Correa ya se ve como tititero desde Bélgica
Finalmente habrá segunda vuelta. La noticia no era aún algo oficial pero operó como si lo fuera. Que el CNE lo confirme era cosa de esperar unas horas más. Lo cierto es que la gente asumió desde el mediodía del miércoles 22 que habrá segunda vuelta porque el presidente Rafael Correa había aceptado, ante un grupo de periodistas extranjeros, que finalmente la candidatura gobiernista no alcanzó el 40% que exige la ley para ganar en primera vuelta. “Nos quedamos a medio punto de ganar en una sola vuelta”, ha dicho Correa y la noticia de su declaración recorrió como un rayo por Whatsapp, Twitter, Facebook y cualquier otro canal de comunicación imaginable. Si lo dijo Correa es porque ya no hay nada que hacer y Alianza País, por más que lo intentó, no llegará al 40% que exige la ley.
La declaración de Correa hizo, sin embargo, que el foco de la atención colectiva cambie completamente. De la elección presidencial, ahora el tema que está en la mente de los electores es la conformación de la Asamblea. Y al igual que con la presidencial, en este también parece que lo que dice Correa es el punto de partida. Hace dos días, puso en sus cuentas de redes sociales que Alianza País tendrá 75 asambleístas. “Mayoría absoluta”, dijo. Bastó eso para que la conversación girara alrededor del tema de la Asamblea y ahora, incluso en las concentraciones frente al CNE, de lo que más habla la gente es de cuidar las votaciones para asambleístas.
Correa está convencido de que con Lenín Moreno o con Lasso en el poder, él va a seguir gobernando. Ni más faltara. No le cabe en su imaginación un mundo donde él no lo controle todo y donde su palabra no sea, como lo ha sido estos años, el principio y el final de todo. Correa no oculta su satisfacción de que su movimiento controlará a través de la Asamblea nuevamente a casi todos los poderes. En su visión, ahora el Ejecutivo será un espacio reducido y con muy pocas atribuciones. Como lo es el cargo de los reyes en las monarquías constitucionales: un adorno.
Correa olvida, o finge olvidar, cómo funciona el poder. Cuando ponga un pie en el avión que lo llevará a Bélgica se le acabarán muchas de las lealtades que ha ido cultivando a punta de carajazos y golpes de mesa. Lo más probable es que esa mayoría de 75, como él ha establecido, seguramente se desmoronará como castillo de naipes. Él, que ha perdido al menos cinco asambleístas estando en el poder y controlando todos los poderes, debería saber que sin tener el poder Ejecutivo (desde donde se festinó los fondos públicos) sostener una mayoría control remoto es un sueño imposible. Lo debería saber no solo por su experiencia en la Presidencia sino en historia moderna de la política ecuatoriana. Las mayorías de construyen y se desbaratan de un día a otro y, generalmente, según las calenturas políticas. Correa puede ahora presumir que él tendrá el control de las instituciones, a través de la Asamblea, porque cree que gobernará desde Bélgica. La realidad está muy lejos de eso. El señor Presidente ha empezado a ver el post correísmo como una prolongación del correísmo y eso es tener sueños de perros.
Cuando Correa aceptó frente a los corresponsales extranjeros que Lenín Moreno no ganará en una sola vuelta dijo que si Lasso gana él regresará pronto al Ecuador. Incluso aseguró que la Asamblea, bajo su control se supone, podría aplicar el mecanismo de la muerte cruzada para sacar del Ejecutivo a la oposición. Lo dice, evidentemente, desde el deseo porque se nota que aún antes de dejar el poder ya lo está extrañando.
Correa es dado a posicionar deseos como verdades. Pretendió hacerlo cuando dijo que Moreno había ganado en primera vuelta basado en encuestas hechas por empresas, como la de Santiago Pérez, que siempre dicen lo que a él le gusta escuchar. Cuando vio que eso no empataba con la realidad empezó a lloriquear afirmando que había habido fraude en contra de Moreno. Cuando se le acabó ese argumentó comenzó a fanfarronear con el poder que su movimiento tendrá en la Asamblea. Ayer miércoles, durante el encuentro con periodistas extranjeros, distribuyó una hojita con el registro del pago del impuesto a la renta de Guillermo Lasso. ¿Para probar que no había pagado impuestos? Todo lo contrario, para demostrar que Lasso es muy rico porque en la hoja se ve que Lasso ha pagado 12 millones de dólares en los últimos 10 años. Curioso ejercicio de Correa que muestra los impuestos pagados por Lasso para estigmatizarlo de rico mientras que su candidato Lenín Moreno, en cambio, no paga impuestos.
Correa se está mirando a sí mismo como el titiritero que manejará todo desde un apartamento o casa en Bruselas. Una ilusión muy apegada a la imagen de ex dictador centroamericano que solía aparecer en las malas películas de Hollywood en los años 70. Pero el Ecuador ni es Hollywood ni él está viviendo en los 70.
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