Elecciones en Ecuador: Votantes combaten marea rosa latinoamericana
Jueves, 23 de febrero del 2017
De pronto en Ecuador, un aire de democracia competitiva en este sector de los Andes donde antes imperaban los llamados socialistas bolivarianos moviliza a los votantes. Aquí la opinión del columnista de Bloomberg View.
(Foto: AFP)
(Bloomberg View).- En un país donde las elecciones rara vez dan sorpresas, la competencia presidencial ecuatoriana llama la atención. Si bien aún continúa el recuento de los votos de la elección del 19 de febrero, funcionarios electorales anunciaron el martes a última hora que el oficialista Lenín Moreno no había llegado a ganar en primera vuelta.
Es por eso que 10 millones de ecuatorianos volverán a las urnas en un ballotage a realizarse el 2 de abril. De pronto, un aire de democracia competitiva en este sector de los Andes donde antes imperaban los llamados socialistas bolivarianos moviliza a los votantes.
Esta semana miles de personas se volcaron a las calles de Quito en vigilia mientras el Consejo Nacional Electoral avanzaba en el recuento con una lentitud inexplicable. Los observadores externos no detectaron irregularidades en la demora, pero el nerviosismo era comprensible.
Después de todo, en los últimos 10 años, este país pequeño y en su mayor parte pobre ha vivido a la sombra de Rafael Correa, un populista que gobernó cortejando a los pobres, alimentando a la burocracia, intimidando a quienes lo criticaban y silenciando a los medios.
La organización observadora de los medios ecuatoriana Fundamedios documentó 981 ataques a periodistas en los últimos dos años. (La respuesta de Correa fue tratar de disolver Fundamedios.) Por otra parte, si bien no hubo fraude electoral, las reglas apuntaban a asegurar la ventaja del (tres veces) presidente Correa y su coalición gobernante, Alianza País.
Los latinoamericanos saben de qué se trata. Es lo que el analista político Andrés Mejía Acosta, profesor de Desarrollo Internacional del Kings College London, llama la Primavera Árabe invertida.
El “giro a la izquierda” que alguna vez alentó en toda América Latina esperanzas de “nuevas formas de democracia participativa” pronto cedió paso a “prácticas caóticas y, en algunos casos, muy autoritarias”, me dijo Mejía Acosta. Eso pasó con la “Revolución Ciudadana” de Correa.
Por lo que parece, los ciudadanos tenían otras ideas, y ahora Lenín Moreno tendrá que enfrentar al banquero favorable a los mercados Guillermo Lasso y a una serie de conservadores y pragmáticos ansiosos de eliminar un ícono más de la marea rosa menguante de la región.
Los ecuatorianos alguna vez se mostraron dispuestos a ignorar los excesos de Correa, un economista formado en los Estados Unidos que fue más inteligente que sus pares de Venezuela, Argentina y Brasil y no gastó hasta dejar postrada la economía. De hecho, los analistas destacaron el éxito de Ecuador en lo relativo a reducir la pobreza (que declinó 15.5% entre el 2006 y 2014) y generar empleo al tiempo que se mantuvo baja la inflación y se controló la deuda.
En realidad, los errores de Correa quedaron apenas disimulados por la abundancia, que comprendió el aumento de los ingresos petroleros que el mandatario destinó a programas sociales y a una burocracia sin límites.
Su aura se fue apagando con el fin del auge de los productos primarios, cuando la caída de los precios del petróleo condujo a una profunda recesión en el 2016, y para este año se pronostica un crecimiento modesto. Si alguna vez Correa pudo desairar a los acreedores extranjeros –declaró un default de US$ 3,200 millones en bonos soberanos en el 2008-, la crisis le ha doblado el brazo.
Fitch Ratings informó que Ecuador necesita este año alrededor de US$ 10,300 millones para zanjar sus déficits. En cinco años la deuda del país ha pasado de 18% a 40% del producto interno bruto, dijo Fitch en una nota a clientes el 14 de febrero. Es un déficit que ni siquiera los grandes préstamos chinos pueden cubrir.
Ahora los problemas económicos amenazan con afectar los empleos, los avances sociales y las esperanzas de movilidad ascendente que antes impulsaban la popularidad de Correa.
No es extraño que crezca la oposición política. La coalición gobernante de Correa controla alrededor de la mitad de las bancas legislativas del país, menos que el 69% del 2009, y apenas un 19 por ciento de las 221 alcaldías del país. Es elocuente que aliados de Correa gobiernen sólo nueve de las 56 ciudades más grandes del país, según Mejía Acosta. El Eurasia Group afirmó hace poco que el opositor Guillermo Lasso ganaría en un ballotage.
Eso no es en absoluto seguro. El partido gobernante no sólo sigue teniendo mayoría legislativa, sino también amigos en la Suprema Corte y una formidable máquina de propaganda que maneja el propio Correa, que lanza tuits provocadores.
Semejante poder político puede llevar a un gobierno a la reelección o por lo menos complicarle la vida a todo rival. Pero la perspectiva de poner fin mediante el voto a una década de populismo beligerante ya ha reanimado la democracia de Ecuador, tal como lo ha hecho en otras partes de Latinoamérica.
Por Mac Margolis
No hay comentarios:
Publicar un comentario