miércoles, 9 de agosto de 2017

  
Alianza PAIS: evolución y ocaso de una secta mafiosa
La lectura sobre estudios de la evolución de las sectas puede ser muy instructiva para entender lo que pasa en PAIS. Sin embargo no todo lo explicaría el carácter sectario, cuasi religiosos del fenómeno conocido como Revolución Ciudadana. También las mafias tienen comportamientos similares a las sectas aunque con características propias.
07 de agosto del 2017
FERNANDO VEGA*
Las sectas suelen enfilar sus cañones y disparar sus balas contra el horizonte del resto del mundo, enemigos reales o imaginarios. Cuando las sectas se dividen se disparan con los mismos cañones y balas al cuerpo, entre ex hermanos, con nombres y apellidos.
R. Brown
Los creyentes sinceros de Alianza PAIS, hombres y mujeres sencillos como el asambleísta de la 35 que no tiene empacho en confesar que se sienten huérfanos de padres divorciados y que no saben si irse con el papá o la mamá. Se supone que el padre es Rafael Correa y la mamá Lenín Moreno, porque es más difícil asignar alguno de estos roles a Jorge Glas, que en todo caso vendría a ser una especie de padrastro poco apreciado por unos hijos necesitados de la figura de  un padre. El resto de ecuatorianos mira de lejos la desavenencia familiar sin entender mucho lo que pasa. Parece que todo les da igual. Correa tiene buena imagen, Moreno también y Glas seguramente también. A fin y al cabo no hay que meterse en la vida de matrimonios ajenos, sus razones tendrán. Otros, escépticos, comentan que “enojados los compadres se dicen las verdades.
Se supone que el padre es Rafael Correa y la mamá Lenín Moreno, porque es más difícil asignar alguno de estos roles a Jorge Glas, que en todo caso vendría a ser una especie de padrastro poco apreciado por unos hijos necesitados de la figura de  un padre. El resto de ecuatorianos mira de lejos la desavenencia familiar sin entender mucho lo que pasa.
Sin embargo los entendidos en las ciencias sociales atentos a los procesos colectivos han estudiado casos como el que comentamos en estas letras y nos dirían que no resulta para nada sorprendente la ruptura y desbarate del correísmo, Alianza PAIS, Revolución Ciudadana, Proyecto político o como se llame, que da igual. Todo lo contrario se venía venir; incluso muchos de los que esperaban que esta alianza acabara como ha acabado, están sorprendidos que se haya dado de manera tan precipitada como abrupta y escandalosa. Los calificativos, improperios y descalificaciones que Correa y sus muchachos solían endilgar a los enemigos fantasmales del pasado como representantes del viejo país, ahora se los endilga a su compañero y sucesor Lenín Moreno. 
No pocos análisis han puesto de manifiesto el carácter sectario de movimientos y regímenes políticos tanto entre los que se suelen calificar de conservadores e integristas como los que se les ubica en los andariveles de las propuestas revolucionarias. Las doctrinas y prácticas sectarias del correísmo han sido puestas de manifiesto por algunos analistas atentos. El éxito de las sectas se basa en discursos bastante elementales pero que integran algunas necesidades insatisfechas por  el estatu quo que se quiere transformar y prosperan gracias al sustrato populista de esas necesidades. Mitos fundacionales, promesas utópicas, maniqueísmo que separa a los buenos de los malos, propaganda y lavado cerebral, culto a la personalidad del  líder,  control de los feligreses... son rasgos bastante visibles  en la secta que ha terminado por llamarse “correísmo”.
Existen estudios sobre la evolución y el comportamiento de las sectas religiosas que describen con precisión fenómenos como al que muchos ecuatorianos asisten asombrados y perplejos. Resulta que este es episodio que siempre se repita en el surgimiento de grupos y movimientos sociales, políticos o religiosos de tipo sectario. Cuando la secta nace tiene dos posibilidades, una de lento crecimiento que le hace permanecer como un fenómeno contracultural minoritario, algunas de éstas pueden acabar en suicidios colectivos y dos, tener éxito y crecer rápidamente acumulando poder e influencia y durar más o menos tiempo dependiendo de muchas circunstancias aleatorias.
En todo caso, la secta depende siempre de un líder carismático o una cúpula muy reducida de líderes que son los creadores y dueños de la verdad y la salvación que ofrecen a sus seguidores.  La muerte de éstos líderes y el ingreso de una nueva generación a la secta suele ponerle a prueba y pueden ocurrir dos cosas, una la secta se institucionaliza y despersonaliza, se vuelve más tolerante y abierta, es decir se vuelve menos sectaria o la secta muere también con la muerte de sus líderes fundadores. Muerto el pastor las ovejas se dispersan.
Sin embargo, sea que la secta muera o sobreviva, puede padecer un fenómeno de escisión interna sumamente dramática. La causa de las escisiones se producen sobre pequeñas y hasta nemeas diferencias doctrinales, pero siempre abanderadas con pasión por personalidades o pequeños grupos que buscan heredar el poder del o de los fundadores y controlar a los feligreses. Es curioso constatar que el odio y agresividad que se profesan entre los hasta hace poco hermanos y ahora enemigos es muy superior al que esgrimían contra el enemigo común real o imaginario —el mundo, el demonio, los impíos, etc—. Ahora los enemigos son los camaradas de antes, mutuamente se acusan de traidores, malvados y de querer destruir la misión de la secta. Ahora los enemigos son concretos con rostros conocidos, con nombres y apellidos. El antiguo amor fraternal se ha convertido en odio fratricida.
El éxito de una secta, a largo plazo, se fundamenta en varios factores; un cierto contacto con las necesidades insatisfechas de la base social, la sencillez y coherencia del discurso como metalenguaje  de la secta, el testimonio del líder y de los principales de la secta que viven lo que predican.
El éxito de una secta, a largo plazo, se fundamenta en varios factores; un cierto contacto con las necesidades insatisfechas de la base social, la sencillez y coherencia del discurso como metalenguaje  de la secta, el testimonio del líder y de los principales de la secta que viven lo que predican. Por el contrario el desgaste y disolución de la secta se puede explicar precisamente pr lo contrario: la pérdida total de contacto con la realidad y la incapacidad de adaptación,  el vaciamiento del discurso y la equivocidad del lenguaje y, por supuesto la falta de testimonio de los líderes que acaban mostrando una doble moral y un doble discurso. En estos casos  vale al adagio de que no se puede engañar  y defraudar a mucha gente durante mucho  tiempo. Finalmente la realidad se impone , la falacia de los discursos se evidencian y la pretendida santidad de los líderes cae por los suelos.
La lectura sobre estudios de la evolución de las sectas puede ser muy instructiva para entender lo que pasa en PAIS. Sin embargo no todo lo explicaría el carácter sectario, cuasi religiosos del fenómeno conocido como Revolución Ciudadana. También las mafias tienen comportamientos similares a las sectas aunque con características propias.  Se supone que  muchas  sectas, aunque equivocadas sobre su interpretación del mundo y las soluciones que proponen a los grandes problemas de mucha gente, buscan hacer el bien  a sus miembros y aportar al mejoramiento de la sociedad, aunque de hecho no lo logren. Sin embargo cuando la secta adquiere un carácter mafioso, implica que la cúpula dirigente persigue fines protervos y engañan a ciencia y conciencia a sus ingenuos seguidores. Entonces el discurso sobre los principios y valores de la secta son predicados para que los vivan y practique los adeptos, cuando la dirigencia ni cree en ellos ni los practica.
Los escándalos de corrupción que han conmovido al mundo en todos los gobiernos, progresistas o no, de la mano de Odebrecht —la empresa corrupta y corruptora— dan cuenta de que una buena parte de la cúpula de PAIS devino en la teoría y práctica en lo que podríamos llamar una “secta mafiosa”. El propio fiscal Baca, para nada sospechoso de anticorreismo, se ha referido a ello en sus menguados informes, indicando además que la trama de Odebrecht no sería la única que involucraría a empresas privadas y empleados públicos. Hasta donde se sabe ahora la red mafiosa involucró a una serie de empresas ecuatorianas en las que suenan los nombres de Caminosca, Equitransa, muchas más y como ya lo dice un dicho que se ha vuelto viral en la jerga de affaire de la corrupción: “todos los caminoscas condicen a Glas”.
No cabe duda que si bien el carácter sectario impuesto por su fundador Rafael Correa a PAIS, la división actual del movimiento iniciado por el propio Correa para deslegitimar a Moreno, reviste todos los caracteres de una lucha por el control del poder en la cúpula de la mafia en la que al final ha devenido esta aventura.
No cabe duda que si bien el carácter sectario impuesto por su fundador Rafael Correa a PAIS, la división actual del movimiento iniciado por el propio Correa para deslegitimar a Moreno, reviste todos los caracteres de una lucha por el control del poder en la cúpula de la mafia en la que al final ha devenido esta aventura. Según la orden del capo de los capos su sucesor debía mantener a ultranza el discurso de la mentira, el maquillaje y el engaño, pero ante las abrumadoras evidencias de corrupción, ocultamiento de información, maquillaje de cifras, etc. Moreno no tuvo otro remedio que intentar indagar y transparentar, en alguna medida, las grandes verdades-mentiras de la era Correa. No hay cisma doctrinal ni ideológico entre las dos facciones de PAIS. Es más, hace tiempo que PAIS no tiene ideología alguna, como Maduro en Venezuela, la única idea que marca el norte del correísmo es aferrarse al poder y punto.
En reuniones con cercanos habíamos acuñado la frase: “O Moreno mata a Correa o Correa mata a Moreno”. No hay otra alternativa, ni esperanza de avenencia y negociación. El tan cacareado cambio de estilo como solución a la continuidad del proyecto de la Revolución Ciudadana no ha funcionado. A la era del “príncipe guerrero”, no le podía suceder la era del “rey sabio” porque el guerrero sigue vivo y de momento en su Bélgica fuera del alcance de Moreno. Pero como sucede en toda monarquía que se precie, la bronca es ahora con el príncipe heredero Jorge Glas, impopular y odiado por los propios correístas. La suerte de Glas está echada, será llevado al matadero, con sobrados argumentos y como todo chancho de engorde no morirá en silencio sino berreando y chillando. Entre nuestros campesinos reza el adagio “a todo chancho le llega su carnaval”.
Al fin y al cabo Moreno no puede dejar a Glas como enemigo herido, lo tiene que liquidar políticamente. No lo va a hacer con palabras y declaraciones al estilo de su vocinglero predecesor, lo hará mediante la toma de decisiones, va a dejar que los otros poderes del Estado, muy a pesar suyos, hagan el trabajo sucio. Al fin Moreno es el rey sabio, lo dijeron los mismo ideólogos de la campaña que dictaminaron que son Moreno, la 35 perdía las elecciones, una vez que el mayor activo de la revolución ciudadana, Rafael Correa, dijo: “ni tonto, yo no me voy a hacer cargo de este muerto político y económico que es el Ecuador que deje en herencia a mi sucesor”, e hizo mutis por el foro, después de haber forzado una reforma constitucional para viabilizar su reelección indefinida.
Correa sabía, basta leer la carta que le dirigió Francois Houtar, su querido mentor y maestro de Lovaina, que el proyecto de la revolución correísta estaba agotado y muerto política y económicamente. Los ecuatorianos deberíamos entender que el proyecto no va más, que fue una hermosa ensoñación, pero ya se acabó; y se acabó porque se acabó el sueño y los ideales de sus líderes que acabaron trabajando para su ego y vanidad; y se acabó porque se acabó la ética y la moral pública que dio paso a la arbitrariedad, discreción y corrupción y, finalmente porque se acabó la plata y ahora solo nos quedan deudas, cuentas por pagar y posiblemente más deudas.
Los correístas de buena fe, devotos todavía de la secta, tienen que asumir el doloroso desengaño y repetir el consuelo de que “ahora ya solo nos queda el Barcelona”. Por lo que respecta a los correístas rabiosos, carneros topadores del rebaño, deben dejar de balar y berrear y ser tan cínicos, si todavía les queda un poco de sangre en la cara. Porque como ahora no tienen quien les baje línea desde la sabatina y cada vez que hablan tienen que improvisar y ya no saben cuál es el discurso oficial y hablan y hablan para no decir nada más que fatuidades y lugares comunes y cuando se atreven a decir algo, al día siguiente se contradicen; para una perla de muestra basta una, la de la ex presidenta de la Asamblea: Ayer dijo: Me voy de PAIS y hoy le escuchamos: “El que quiera irse que se vaya, que yo no me voy”. Alguien pude pensar que es bipolar; no lo que es, es estúpida y cínica hasta el extremo.
El Señor Correa nos ha vuelto a dejar donde mismo estábamos hace diez años, en medio de una crisis política muy parecida a las del pasado de la partidocracia, que se decía superado y con una deuda y un déficit superiores a los del 2006.
A despertar ecuatorianos, se acabó el sueño y la mentira. Ahora nos toca vivir la pesadilla de la realidad. Tanto nadar, se dice, para morir en la orilla. El señor Correa nos ha vuelto a dejar donde mismo estábamos hace diez años, en medio de una crisis política muy parecida a las del pasado de la partidocracia, que se decía superado y con una deuda y un déficit superiores a los del 2006. En esa fecha, cada ecuatoriano nacía endeudado en 1.000 dólares, ahora en el 2017 cada niño nace endeudado en 4.000 dólares. Claro que se ha hecho obra y se ha aumentado la burocracia, pero ahora eso también es un peso que requiere de mucho mantenimiento y ya no hay cushqui. “Saldremos adelante, ¡qué otra cosa puede decir un presidente de la república!”, dijo Lenín Moreno con realismo pesimista. Nos esperan años difíciles y ahora sabemos que nuestros aplausos devotos e inconscientes al correísmo costarán sangre, sudor y lágrimas a los menos afortunados en las próximas décadas.
El pueblo, aunque menos culpable que sus líderes, también es corresponsable de la crisis, no olvidemos que hemos aplaudido a Correa que se ufanaba de haber sido aclamado emperador invicto de los ecuatorianos en 10 batallas electorales. Ahora toca volver a trabajar para reconstruir la institucionalidad del Estado, el tejido social, la ciudadanía que no existe, la política partidaria, la economía sustentable, la armonía entre ecuatorianos; no es poca tarea después de ésta década perdida.

*Ex sacerdote católico, político de izquierda

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