A Correa le importa un carajo el éxito de las elecciones
Esta vez la idea central no era hacer campaña electoral aunque sí se la hizo y mucho. Esta vez el objetivo de la sabatina fue algo que, a más de ilegal como hacer campaña, resulta perverso e irresponsable: tratar de posicionar, en la opinión pública, la idea de que el 2 abril la oposición no aceptará una derrota electoral y que alegará que el gobierno hizo fraude.
En otras palabras, el presidente Rafael Correa dejó en claro con su enlace 514 desde La Unión en Esmeraldas que su objetivo es convencer a la gente que ya se sabe que Lenín Moreno va a ganar el 2 de abril y que, cualquier denuncia de fraude que se presente en contra, es una estrategia de la oposición para desconocer la derrota. Así, si en efecto la oposición sostiene que hubo fraude, quedaría neutralizada antes de que se produzca. Así de sencillo.
¿Tiene Correa alguna evidencia para afirmar tan paladinamente que la oposición no va a aceptar la derrota y que Lenín Moreno va a ganar? Según Correa, la prueba irrefutable de este siniestro plan es la encuesta de Cedatos que pone a Lasso con cuatro puntos por encima de Moreno. Claro, en la lógica del Presidente, una encuesta que no pone a su candidato como ganador debe ser falsa y es prueba suficiente para sostener que la oposición quiere, desde ahora, convencer a la opinión que Lasso va a ganar. Así la denuncia de fraude tendrá credibilidad. “Hay que estar preparados porque ya están alistando -esto en comunicación se llama el encuadre- para otro fraude porque saben los resultados que van a tener el próximo 2 de abril” dijo Correa. Y agregó: “la encuestadora Cedatos es una de las principales cómplices para el presunto fraude. Cedatos hace dos resultados, el verdadero y el que publica. Sacó que Lasso está ganando con uno o dos puntos, si eso saca tienen que bajarle 10 puntos a Lasso y aumentarnos 10 puntos a nosotros y ahí tendrán el resultado verdadero”.
Según el Presidente, la oposición no va a aceptar el triunfo de Moreno y tiene listo todo un plan para desconocerla. “La oposición está preparando el encuadre para no aceptar los próximos resultados, tal como lo hicieron el pasado 19 de febrero, para amortiguar la derrota se inventaron esto del fraude. La oposición no ha presentado ningún informe oficial ni pruebas de fraude al CNE. No se presentó una sola denuncia de fraude, ya que no tienen ninguna prueba”.
Correa con su afirmación podría provocar una inseguridad colectiva alrededor del proceso electoral y eso, a su vez, podría desencadenar reacciones impredecibles. Incluso circunstancias en las que el proceso se vuelva vulnerable. Como Presidente, Correa está obligado a dar seguridades y a procurar que cualquier duda sea solventada, pero no es de estadista sembrar incertidumbre alrededor de uno de los momentos fundamentales de la vida democrática: las elecciones.
¿Tiene Correa alguna otra prueba para sostener una afirmación tan grave como la que hizo? Al menos dos más: que en la primera vuelta la candidatura de Lasso ya se quejó de fraude y que en la historia ecuatoriana la derecha ya ha hecho lo mismo varias veces. Por ejemplo cuando la derecha intentó convencer a la gente de que el triunfo de Jaime Roldós sobre Sixto Durán-Ballén había sido fraudulento. “Es importante reflexionar sobre la historia del fraude pues preparan otra igual “, soltó Correa quien no tuvo empacho en utilizar la figura de Roldós a quien sacó en un video de inicios de los años 80 del siglo pasado.
Pero el sujeto de marras fue más lejos. Según él, no se trata únicamente de que la oposición va a desconocer el triunfo de Moreno. Sostuvo asimismo que si Moreno no ganó en la primera vuelta, con el porcentaje que ya le hubiera permitido ser presidente electo, es porque la oposición hizo fraude el 19F. Es decir, hay segunda vuelta porque hubo fraude. Para afirmar esto, Correa no tuvo empacho en afirmar que Moreno obtuvo el 46% de los votos y que el resultado oficial de 39.3% es producto de una trampa que se logró gracias a que CREO tiene más recursos que la candidatura de Lenín Moreno. “El binomio AP obtuvo 46%, mientras que el de CREO consiguió 24%. Si hubo fraude fue contra nosotros porque no tuvimos control en todas las mesas. CREO lo tuvo porque tiene cualquier cantidad de billete. Esta gente ya no sabe cómo torturar las cifras. En todo caso en buena hora, para ir a una segunda vuelta y ganarles con mayoría contundente, para que sepan que aquí mandamos la mayoría”, afirmó. Con esta declaración, Correa no solo que sembró dudas sobre lo que podría ocurrir el 2 de abril sino que pretendió quitar legitimidad a lo que pasó el 19F. ¿Puede un mandatario socavar más la confianza de la gente en un proceso electoral? Difícil.
A esas alturas del enlace, el objetivo de Correa era, evidentemente, desatar todas las incertidumbres posibles sobre el proceso. Decir que Moreno tuvo el 46% sin la más mínima prueba o evidencia no hace más que eso. Es más, en su esfuerzo por sembrar dudas alrededor de lo que ocurrirá el 2 de abril no tuvo empacho de contradecirse de una forma alarmante. Luego de haberse quejado de que fue la candidatura de Gobierno la que sufrió un fraude, él mismo dijo que quejarse de fraude es una vergüenza. “El fraude ha sido y siempre será el argumento de los perdedores, que vergüenza”, expresó.
Toda la argumentación sobre la maniobra que, dijo, hará la oposición cuando se sepa que Moreno ganó se sustentó, además, en su inveterado discurso de revancha y odio social. Nuevamente sacó el tema de la Rebelión de los Smartphones que surgió de una fotografía a la que ya lleva refiriéndosse una semana y en la que se va a un grupo de jóvenes manifestándose frente al CNE con smartphones en la mano. Y otra vez habló de los croissants del chef francés Jérôme. Como si él y los suyos no tuvieran smartphones y como si no se supiera que él y los suyos son asiduos comensales de Chez Jérôme.
“Los pelucones protestando, con su smartphone. Esta imagen debe recorrer el mundo, la prepotencia frente a un humilde trabajador. La rebelión de los smartphones revela lo que está en juego: un país de castas o un país para todos”, dijo y luego agregó: “!qué rebeldes protestando en pleno centro de Quito con un mesero que les sirve pan francés!”.
A Correa le gusta fijar ciertas imágenes en la gente y las repite hasta el cansancio para deslegitimar a las clases medias que no lo quieren. Entonces recurre a ciertos emblemas de consumo de clase media. Alguna vez fue la Nutella, otra los viajes a Miami y ahora los smartphones y el pan francés. ¿No ha visto el video de Crudo Ecuador que lo desnuda en su más profunda ridiculez?
También volvió con su retórica de las latas de atunes que pocos días antes había desarrollado en Chone aunque esta vez hizo una pequeña modificación. Ya no hay que tirarlas de vuelta sino aceptarlas y votar nomás por el gobierno. “Si vienen otra vez con sus latas de atún, recíbanlas nomás y si pueden me guardan una, al igual que las fundas de arroz o las camisetas, reciban nomás, pero saben por quién votar en las urnas”.
El enlace, en definitiva, fue un llamado desesperado a no confiar en las elecciones del 2 de abril. Pero también fue lo que han sido las últimas sabatinas: una descarada forma de hacer campaña con fondos públicos y un esfuerzo gigantesco por construir su imagen de héroe nacional. Correa no tiene decencia, no la conoce siquiera. A él, sus responsabilidades éticas y legales como Jefe de Estado no le interesan. Lo único que le interesa a Correa es ejercer el poder. Como sea.
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