jueves, 4 de octubre de 2018

Presidente, ¿remezón o barahúnda?

  en Conexiones4P/Elenfoque  por 
Presidente,
Usted parece llamado a provocar un gran remezón en el gobierno y en la sociedad. O a administrar momentos que podrían ser dramáticos en su mandato.
Pongámoslo así: una sociedad que confronta rupturas de fondo, es una sociedad dubitativa y temerosa. Y también nerviosa. Desde el 24 de Mayo del año pasado –para ser fiel con el calendario oficial– Ecuador vive en un tobogán emocional. Usted por muchas razones –sobre todo de conveniencia política– rompió con su compañero de partido. Usted dijo cosas que en el país se sabían pero que muy pocos pensaron que saldrían directamente desde Carondelet: el autoritarismo, las cifras falsas de la economía, la corrupción… Usted contribuyó, en forma decisiva, a que el país saliera del ensimismamiento autoritario en el cual lo había sumido el aparato de propaganda correísta.
A esa ruptura, se sumó el fin de la bonanza económica que el correísmo desperdició. Dos eventos que sacudieron al país y que hicieron pensar a muchos, por un momento, que se bastaban a sí mismos para marcar los nuevos derroteros. Total, se trataba de volver a la normalidad democrática. Pero no: salir del correísmo, asumir secuelas y facturas y superarlo, es todo un programa. En otros países, con traumas más o menos parecidos, estos períodos se manejan como una transición. Y se viven como un proceso que se piensa, se prepara, se propone, se debate, se acuerda, arranca, se consolida, se divide en etapas, tiene fecha de cierre… Y, claro, un proceso de este tipo requiere un gran liderazgo. Que no puede ser otro que el suyo, Presidente.
Durante meses se preguntó –en este medio lo hicimos– cuál era el papel de su gobierno tras diez años de autoritarismo. Y personas de su equipo, respondieron que no solo lo estaban pensando sino que  incluso le iban a buscar un lema: algo que lo singularizara; que no lo limitara a ser un gobierno de transición. Algunos entendían que debían, desde los pasillos oficiales, servir y recomponer la tendencia. No era evidente entonces y, al parecer, no es evidente ahora, que su gobierno tiene que asumir ese rol.
Las circunstancias, desde el inicio, y más ahora, imponen el perfil de su administración: un gobierno de transición. Ese estatus define un período, una misión, un tipo de tareas, un prototipo de liderazgo. Es evidente, Presidente, que a pesar de las responsabilidades que le incumben por haber hecho parte del correísmo, usted y su gobierno no pueden hacerse cargo de todas las facturas y costos de la década pasada. Esa gestión es nacional, puede ser dolorosa, es compleja, es altamente política y requiere de un acompañamiento social y político pues no basta transparentar las cuentas y pedir justicia contra los correístas que abusaron y robaron. Hay que reinstitucionalizar el país y reactivar la economía; hay que luchar contra la corrupción y negociar los nuevos equilibrios y controles que siempre requiere el poder. Dicho de otra manera, usted tiene que liderar un proceso que no beneficia a ningún ciudadano en particular, pero que le conviene a todos. En esa tarea su gobierno ha perdido mucho tiempo, pero a usted le quedan dos años y siete meses.
Y esto solo lo podrá hacer si el país ve, en forma tan diáfana como lapidaria, que a usted y al personal de su gobierno solo los mueven esas tareas, esos intereses. No la tendencia política; no las próximas elecciones; no las licitaciones. Se entiende, Presidente, por qué en este período de alta densidad política, su perfil no puede ser el de un ser misericordioso y bonachón, sino el de un líder que tiende puentes, acerca posiciones, obtiene concesiones, se juega por causas que ya no son suyas: son las que le imponen al país el momento político y el ánimo depresivo, fruto de la crisis económica.
Si no hay un remezón en su gobierno, si no acota las tareas a las que el país requiere (no al Plan Toda una vida), el distanciamiento entre usted y la opinión podrá ampliarse y convertirse en pan bendito para los promotores del caos que, con perfume belga o sin él, ahora pululan.
Si su gobierno no se asume como uno de transición y si su perfil no cambia, será imposible ejecutar un acuerdo mínimo nacional sin el cual Ecuador no saldrá. Y a usted, Presidente, le corresponde liderarlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario