Para limpiar el lodazal del correísmo
Todos retozaron en el frenesí del gasto estatal. Se han regodeado en el lodazal. En repartición de contratos. En coimas. En sobreprecios. En gastos reservados. En mega sueldos para el marido, la esposa y de seguro el mozo o la moza. Total, se crearon puestos en el gobierno para que todos ganen. En el albañal en el que convirtieron el manejo del dinero fiscal, todos bajaron a las alcantarillas para embarrarse, para recibir dinero, para garantizar impunidad, para rescindir todo rezago de moral.
Pólit, aquel al que un zalamero y cínico Correa masajeaba por su complicidad, nos recordó que no hay nadie que tenga la cara limpia y el alma honrada. Los correístas que han pululado en Carondelet royendo el poder, que de secretarios resultaron presidentes o directores de alguna entidad de control y de allí se convirtieron en pasa sillas de Palacio, forjadores de golpes de Estado, Fiscal o presidente de aseguradora, fueron sobornados con gastos reservados. Fueron tránsfugas de la moral. Ninguno está libre de las manchas y el hedor que deja la corrupción.
Esos raquíticos de la vergüenza, llamados vocales, títeres del teatrino llamado Consejo de Participación Ciudadano, procesaron los nombres de los corruptos que debían ocupar los puestos para investigar a los otros corruptos. Diez años de esta ignominia. Para proteger a los compinches, toda la estructura administrativa y judicial se dedicó a enjuiciar a los inocentes. Cuántas almas torcidas fueron útiles para la truculencia de la revolución corrupta.
El presidente Lenín Moreno tiene aún la oportunidad de incurrir de lleno –sin reparos, sin rezagos– en la “heroica traición” de hundir ese modelo fracasado en lo económico, autoritario y represor en lo político y profundamente inmoral. No solo por ladrones sino por haber colocado al País en el lado oscuro –en el chavismo– que lleva a defender, como lo hacen con cinismo la vicepresidenta Vicuña y su canciller Espinosa, al gobierno venezolano, corrupto y represor máximo. Eso es también corrupción, mental e intelectual.
La sociedad ha ganado espacios para incursionar en el desmontaje de esa estructura de corrupción, por el resultado exitoso de la Consulta. No obstante que debe eliminarse el Consejo de Participación Ciudadana, con una reforma constitucional (porque expresa la estatización, la subordinación de la sociedad civil a la manipulación politiquera) en lo inmediato hay que agilitar el paso para integrar el Consejo Temporal. Los partidos no gobiernistas, que tienen representación en la Asamblea, deben ofrecer sus votos por los primeros de las ternas enviadas por el Presidente, sin condiciones y mientras más pronto mejor para evitar que los traficantes de su voto tengan opciones de chantajes. La urgencia de organizar el Consejo Temporal es para que se inicie, sin dilación, el proceso de saneamiento, para que se proceda a sacar, sin excepción, a todos aquellos que ocupan puestos de entidades u organismos cuya integración es competencia del Consejo de Participación Ciudadana. Excusar a alguno, buscarle mérito a alguno de los que deben ser evaluados, sería muestra de ingenuidad y falta de sensibilidad con la evidencia de que todos tienen manchas en su moral, sino dinero turbio en los bolsillos, compromisos con alguna facción de las mafias o alguna forma de complicidad o encubrimiento.
Habría que esperar que no aparezca, en el funcionamiento de la Comisión Temporal el espíritu de leguleyismo que boicoteé la urgencia de fumigar el correísmo de las entidades de control y consejos, crear las condiciones funcionales para que se investigue y se enjuicie a los autores de negociados conducidos y usufructuados desde Carondelet.
Las muestras de la incapacidad de Moreno para comprender que debe poner a su gobierno en la posición histórica de la transición de un modelo corrompido y empobrecedor hacia un gobierno que coloque al Ecuador en la línea de la mayoría de países latinoamericanos que asientan su desarrollo en sólidas instituciones de la democracia y en la virtuosa inversión privada, eleva la esperanza en lo que la Comisión Temporal pueda hacer, con la legitimidad de las inmensas expectativas que genera. Para que sacuda con fuerza toda la estructura estatal, para que salte por los aires la peste que la secuestró y puedan sentarse en los puestos de Fiscal, Contralor, Defensor del Pueblo, Superintendentes, Consejo Electoral, Consejo de la Judicatura, personajes impolutos, íntegros, decentes.
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