“Estoy de acuerdo con la tortura”, “sería incapaz de amar a un hijo homosexual, “yo a ti no te violo porque no lo mereces”, “son indios hediondos, no educados y no hablantes de nuestra lengua, que poseen el 12% de las tierras brasileñas”, “(los migrantes) son la escoria del mundo que está llegando a Brasil”. Estas desatinadas declaraciones, entre tantas otras, corresponden al candidato Jair Bolsonaro, favorito para ganar la presidencia en el país carioca.
Sorprende su electorado, pues el contenido de su propuesta económica es abiertamente neoliberal (profundizar la explotación petrolera y minera, liberalización de la economía, reducción del tamaño del Estado, precarización laboral, profundización de relaciones comerciales y militares con los Estados Unidos de Norteamérica, etc.), mientras que su propuesta política e ideológica ultraconservadora es una peligrosa mezcla de violencia, homofobia, machismo, racismo y xenofobia.
Las preferencias electorales a favor de Bolsanaro no representan una adhesión a su propuesta, sino constituyen un voto rechazo contra el agotado progresismo corrupto representado por Lula Da Silva y Dilma Rousseff, es un voto contra el partido de ellos que gobernó el Brasil por más de una década.
Ese progresismo populista e impopular, en crisis a partir del año 2014, que falsificó las ideas y símbolos de izquierda, es el responsable de que los electores busquen a otros populistas, reaccionarios y neoliberales como sus reemplazantes. Esa crisis política está distorsionando y deformando aún más el sistema representativo democrático.
Mas los neoliberales y ultraconservadores tampoco son la alternativa, basta con mirar a Argentina que atraviesa una aguda crisis económica y social asfixiada por la devaluación de su moneda, el desempleo, la corrupción y por una altísima deuda externa.
Las lecciones están planteadas para el Ecuador y los países del planeta, el progresismo (de Correa, Maduro, Krichner, Evo y Lula) no constituyó la superación a los problemas que tienen los pueblos, pero tampoco la solución es la extrema derecha. Urge una propuesta política alternativa que transforme realmente las relaciones de poder.
Ultraconservadores y neoliberales juegan al péndulo político, desvergonzadamente se autoproclaman como el cambio y la actualidad, más la indiferencia a esos apetitos deben encender las alarmas de una nueva catástrofe a la humanidad.
Bolsonaro pone en riesgo la frágil democracia latinoamericana y la paz del mundo, junto a otros mandatarios del planeta construyen Estados que apestan a fascismo.
Es hora de rechazarlos, es hora de actuar.
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