jueves, 2 de marzo de 2017

Glas, lavado de pies a cabeza en 36 horas

  en La Info  por 
Jorge Glas es, para el correísmo, un problema político que la política no puede remediar. Rafael Correa ha dicho de él que es un hombre honesto por quien pondría las manos al fuego. También lo ha dicho Lenín Moreno, que en un principio no lo quiso de compañero de fórmula. Todo el aparato correísta defiende su integridad y su transparencia y se ha desplazado por el país diciéndolo. El problema, que ahora sienten, es que por fuera de los convencidos nadie les cree. Por eso, y porque ya no lo pueden sacar de la papeleta, recurren ahora a los ritos, a la magia, a la prestidigitación para lavar su imagen. Una forma de confesar que Jorge Glas es un problema, quizá el problema mayor de la campaña de Moreno, y que algo tenían que hacer.
El paquete que se ideó el aparato incluye una romería y una limpia shamánica. La primera ocurrió el miércoles de ceniza: Jorge Glas, acompañado de varios fervientes militantes correístas (Viviana Bonilla, María José Carrión, Marcela Aguiñaga, Rodrigo Collahuazo…), visitó a su amigo Galo Chiriboga, fiscal de la Nación, para pedirle que lo investigue. La segunda tendrá lugar mañana en el hotel Oro Verde de Guayaquil, donde los mismos fervientes militantes correístas y otros más participarán en un acto de homenaje para desagraviar a su candidato a la vicepresidencia, agraviado por tanta sospecha de los sufridores de siempre.
Jorge Glas debió ser investigado hace tiempo. En febrero de 2011 la Dirección de Investigaciones de la Fiscalía presentó un informe que recomendaba abrir un proceso de instrucción previa contra el entonces ministro coordinador de Sectores Estratégicos y otros funcionarios por presunciones de peculado. Ese proceso no se abrió nunca. Tampoco Glas fue llamado a rendir testimonio en el caso probado de corrupción en la Refinería de Esmeraldas, de cuya obra de repotenciación él fue responsable administrativo y político. Ahí nada se hacía sin su conocimiento.
La romería de hoy hacia la Fiscalía fue una confesión de parte: que Jorge Glas pida que lo investiguen prueba que nunca fue investigado. Luego de años de sospechas y denuncias, Galo Chiriboga no ha movido un dedo. Glas está embarrado e impune. Y se hace el ofendido: según él, es víctima de “una campaña sistemática de destrucción de imagen, de afectación a la honra, de sembrar sospechas y dudas en la ciudadanía en medio de una campaña electoral”. ¿Tiene Alzheimer? Las primeras denuncias en su contra saltaron hace seis años por lo menos y el escándalo de los sobreprecios en la Refinería de Esmeraldas se produjo antes de que se inscribiera su candidatura. Cléver Jiménez, entonces asambleísta, lo denunció en 2011 y pidió a la Fiscalía que lo investigue.
Video Player
00:00
01:49
Hoy no faltó nada en la puesta en escena ante Chiriboga: partidarios a la entrada de la Fiscalía; compungidos dirigentes correístas acompañando al candidato; palabras sentidas e indignadas de Jorge Glas, quien representó a la perfección su papel de víctima de las “calumnias sin fundamento” que lo acosan. La política muta en acto de fe y la realidad se vuelve prescindible: no hacen falta auditorias ni investigaciones. Basta el fervor militante para purificar al agraviado y qué mejor que hacerlo entre ellos y ante su fiscal, llamado a legitimar la exculpación.
Al pedir Glas ser investigado, pretende convencer a la opinión pública de su inocencia. Parece lógico, pues ningún culpable lo haría. Salvo que tuviera, como él tiene, un pana fiscal que, oh coincidencia, luce tan embarrado como él. No lo investigó en seis años, ¿hay alguna razón para que lo haga ahora?
Tras la romería viene la limpia shamánica, prevista para mañana. El correísmo se ha especializado en rituales de este tipo. Actos de desagravio, los llama: cobra adhesiones, contrata el salón de algún hotel de cinco estrellas y se reúne a dar fe de la integridad, honorabilidad, honestidad y transparencia de cualquier personaje bajo sospecha. El más espectacular fue el que ofrecieron en septiembre de 2012 a Pedro Delgado, el presidente del Banco Central por quien Rafael Correa, su primo, también ponía las manos al fuego. El mismo jefe de Estado solemnizó el gigantesco acto de desagravio que tuvo lugar en el Hotel Quito y contó con la presencia de los más linajudos representantes del correísmo. Otro muy sonado fue el que recibió Camilo Samán ese mismo año. “Han querido atacarte con grafitis, con caricaturas, editoriales para sacarte del camino, pero no estás solo”, dijo en esa ocasión Rafael Correa, que no hay limpia shamánica que se pierda.
Ahora es el turno de Jorge Glas, supuesta víctima de una campaña de desprestigio que involucra a los políticos de oposición, la prensa corrupta y el imperio. “Jorge es integridad, honorabilidad, honestidad y transparencia”, dice la invitación que el correísmo puso a circular en las redes sociales tardíamente, apenas hoy. Costo de la adhesión: 100 dólares. Predecibles adherentes: los máximos cuadros del partido, funcionarios del gobierno, autoridades electas y el propio presidente de la República.
Captura de pantalla 2017-03-01 a las 5.41.12 p.m.
Es evidente que el paquete romería-limpia shamánica es una estrategia desesperada de última hora. Al parecer salió de la reunión del martes de carnaval: Rafael Correa, Lenín Moreno, Vinicio Alvarado, Paola Pabón y el mismo Jorge Glas la presidieron. Asistieron los asambleístas electos y otras autoridades. El motivo de la convocatoria era definir la estrategia electoral del oficialismo para la segunda vuelta. Ahí, en la reserva de un salón del Hotel Quito, debió surgir el problema Jorge Glas y la discusión sobre cómo remediarlo. La solución, como se ve, no es política. Si lo fuera, Glas, no pudiera ser candidato a la vicepresidencia. En vez de pedir que lo investiguen y de recibir un desagravio, estaría dando explicaciones.
El correísmo optó por una solución semiótica: un coctel de símbolos envueltos en un paquete ritual en que solo ellos participan y en el cual nada es lo que parece. Glas ya no es un sospechoso, es una víctima. El fiscal no es un amigo; es una autoridad insigne. El desagravio no proviene del aparato; proviene de la sociedad.  Así que el correísmo pulveriza la realidad (hecha de opacidad y corrupción), y crea un mundo paralelo en el cual Jorge Glas, responsable al menos políticamente de la corrupción en los sectores estratégicos, mañana será declarado, por ellos mismos, libre de polvo y paja. Casi santo en sólo 36 horas. El aparato no tiene más remedio que cubrirlo porque es un hombre que sabe demasiado.
Y ya: ellos creen que Jorge Glas dejó de ser un problema. Eso dirán al país en los días que quedan de campaña.

No hay comentarios:

Publicar un comentario