jueves, 10 de agosto de 2017

  
El equilibrio del miedo
Tras diez años de “revolución ciudadana” cargada de autoritarismo y de una corrupción institucionalizada sin precedentes en la historia nacional, sin duda es “el equilibrio del miedo” el que marca el ritmo a las acciones, inacciones, declaraciones públicas, y en definitiva, a todos los hechos que los ecuatorianos hemos atestiguado durante estos dos meses y medio de gestión morenista enfrentada a su mayor enemigo: el correísmo.
09 de agosto del 2017
GUSTAVO ISCH
A diario tomamos decisiones basadas en una evaluación de la situación vista bajo la óptica de nuestros intereses o necesidades. Aristóteles formuló el primer análisis de los “futuros contingentes” al referirse a que lo que puede ocurrir no es necesariamente lo que ocurrirá. Sobre la base del pensamiento aristotélico es que en la actualidad se ejerce buena parte de la política pública.; ello implica una metodología.
Cuando se toma una decisión política, se analiza primero la coyuntura para seguidamente, con el recurso de técnicas especializadas prefigurar escenarios. En éstos, frente al hecho que se analiza, coexisten aliados, adversarios, indecisos, y factores de contexto político, económico y social locales, nacionales y hasta internacionales. De modo que ese futuro contingente es visualizado desde la duda de saber si ocurrirá en la realidad o no, desde el “futuro necesario” que forzosamente vendrá (y del que derivan todas las formas de determinismo y fatalismo, incluida la teoría de la predestinación); y desde el escenario ideal, es decir del máximo positivo que un actor político quisiera que se produzca.
Lo que está ocurriendo en el Ecuador bajo la administración del Presidente Lenín Moreno e incluso desde la campaña electoral que lo llevó a ganar las elecciones, es el resultado de este ejercicio aplicado a diario, y sobre el cual apenas se atisban los datos más evidentes por parte de quienes siguen las noticias y programas de opinión; por fuera de este círculo de interesados  y de involucrados navega otro, inmensamente mayoritario, que está conformado por los desencantados de la política y los que se apiñan en filas de la ignorancia pura y dura, los cientos de miles que siguen sus vidas como si nada.
Una de las técnicas más utilizadas para minimizar la incertidumbre, prefigurar el futuro contingente y tomar decisiones calculadas, es la Teoría de Juegos, y dentro de ella, el teorema del “Equilibrio del Miedo” es uno de los más interesantes recursos.
Una de las técnicas más utilizadas para minimizar la incertidumbre, prefigurar el futuro contingente y tomar decisiones calculadas, es la Teoría de Juegos, y dentro de ella, el teorema del “Equilibrio del Miedo” es uno de los más interesantes recursos. Tras diez años de “revolución ciudadana” cargada de autoritarismo y de una corrupción institucionalizada sin precedentes en la historia nacional, sin duda es “el equilibrio del miedo” el que marca el ritmo a las acciones, inacciones, declaraciones públicas, y en definitiva, a todos los hechos que los ecuatorianos hemos atestiguado durante estos dos meses y medio de gestión morenista enfrentada a su mayor enemigo: el correismo.
La Teoría de Juegos no tiene por finalidad analizar el azar o los elementos aleatorios presentes en una coyuntura, sino de los comportamientos estratégicos de los jugadores. En el mundo real, son muy frecuentes las situaciones en las que, al igual que en los juegos, su resultado depende de la interdependencia de decisiones que toman los diferentes agentes o jugadores. Un comportamiento es estratégico cuando se adopta teniendo en cuenta la influencia conjunta sobre el resultado propio y ajeno de las decisiones propias y ajenas.
En el Ecuador de hoy, puede ensayarse esta metodología teniendo por actores a Rafael Correa, Jorge Glas. Lenín Moreno, Alianza Pais, y la otra oposición (derecha, centro, movimientos sociales, prensa independiente), siendo la corrupción y la crisis económica los factores de contexto que determinan el diseño del juego, sus reglas, sus premios esperados y sus alcances. El ejercicio podría llamarse El juego de la supervivencia, porque es evidente que los actores en el poder y la oposición buscan a toda costa en esta coyuntura, sobrevivir a costilla de los demás; unos por nobles causas, como la defensa de la libertad y la democracia, y otros por sus cálculos e intereses políticos y económicos particulares.
Hay varias estrategias óptimas que cada jugador podría implementar para obtener su máximo provecho; y es muy ilustrativo observar el comportamiento previsto de los jugadores, pues tipos de interacción aparentemente distintos pueden, en realidad, buscar un incentivo similar. No delatar a un compinche puede ser una estrategia óptima para alguien que tiene rabo de paja y sabe que, en represalia, el otro jugador también podría delatarlo a él por sus fechorías. Aquí, las estrategias de ambos jugadores son mutuamente beneficiosas, en tanto son perjudiciales para los otros jugadores.
Bajo esa lógica, quizá resulte más fácil entender a los ecuatorianos cómo es que actores políticos cuyas andanzas en el anterior régimen, no solo que deberían impedirles ocupar altos cargos públicos, sino que son motivo suficiente para que estén enjuiciados, o para que ya se encuentren a buen recaudo en Miami, junto con otros bienaventurados pseudo revolucionarios de la misma calaña.
En política, las decisiones que se toman no siempre son claras, automáticamente eficientes o eficaces, y menos aceptadas por la mayoría. A veces resultan ser misteriosas, contradictorias, incomprendidas y hasta frustrantes para muchos. Esto ocurre precisamente por la dinámica de las distintas estrategias en disputa.
Analistas y gente común eventualmente reclaman decepcionados, rumbos distintos a los que toman quienes ejercen el poder. Sus expectativas parecen estar muy alejadas de lo que hacen quienes manejan los hilos de la vida pública. Así también, muchos de los impactos derivados de las decisiones políticas resultan en verdaderos agravios, deslealtades veladas o abiertas traiciones ante quienes son impactados por lo que creen injusto; de allí la existencia de la oposición y sus diversos matices.
En política, las decisiones que se toman no siempre son claras, automáticamente eficientes o eficaces, y menos aceptadas por la mayoría. A veces resultan ser misteriosas, contradictorias, incomprendidas y hasta frustrantes para muchos. Esto ocurre precisamente por la dinámica de las distintas estrategias en disputa.
Pero la vida no es justa y la política menos aún. La política, en determinado momento, es tan solo un ejercicio administrativo que de manera estratégica conduce por parte de una élite los destinos de las mayorías, incluso por fuera de los intereses colectivos. En ese pantanoso juego de intereses no es raro que paguen justos por pecadores, o que la mayoría de veces la cadena se rompa por los eslabones más débiles, o incluso que nunca las escaramuzas pasen a mayores. Así también, la política es un territorio peligroso en el que muchos personajes son solo fusibles que pueden quemarse en cualquier momento, independientemente de su aparente poder o importancia. Las mafias en la política son especialistas en ofrecer a la masa sedienta de sangre y circo, la cabeza de algún sujeto incluso de sus propios registros contables. “No es nada personal” dirán al desafortunado.    
En este Juego de la Supervivencia Lenin Moreno sabe que su mandato se pone en grave riesgo si mantiene incólumes prácticas corruptas del régimen que lo precedió, su mayor tranquilidad en ese sentido  radica en la debilidad de la oposición tradicional que no le ofrece un frente de conflicto adicional, pero tampoco cabe subestimarla dada la necesidad de ajustes económicos serios; de su lado, el correísmo arrinconado sabe que su estructura está intacta en buena parte del gabinete ministerial, en las finanzas públicas, en la Asamblea, en la burocracia gubernamental y ciertamente en algunos tramos de población.
El manejo de la comunicación política, en ambos bandos, se muestra hasta ahora bastante limitado; en la orilla ovejuna muy lejos está la exitosa campaña de comunicación permanente, en tanto que del lado gubernamental se nota descoordinación y falta de experiencia. Los actos de comunicación de uno y otro lado son por el momento las jugadas más claras de la partida; la política es de barrio bajo en unos, y ambigua en otros. Quizá sea la leve agitación que precede al temporal, o el impensable anticipo de un acuerdo para mantener vivos a un par de vivísimos, que deje al tiempo y las aguas la tarea de limpiar la podredumbre. Una alternativa de alto riesgo.
En el contexto, Odebrecht aparece como el factor no controlable por ninguno de los dos jugadores principales, y por sí solo ha sido capaz de modificar el escenario inicialmente a favor del morenismo, en tanto debilita la imagen de Glas, quien lastima como puñal enmohecido en la espalda del nuevo gobierno.
Adicionalmente, la potencial implosión de novedades en contratos públicos y en la deuda con China fácilmente pueden hacer que todos los dedos apunten hacia Correa como el principal responsable de todo el desafuero de la década pasada.
Adicionalmente, la potencial implosión de novedades en contratos públicos y en la deuda con China fácilmente pueden hacer que todos los dedos apunten hacia Correa como el principal responsable de todo el desafuero de la década pasada.
Es por ello que las transformaciones de fondo parecen estar retenidas, y son más impactantes los discursos en lugar de los actos firmes y realmente esenciales que muchos esperan.
El equilibrio del miedo es la lógica que rige la política ecuatoriana desde mayo de 2017. Casi todos los jugadores principales inmiscuidos en el juego del poder bailan al son que le tocan sus complicidades, sus ambiciones, sus esqueletos en el armario, sus cálculos personales. Incluso corporativamente, organizaciones como Alianza Pais se mojan los pantalones cada vez que el fantasma de Democracia Sí se les aparece debajo de sus camas, mientras chillan conjuros o corren a refugiarse entre sus nuevos adherentes. El equilibrio del miedo insinúa que no se hablará por lo pronto de la indispensable consulta popular para desmontar la red de corrupción institucionalizada que franqueó la puerta al ejercicio del poder totalitario, el cual añora volver a lomo de la reelección indefinida.
Es lamentable que el argumento de la valoración del bien común en función del interés individual no disminuya los comportamientos de los jugadores, y más bien acreciente el problema, pues éstos enfrentan al aprovechamiento del beneficio conjunto de la cooperación con intereses encontrados: el altruismo social en este país absurdo, es una utopía más lejana que la revolución ciudadana cuyos mandamientos recitan algunos jumentos verdeflex, al punto de opinar estúpidamente que el imperativo moral que urge al país es la fidelidad con “el proyecto”, sin mencionar al Ecuador como primordial norte.

El filósofo Inmanuel Kant dijo que es racional hacer lo que te gustaría que todo el mundo hiciera. Si ello funcionase, sería racional cooperar para sacar el Ecuador adelante; pero eso es hacerse ilusiones y las ilusiones nunca son racionales, menos aún en política, y peor aún, cuando es el miedo el factor que define las decisiones que pueden cambiarnos la vida a todos.

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