domingo, 20 de agosto de 2017

El viaje a Bélgica: un burdo y grosero acto de insolencia

  en La Info  por 
Todo lo ocurrido alrededor del viaje a Bélgica de Gabriela Rivadeneira y Ricardo Patiño constituye un brutal acto de insolencia política. No es  la primera ni será la última vez que un grupo de políticos insulten a los ciudadanos, pero es difícil recordar un episodio en el que la insolencia haya sido ejercida de forma tan descarada y desafiante.
En un inicio, los dos protagonistas, Gabriela Rivadeneira y Ricardo Patiño, anunciaron el viaje asegurando que se trataba de un esfuerzo para reconciliar a los dos líderes de la revolución ciudadana: Rafael Correa y Lenín Moreno. Patiño, quien es consejero de la Presidencia y como tal tiene responsabilidades políticas y administrativas con el Presidente, dijo muy suelto de huesos y sin ruborizarse a un grupo de periodistas que el viaje tenía el apoyo de Moreno quien, según él, estaba de acuerdo y celebrara el esfuerzo.  Cuando Moreno sacó un comunicado desmintiendo a Patiño y diciendo que el viaje era una iniciativa privada que no tenía ni su autorización ni su apoyo, los viajeros quedaron desautorizados y sin piso. Pero eso no fue en lo más mínimo un problema para ellos. Rivadeneira puso un mensaje en su cuenta de Twitter asegurando que el viaje no era una mediación, como había dicho antes de la desautorización presidencial, sino un encuentro con el líder máximo de la revolución ciudadana. Patiño, por su lado, no se molestó en hacer ninguna aclaración o explicación y siguió con su plan de viaje como si nada. Más o menos que se jodan todos.
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Luego vino el tema de los pasajes que resultaron ser de primera clase y que costaban alrededor de 6 mil dólares cada uno.  ¿Quién los pagaba?  Frente a las versiones que circulaban en redes sociales, de que habían sino los chinos los que habían puesto el dinero, apareció la secretaria de Gestión Política, Paula Pabón, asegurando a los periodistas que, como se trataba de un tema público, era el Estado el que corría con el gasto. Pabón o no había escuchado al presidente Lenín Moreno, su jefe, o no es capaz de entender nada de lo que ocurre a su alrededor. No hay otra explicación.  No solo fue inexplicable que luego de que el Presidente había dicho que el viaje era un tema privado, la ministra sostenga exactamente lo contrario, sino que asuma como normal que un acto partidista tenga que ser sufragado con el dinero de los contribuyentes. ¿Sabe Pabón la diferencia entre lo público y lo partidista? ¿No es capaz siquiera de intuirlo? Y para cerrar el episodio aparecieron las fotografías de Patiño instalado cómodamente en primera clase. ¿Los contribuyentes fueron consultados si su dinero debía ser invertido en ese viaje? ¿Y en primera clase?
Hasta entonces todo había sido insolencia y de las más burda y grosera.  Rivadeneira cambiando  su versión del viaje luego de la desautorización presidencial, Patiño sin explicar las razones por las que había dicho que viajaba con la bendición de Moreno, Pabón afirmando sin empacho alguno que los ecuatorianos pagarían el viaje a pesar de que el Presidente había dicho que es un tema privado y, por último, las fotografías de Patiño disfrutando de los puestos más caros del avión.  Todo esto ocurrió, además, prácticamente en vivo y directo y en la cara de los ciudadanos gracias a la inmediatez y a la potencia de las redes sociales.
El episodio fue insolente porque sus protagonistas no guardaron el más mínimo respeto ni con sus mandantes ni con con sus responsabilidades administrativas. A Patiño le importó un bledo la aclaración de Moreno, Pabón no tuvo el decoro de alinearse con la posición de su jefe y ninguno de los viajeros tuvieron la decencia o la sensibilidad de pagar los pasajes con su propio dinero o el de su movimiento político. Ni siquiera tuvieron el detalle de explicar el origen de los recursos.
Todo lo ocurrido demuestra lo profundamente arraigado que ha quedado entre los administradores del Estado la cultura política del correísmo, según la cual todo aquello que es partidista es público.  Si Alianza País tiene un problema y hay que solucionarlo pues que lo paguen los contribuyentes. Normal: Alianza País es, para ellos, el país.  Si Luis XIV decía el Estado soy yo, los Patiño, las Pabón y las Rivadeneiras del siglo XXI dicen el Estado es Alianza País.
De todo esto Lenín Morendo tampoco queda libre de toda responsabilidad. ¿Cómo es que no sanciona a su Secretaria de Gestión Política ni a su Consejero de Gobierno por haberlo contradecido pública y descaradamente?  Si la aclaración sobre el viaje de Patiño y Rivadeneira había sido un oportuno y hábil gesto político, su inacción frente al desafío de sus subordinados deja golpeada su autoridad. ¿Cómo es que permite que se paguen los pasajes con dinero del Estado?  ¿No puede dar una orden para que no se haga el desembolso?  El pago de los más de 6 mil dólares por cada uno de los pasajes es una ofensa para un país que ha sido saqueado por corruptos y derrochadores. La más mínima responsabilidad y sensibilidad exigía un ‘no se paguen’ esos pasajes. Pero no.
El episodio del viaje de Rivadeneira y Patiño, por último, desnudan el estado de indefensión de la sociedad ecuatoriana.  ¿Hay alguna forma en la que los ciudadanos puedan exigir que se devuelva el dinero que, aparentemente, se gastaron en los pasajes y seguramente también en los viáticos?  ¿Si es cierto que los chinos pagaron el viaje, como también se dice, hay algún mecanismo por el que la sociedad pida una explicación sobre eso a los beneficiarios de los pasajes en primera clase?

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