lunes, 28 de agosto de 2017

Alianza País en el ocaso de su caudillo


lunes, 28 de agosto de 2017

Es por decir lo menos lamentable que A.P siga imponiendo el ritmo del debate político, incluso en el momento de su ocaso. Este escenario muestra la precariedad de la organización política de la sociedad ecuatoriana. Al final, lo único que se discute son las broncas internas del movimiento de gobierno: sus negociaciones, sus conspiraciones, sus reconciliaciones, sus separaciones, etc. Tristemente, los diez años de A.P. causaron que todo el movimiento político de la sociedad ecuatoriana haya sido reducido al destino del movimiento en el gobierno.
¿Cómo entender este empobrecimiento de la política ecuatoriana?
Equivocadamente se piensa que es el movimiento Alianza País el que determina el juego político de sus fracciones y miembros, es decir, que es esa composición ideológica bizarra, que va de la extrema izquierda a la extrema derecha, la que provoca y define los conflictos internos al movimiento, que en estos días más que nunca observamos. Esta idea parte de otro error conceptual, creer que Alianza País era un todo político que determinaba el comportamiento y articulación de sus partes ideológicas. Al contrario de esta perspectiva teórico política, fue una de sus partes ideológicas la que surgió como núcleo autorrelacionado que sobredeterminó la red de su relaciones con las otras. Más aún, este núcleo ni siquiera es una fracción ideológica, sino un individuo: el caudillo. Es así el caudillo, una parte ínfima del movimiento, el que subsumió bajo de sí la totalidad política de la cual surgió. Es Rafael Correa la particularidad que sintetizó esa amalgama ideológica que es A. País y la sometió a su autorreferencialidad narcisista.
Lo dicho explica porque es tan difícil, sino imposible, ubicar ideológicamente a las fracciones que en el actual contexto de conflicto interno aparecen enfrentadas. No está nada claro cuál es la disputa ideológica de los distintos grupos dentro de A. PAIS que están en conflicto. Por ejemplo: No se sabe qué es lo que defienden políticamente los tres miembros (Patiño, Pabón y Hernández) que acaban de renunciar a sus funciones dentro del Gobierno. Más allá de su retórica de defensa de los logros de la “revolución”, sabemos que en el anterior gobierno ellos defendían toda las decisiones política de Correa, sean o no coherentes con la ideología de izquierda. Nunca dijeron nada en contra de la firma del Tratado Comercial con la Comunidad Económica Europea, ni de la ampliación de la frontera extractiva, ni de la criminalización de la lucha social, ni del endeudamiento externo, ni de los coqueteos en los últimos años con el FMI y otros organismos financieros, ni de la entrega de los bienes del país al capital chino, solo por poder algunos casos.
Tampoco se explica que en la supuesta línea de la “izquierda radical” del movimiento, que se alinea con el expresidente, se encuentre juntos los tres militantes mencionados, las asambleístas Soledad Buendía, Gabriela Rivadeneira, Marcela Aguinaga, Viviana Bonilla y el mismo Jorge Glas. De lo que se sabe vienen de historias distintas, de visiones ideológicas al menos distantes por no decir antagónicas. Esto solo se explica porque no hay tal línea de “izquierda radical”, ni defensa de la “revolución”, lo que hay es defensa de esa particularidad caudillista que les da existencia política.
Lo que alguna vez fue el proyecto de la Revolución Ciudadana, de alguna manera expresado en la Constituyente de Montecristi, terminó retroactivamente determinado, manipulado y transformado por el caudillo. Es en esta determinación retroactiva que las ideologías que en el inició formaron alianza País se convirtieron en un primer momento en el credo correísta; basta recordar que en los 8 últimos años de la década que gobernó Correa prácticamente se eliminó el debate, no solo al interior de A.P. sino incluso en toda la sociedad ecuatoriana. La única ideología existente era el correísmo. Todo las acciones tomadas en esta última década, valga decir en función de la ampliación y actualización del capitalismo, se justificaban en lo que decía Correa, quién se autoproclamo revolucionario. En un segundo momento de determinación retroactiva de las diferencia ideologías por parte de caudillo, en su momento de retirada, la ideología se fractura en correístas y morenistas. En el momento actual el debate es así de miserable.
Como en realidad no fueron las distintas ideológicas de los grupos políticos, que conformaron Alianza País en su origen, las que postularon a su máximo líder, sino que fue el máximo líder el que postuló ideológicamente a sus miembros, hoy el debate ideológico es entre correísmo y morenismo. Poco o casi nada se habla sobre cuál es el proyecto político de Correa y cuál el de Moreno y sobre todo cuáles son sus proyectos económicos para el país, en donde particularmente veo una continuidad de la dominación capitalista.
La confrontación actual de sus militantes, que ya se anunciaba, no responde a sus posiciones políticas e ideológicas de origen (izquierda, socialdemocracia, derecha; socialcristianismo, democracia cristiana, izquierda democrática, MIR, Alfarismo, etc.) Simplemente busca sobrevivir políticamente e incluso material y socialmente apegándose Correa o a Moreno, no a sus proyectos, sino a ellos como particularidades de reconstitución de un nuevo campo político que ellos sobredeterminen y que les otorguen la causa de su existencia política.
En conclusión, el debate de Alianza País no es entre la “izquierda” de Correa y la “traición” de Moreno, es la disputa de un movimiento que se quedó sin el elemento (caudillo) que le daba coherencia. Lamentablemente esta disputa que atraviesa el país entero. Es este el triste legado de los caudillismos.
Publicado por Natalia Sierra en 8:59

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