Publicado en Agosto 9, 2017 en La Info por José Hernández
El gobierno de Lenín Moreno encierra muchos enigmas. Hay uno, paradigmático, que ilustra, a la perfección, todas las ambivalencias, dudas, malentendidos que suscita el sucesor de Rafael Correa. Se trata de María Fernanda Espinosa, la Canciller. La mujer cercana a Moreno desde Ginebra. Muy cercana. Tanto que ella comparte gabinete con su esposo, Eduardo Mangas, un nicaragüense que hizo parte del gobierno del nuevo Somoza instalado en Managua: de Daniel Ortega quien, a su vez, tiene a su esposa en la Vicepresidencia.
Mangas es Secretario General de la Presidencia. Y, además del trabajo en la administración, es el hombre que se ocupa de las relaciones con Alianza País. Un hombre bisagra que, al parecer, tiene un pie en cada campo y una esposa que, con independencia y soberanía, manda en la política exterior. Independiente porque si se cree en la palabra de personas próximas al Presidente, Moreno está en desacuerdo con el manejo exterior y tiene profundas divergencias con Espinosa sobre la tiranía en Venezuela. Por ahí empieza el caso paradigmático de la Canciller y, por supuesto, de la incoherencia del gobierno de Moreno. A menos que todo sea muy coherente. En cuyo caso, cabe hablar de ambivalencias y doble discurso.
Vamos a ver. La señora Espinosa estuvo cerca de Moreno en Ginebra. No se trata de proximidad geográfica por haber sido, en ese período, Embajadora Permanente ante la ONU en esa ciudad. Fue cercana porque ella hizo parte, desde antes que Moreno regresara, de su equipo político. Y en este momento, Espinosa no solo es Canciller: sigue siendo parte del primer anillo que tiene el Presidente. Si se suma, porque hay que hacerlo, a su esposo, se puede hablar de una pareja que tiene influencia sobre Moreno.
En esa circunstancia, ¿cómo se entiende que si Moreno tiene discrepancias con la forma como Espinosa dirige la política exterior, no se lo haya comunicado? Personas próximas a Moreno sostienen que el Presidente no ha entrado al capítulo de política exterior. Ese detalle, unido a su extensa agenda, son mostrados como pruebas suficientes para que Espinosa esté lanzando odas a Ortega, apoyando la tiranía de Venezuela, asumiendo como legal la Constituyente fraudulenta de Maduro, repitiendo principios absolutamente aplicables a una democracia, no a una dictadura; criticando a Mercosur por haber expulsado a Venezuela… En definitiva, dejando al Ecuador en un asilamiento casi absoluto como lo prueba la Declaración de Lima hecha ayer (8 de agosto) por los cancilleres de doce países de América latina.
Y si Moreno no tiene tiempo de ocuparse por ahora de la política exterior; en el caso no consentido de que eso fuese verdad, ¿a ninguno de los miembros del buró político, a ninguno de los dirigentes de Alianza País que supuestamente apoyan la ruptura en que anda empeñado Moreno, le importa la posición disparatada de la Canciller? ¿Acaso no hay una incongruencia que clama entre la mano tendida puertas adentro de Moreno y el apoyo al tirano de Venezuela que dice de los opositores sentencias como esta: “terminarán algunos en una celda y otros en un siquiátrico, pero que hay que poner orden”?
La reunión, la semana pasada, de Moreno con el candidato a la presidencia de México, Andrés Manuel López Obrador, quien en su gira se abstuvo de condenar a Maduro, hace pensar que la Canciller no es una rueda suelta. Y que mas bien hay ceguera ideológica o francos secretos inconfesables de miembros de este gobierno con los mafiosos liderados por Maduro y Diosdado Cabello. Si no es así, Moreno tendría que dejar sin piso esta política exterior que causa vergüenza y que, fuera de La Paz y Managua, ya no encuentra eco en gobierno alguno de la región. Que El Vaticano haya sido más frontal con la dictadura de Maduro, da la medida de la insensatez con que se manejan las relaciones exteriores en este gobierno.
Moreno es el único que puede dirimir si Espinosa es una rueda suelta o si es megáfono de su gobierno en política exterior. De paso, podría decir qué papel juega su Canciller, en política interna, cuando se obstina, como lo hizo en esta entrevista de Telesur, en ignorar las razones de Moreno y prima las del ex presidente. Desde el minuto 18, se puede oír su explicación de por qué hay deuda en Ecuador y recitar las falacias que construyó Correa. No las causas que explicó Moreno. También defiende a Glas, desconociendo las razones que, finalmente, condujeron a Moreno a retirarle las funciones. Es aleccionador verla criticando implícitamente a Moreno dizque por ventilar las contradicciones fuera del partido. Como si Moreno fuera en Carondelet un militante de AP y no el Presidente de todos los ecuatorianos. Todo esto lo dice la Canciller con gran soberanía…
Si un miembro del equipo de confianza de Moreno se maneja con tanto desparpajo en cuestiones internas y externas, no puede sino sumar preguntas a los enigmas que hay en e gobierno de Moreno. Empezando por dos: ¿quién es el presidente para María Fernanda Espinosa? ¿Responde por lo que dice y hace ante alguien en este gobierno?
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