Francisco Febres Cordero
Domingo, 26 de febrero, 2017 - 00h07
¡Uf!, qué días los de esta semana. ¡Qué nerviosismo! ¡Qué noches de infarto! Y nosotros que creíamos que los escrutinios se iban a desarrollar normalmente. ¡Qué brutos!
Domingo, 26 de febrero, 2017 - 00h07
¡Uf!, qué días los de esta semana. ¡Qué nerviosismo! ¡Qué noches de infarto! Y nosotros que creíamos que los escrutinios se iban a desarrollar normalmente. ¡Qué brutos!
Pero sí comenzaron lindos los escrutinios, para qué también. A mí, por ejemplo, me encantó la aparición de la Cynthia en la tele cuando ya se conocían los resultados parciales. Me quedé deslumbrado porque, en mi larga experiencia de analista, nunca había analizado unos dientes tan perfectos. ¡Qué belleza de caninos, incisivos, molares y premolares! Lo único que los analistas no entendemos es por qué la Cynthia estaba tan, pero tan feliz. ¿Sería porque quiso demostrar que sus dientes no se afectaron en lo más mínimo después de que se puso a peliar con el Lasso? ¿Que en boca abierta no entran caries? ¿Que tiene aliento para rato? ¿Que no le dio halitosis ni antes ni después de dividir la votación de la derecha? ¿Qué sería? Ahí sí reconozco mi fracaso total como dentista. Ay no, qué bruto, como analista quise decir.
Otro momento crucial que terminó dejándome totalmente desconcertado fue ese en que apareció el Pozo del Consejo Electoral con un aire de tribuno empadronado entre los vivos, y nos aseguró que el escrutinio estaba encauzado en la perfección más absoluta. Entonces los analistas cambiamos de opinión y dijimos de ganitas fuimos mal pensados y creímos que iba a haber fraude solo porque el Pozo es compadre del Correa y su servidor incondicional. Este muchacho –pensamos para nuestras afueras– demuestra ser ágil y veloz cual una centella.
¡Chuta, pero elé lo que se vino! Después siguió asomando el Pozo para decir que sí pero no, que aquí puse pero no aparece, que el diez por ciento de los votos que faltan han sabido estar muy lejos, que nuay mulas para traer las actas, que aguanten nomás unos tres días, que lo que dije que enseguidita vamos a tener los resultados no ha habido cómo, que en vista de que el conteo rápido resultó lento más bien no contamos nada sino que descontamos y que, aunque la tendencia de los resultados no cambiará, no puedo decir que habrá segunda vuelta porque lo más seguro es que quién sabe.
Total, los escrutinios no se acababan nunca porque el Correa insistía en querer ganar en la primera vuelta como sea y aseguraba que había un infiltrado en el Consejo Electoral que estaba haciendo fraude. ¡Híjoles!, ahora resultaba que él, que en la campaña utilizó todos los medios del Estado al servicio de su candidato y que tenía al Consejo Electoral a su mandar, era la víctima del fraude, pobrecito. Y entonces le puso a sudar pepas al Pozo porque, aunque hacía, deshacía y rehacía, no le alcanzaban las cifras para que el Lenín ganara en primera vuelta ni haciendo chichirimico las juntas, las actas, las papeletas, los esferos y todo mismo. ¡Qué cabriado el Correa! Es que como él es también el supremo juez electoral exigía que el Pozo proclamara lo improclamable, sea como sea.
¡Qué días los de esta semana! Lo cierto es que solo la presencia de la gente en las calles logró frenar tanto descaro, tanta infamia, tanto engaño, tanta mentira con que la revolución intentó sellar sus diez años de descaros, infamias, engaños y mentiras. (O)
No hay comentarios:
Publicar un comentario