la lucha contra la evasión de impuestos y el contrabando, de las cuales no dio mayores detalles. Nada dijo tampoco sobre los nuevos tipos de contratos laborales. Y en una línea dijo que su gobierno eliminará la tramitología que entorpezca la producción. Como si fuera tan fácil y tan rápido. François Mitterrand en su primer gobierno creó un ministerio que, durante un año, se dedicó a eliminar la tramitología…
El plan económico de Moreno es una carta de navegación para paliar peligros en un momento político sensible. Moreno sigue privilegiando la política porque requiere legitimidad (la piensa obtener en la consulta) y fuerza política en la Asamblea (donde necesita a la oposición) para ejecutar incluso las pocas medidas concretas que anunció. La economía es hoy en Ecuador más política que nunca.
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