Brasil, ¿eligió el fascismo?
Brasil, país más grande de América Latina, voto por un gobierno ultraderechista que impondría un estilo de gobernanza de corte fascista bajo un régimen conservador que añora la dictadura de los “gorilas brasileños”, como se llamó a los militares que gobernaron el país desde 1964: “El error de la dictadura fue torturar y no matar”, afirmó Jair Bolsonaro, flamante presidente electo de Brasil, en clara añoranza por el régimen terrorista de los años sesenta.
Al tenor de una campaña caracterizada por la violencia física y verbal, la desinformación en las redes sociales y las actitudes antidemocráticas de Bolsonaro, el candidato derechista hizo una arenga de claro corte nacionalpopulista que refleja el aspiracional político del ex capitán de ejército y que se resume en la imperativa afirmación: “Vamos a barrer del mapa a los bandidos rojos. O van presos o marchan al exilio”, amenaza que forma parte del conspicuo lenguaje terrorista de derecha. La propaganda electoral fue amplificada en la caja de resonancia de una campaña del terror en la que el componente populista deportivo y religioso no estuvo ausente, a través de redes sociales bajo la forma de fakenews, o noticias falsas, que se viralizaron a través de Whats App con mensajes como “Con Bolsonaro, Brasil volverá a ser campeón” o “Brasil por encima de todo, Dios por encima de todos”.
El triunfo electoral de Bolsonaro estimula el auge de la ultraderecha en un continente encaminado por el sendero de la restauración conservadora que en Brasil, augura el retorno a una política de privatizaciones neoliberales contra el inmenso y rígido sector público. “No podemos seguir coqueteando con el socialismo, con el comunismo, el populismo o el extremismo de izquierda”, sugiere Bolsonaro con evidente postura anticomunista, de nuevo cuño, en la región sudamericana que parecía haber superado esos paradigmas ideológicos.
De manera irónica, Bolsonaro ha dicho que su Gobierno será “constitucional y democrático”, confirmando que también la democracia se pierde “democráticamente” cuando un pueblo vota en contra de esa forma de convivencia, en nombre de la propia democracia. Los resultados de esa votación dan al candidato del Partido de los Trabajadores un 44% de la población que sufragó por sus propuestas. En ese espectro el gobierno de Bolsonaro no tendría un panorama fácil con un parlamento numérica y políticamente adverso en el que el PT es la primera fuerza, ahora opositora: “Hay que garantizar la pluralidad política y respetar la oposición que se formará”, dijo Fernando Haddad luego de reconocer la derrota.
Brasil ha votado por un discurso de índole fascista como promesa de solución a su problemática nacional, en momentos en que se encuentra inmerso “en una inédita crisis política, económica e institucional”. La tierra de la samba no bailará a ritmo de mejores cadencias políticas, porque lo peor está por venir. Una realidad que se resume en el temor de una humilde mujer que, después de conocer el resultado de las elecciones, expresó: “Tengo miedo a revivir el periodo más oscuro de nuestra historia”.
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