Cucos y cuquitos
Todo régimen necesita un miedo para asentar su discurso y el de Moreno tiene uno de lujo. El correísmo cometió el error de posicionar -mientras restauraban al “Mesías”- el liderazgo de un tipo desagradable y turbio que arrastra con arrogancia su cola de paja. Voluntariamente le regalaron al sucesor, la encarnación misma de lo deshonesto, sinvergüenza, vulgar y detestable.
07 de agosto del 2017
POR: Fanny Zamudio
Chef. Escritora.
La narración de la frenética defensa de AP contiene en cada frase la invocación a los cucos políticos de su ecléctico inventario: la CIA, los Isaías, la partidocracia, Lasso y, en caso extremo, hasta Bucaram. Esta fórmula lejos de funcionar, resulta cómica para el público que identifica y señala al espanto detestable del correísmo personificando todas las corrupciones. Sabemos ya, que en estos diez años el desfalco triplicó las cifras del temido feriado bancario. Nos consta que el autoritarismo, señal de identidad de la derecha extrema, fue llevado al siguiente nivel por el aparato jurídico de la cleptocracia. A quienes recordamos los tanques frente a la Corte de Justicia nos parecen un chiste comparados con la cooptación descarada de todos y cada uno de los poderes del Estado. Nos consta que los vuelos rateriles de Sociedad Patriótica eran un bingo de parroquia comparados con los negocios que los capos de PAIS hicieron con China y Odebrecht.
Todo régimen necesita un miedo para asentar su discurso y el de Moreno tiene uno de lujo. El correísmo cometió el error de posicionar -mientras restauraban al “Mesías”- el liderazgo de un tipo desagradable y turbio que arrastra con arrogancia su cola de paja. Voluntariamente le regalaron al sucesor, la encarnación misma de lo deshonesto, sinvergüenza, vulgar y detestable. En una tierra de cuquitos paleolíticos y caricaturescos, que ellos mismos exprimieron, dejaron de interlocutor a un monstruo peludo rodeado de diablillos, duendes y alimañas. Señalarlos y acorralarlos no es mérito del Presidente, es apenas, sentido de la oportunidad.
Todo régimen necesita un miedo para asentar su discurso y el de Moreno tiene uno de lujo. El correísmo cometió el error de posicionar -mientras restauraban al “Mesías”- el liderazgo de un tipo desagradable y turbio que arrastra con arrogancia su cola de paja. Voluntariamente le regalaron al sucesor, la encarnación misma de lo deshonesto, sinvergüenza, vulgar y detestable. En una tierra de cuquitos paleolíticos y caricaturescos, que ellos mismos exprimieron, dejaron de interlocutor a un monstruo peludo rodeado de diablillos, duendes y alimañas. Señalarlos y acorralarlos no es mérito del Presidente, es apenas, sentido de la oportunidad.
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