Publicado el 2017/03/04 por AGN
[Alberto Ordóñez Ortiz]
El sector oficialista anuncia con bombos y platillos que en la segunda vuelta presidencial ganarán las elecciones con dos millones de votos de diferencia. No obstante los resultados electorales de la primera vuelta no dejan de ser sino una muestra que, dadas las imprevisibles variables que se podrían presentar en la segunda, no son suficientes como para hacer apresurados e inoportunos vaticinios. No olvidemos a Cervantes cuando dijo: Por el camino del mañana, se llega a la casa del nunca”. La complejidad de la elección se evidencia en el hecho de que si comparamos el porcentaje obtenido por los asambleístas de AP. -por citar un solo ejemplo- superaron al candidato oficialista. Además, de por medio está la incertidumbre que es propia de toda elección. Más, todavía, con un electorado tan maleable que de una a otra puede cambiar súbitamente el voto. Ya se han escuchado voces de actores políticos importantes como Carlos Pérez Guartambel, quien expresó: “Entre un dictador o un banquero, prefiero al banquero”. Pronto otras voces inundarán el mapa electoral.
Más allá de esos dimes y diretes, la disyuntiva estaría en votar por el continuismo o por el cambio. El continuismo tiene como su rígida camisa de fuerza al imperdonable pecado original de la corrupción. Podría agravarse a límites insospechables si el caso Odebrecht proclama los nombres de los autores y coautores. Pero, además, el cambio proclamado por Lasso, tendría el encanto y la magia de lo nuevo. Todo dependerá del tiento y de la habilidad con que se maneje la campaña. Al momento las principales encuestadoras pronostican el triunfo de Lasso.
Creemos que la elección se polarizará entre esas dos posiciones. Hay que asumir también que como en materia política la mejor defensa, lo mismo que en el fútbol, es el ataque, éste será el leit motiv de la campaña. Las latas de atún lanzadas frente a las puertas del Banco de Guayaquil bajo el “pretexto” de que se habría ofendido a Manabí, lo confirman. Los ataques, defensas y contraataques serán una constante. La demagogia alcanzará alturas nunca antes registradas. Las parodias sobre supuestos actos descalificados desafiarán la imaginación.
La proclama de los primeros resultados provocó en los dirigentes del oficialismo, una grave crisis de fe -una duda sin fondo- que se expresó en sus largos y atribulados rostros. Se cometió el error -monumental, por cierto- de anunciar que con la muerte cruzada Correa podría regresar a la presidencia después de unos meses. El desatinado anuncio, significó un descalificador ataque a la capacidad del candidato oficial.
Las alianzas en favor de Creo son al momento mayoritarias. Sin embargo hay que recordar lo que dijo el gran Julio César: “No existen aliados, solo intereses en común”. De allí que a manera de bandera, los seguidores de Lasso han bautizado a la alianza con el rotundo nombre de CONVERGENCIA NACIONAL POR EL CAMBIO. La disyuntiva se centrará -insisto- entre el continuismo o el cambio. La decisión está en sus manos, porque usted tiene el derecho al voto. (O)
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