domingo, 11 de febrero de 2018

Tras bambalinas



Publicado el 10 febrero, 20189 febrero, 2018 por AGN
[Alberto Ordóñez Ortiz]
El 4 de febrero fue un día decisivo. Tricolor. Concluyente. Una vez conocido el resultado de la consulta, se desencadenó una fiesta nacional en la que hubieron tarimas, vacas locas, andanadas verbales, compases y descompases. Hubo que apretar los puños para que la fiesta se realizara sin contratiempos y tuvimos que rogar -por ejemplo- para que el Patiño, correa en mano, diera rienda suelta al pase de baile de su autoría: el hoy conocido como la vuelta sin vuelta de la valija diplomática. De igual manera, hubo que rogar también que los miembros del Consejo de Participación Ciudadana se integraran al baile, aunque se dice que estaban alicaídos, con soroche disfuncional, porque la fórmula con que nombraron al Pólit no cuadra, ni quitando el número que pensaron que, debe haber sido muy alto, porque esas cosas siempre ocurren en las alturas que es, precisamente, donde muchos se pierden en la espesa bruma de la ofuscación. Bueno, con la mar de nombramientos, los errores son inevitables, como inevitable es que desde ya se les diga: “las cuentas claras y el chocolate hirviendo”. Cierto es que no todos pudieron sumarse a la fiesta, porque [cranear] cómo darse a la fuga en un momento en que todos están controlados en sus más mínimos movimientos, incluso en el de contar o descontar, debe ser cosa más que seria. Tampoco pudieron sumarse los que ocuparon las más altas funciones, porque supieron y saben que cuando se cae de semejante altura, no queda ni la cédula, ni nada de nada mismo.
Antes de los resultados, no faltaron, porque así ha sido siempre, los despistados que estuvieron sumamente ocupados en la delicada tarea de deshojar margaritas, marilús y las que asomaran, que dicho sea de paso no es lo mismo que desflorarlas, -aunque los despistados -precisamente por despistados- aseguren que es igual-; porque allí sí, la cosa cambia y se convierte en impudicia pública agravada por ser a vista y paciencia de las “ciudadanas y ciudadanos”, expresión esta última que es viva expresión de una clara defraudación semántica que evidencia que se llevaron todo y no dejaron de malversar ni siquiera a la indefensa gramática.
Como para nuestra mala suerte, el manto del secreto dominó el evento, resultó un misterio saber si los ambivalentes, incluido el pueblo costeño, el serrano, y demás compatriotas, estuvieron con el sí o con el no. Así fue como nos quedamos con la duda cartesiana que plantea la expresión “cogito, ergo sum”, de Descartes, cuya traducción literal es “pienso luego existo”, porque en verdad [existen] los que con el pretexto de sostener que no sólo de pan vive el hombre se llevaron los fondos públicos y ahora mismo haya quienes prevalidos de su derecho al paraíso, los enviaran a los paraísos fiscales.
La suerte está echada. No nos queda sino que jugar con el fuego de una fiesta que no termina, porque hay que saber que sólo jugando con él, el hombre salió de las cavernas, aunque algunos sigan en ellas. Entonces, a prender la primera chispa para ver qué diablos pasa en el horizonte de los acontecimientos que se vienen a paso de vencedores. El pueblo cumplió. Ahora le toca al presidente. (O)

No hay comentarios:

Publicar un comentario