lunes, 7 de agosto de 2017
En estas últimas semanas, la sociedad ecuatoriana asiste a la total y absoluta inversión ética, hecho inaudito protagonizado por los integrantes de lo que se conoce como la línea dura del correato.
Cuando una de las tantas tramas de corrupción que operaron en esto 10 años entre el Estado y los capitales nacionales e internacionales, específicamente la trama de Odebrecht, rompe el blindaje informacional que el gobierno anterior construyó para cubrir las denuncias de corrupción de su gobierno, que involucra a altos funcionarios, y deja salir su obscenidad, empiece la perversa inversión de la ética. Ante las delaciones de los empresarios corruptos de Odebrecht, sostenidas en videos y grabaciones, que implican al ex Contralor del Estado y al Vicepresidente, a varios militantes de A.P. dirigidos por el ex presidente no se les ocurre más que terminar de trastocar el sentido de los valores, en una operación cínica sin precedentes en la historia del país.
Para cada denuncia que involucra al Vicepresidente, dique que sostiene el proyecto correísta y con él de alguna manera el proyecto de A.P., tienen no solo una respuesta sino una justificación. Es pertinente hacer, lo que podríamos llamar, el itinerario de la inversión de la ética operada por el correato, para justificar la corrupción operada en su gobierno.
1. En un primer momento, cuando las denuncias de corrupción fueron hechas desde el Ecuador, las desestimaron aduciendo que no son válidas porque procedía de la oposición política, de la oposición periodística, de la oposición ciudadana (CNA). No solo que las desestimaron, sino que persiguieron a los denunciantes. En el primer acto de inversión ética, los denunciados hicieron contradenuncias por injurias a los denunciantes y éstos, en muchos casos, fueron juzgados y condenados. Al final los que denunciaba la corrupción y exigían que se investigue y se sancione a los responsables, terminaron siendo los culpables. Los culpables inocentes y los correctos culpables, gracias a la magia de la concentración y abuso del poder judicial y mediático.
2. En un segundo momento, cuando las denuncias vinieron del exterior, por las investigaciones en Brasil y otras en EEUU, rápidamente usaron el discurso antiimperialista, que en su momento permitió a las sociedades denunciar los abusos del poder mundial contra los pueblos. Inventaron de manera muy rápida y conveniente que las denuncias que venía de fuera eran parte de una conspiración internacional de la reconstrucción conservadora orquestada por la CIA. Así, el problema dejó de ser que funcionarios corruptos en complicidad con las empresas corruptas se apropiaban ilegal e ilegítimamente de los recursos de la sociedad, sino que había un proceso contrarrevolucionario en marcha por el continente, y que todo el que denunciaba era parte de esa conspiración. Segunda inversión de valores, el que denuncia el asalto a los recursos de la sociedad termina siendo traidor a la “revolución” y, por lo tanto, traidor a la Patria y los corruptos los revolucionarios.
3. Cuando las denuncias, porque no podían ocultarse más, vienen del Fiscal que eligieron y, sobre todo, cuando los acusados son nada menos que el Contralor que ellos reeligieron y su Vicepresidente, la respuesta tiene que ser el trastrocamiento absoluto de la ética, dentro de un escenario de pérdida total del principio de la realidad. Para este demencial cinismo político estratégico, el problema no es que todas las pistas conduzcan al Vicepresidente, es decir al núcleo del correísmo, sino que hay una tremenda conspiración ya no de la oposición, ya no de la CIA, sino del presidente Moreno, presidente que ellos auspiciaron, valga decir porque no les quedó de otra. Atrapados en su propio movimiento, en su propio proyecto, sin poder construir un chivo expiatorio creíble (oposición, CIA, izquierda infantil, etc. etc. etc.) su discurso se desvanece en frases sin sentido, signos inconexos, en insultos grotescos. Al final terminan mordiéndose su propia cola, atacando a su presidente por no encubrirlos y encubrirse, en esta vuelta de tuerca no les queda más que cortar por la mitad a su leal militancia y a su compacto movimiento entre: los revolucionarios y los traidores. Tercera inversión ética, lo que aparece es que los traidores son los que decidieron no ocultar más la corrupción, al menos la más grotesca, y los revolucionarios son los que decidieron ser fieles a sus grupo con corrupción incluida. Todo vale a nombre de la revolución, incluso los actos de corrupción que niegan por principio la revolución. Nivel cero de la ética.
Al final de este itinerario de trastrocamiento de valores, los estrategas del mismo parece que se encuentran atrapados sin salida, en su propio laberinto de inversión ética.
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