Nombrar al hijo de Vinicio Alvarado en Alemania parece chiste
El nombramiento del hijo de Vinicio Alvarado como tercer secretario de la sección consular de la embajada del Ecuador en Alemania es uno de los tantos hechos que hacen difícil entender al gobierno de Lenín Moreno.
Es posible que para hacer el nombramiento hayan pesado razones políticas, como por ejemplo devolver algún favor al gurú de la propaganda y la imagen del gobierno de Rafael Correa. O quizá generar un compromiso que lo mantenga fuera de la campaña conspiradora y de desprestigio que el ex Presidente ha montado desde Bruselas donde, dicho sea de paso, también han sido nombradas como diplomáticas al menos dos personas en cuyas hojas de vida lo más destacable es haber sido funcionarias de la más absoluta confianza de Rafael Correa.
Pero las razones políticas del nombramiento del hijo de Vinicio Alvarado, quien estudió comunicación en la Universidad de Marburg y que actualmente estudia cine en la Universidad Libre de Berlín, en Alemania, es un tema que únicamente tienen relación con las estrategias del nuevo gobierno que nada tienen que ver con el interés de la sociedad. El verdadero problema con este nombramiento es que, desde un punto de vista público, no tiene presentación diplomática ni ética.
Vinicio Alvarado fue durante los 10 años del gobierno de Rafael Correa el eje creativo de la más descomunal y millonaria campaña de propaganda que haya existido en la historia del país. Se trata del artífice intelectual del estado de propaganda y un emblema viviente de una forma muy particular de administrar lo público en el que se busca beneficiar a ciertas empresas amigas en los contratos con el Estado. Premiarlo con un cargo para su hijo en la Embajada en Alemania, por todo esto, es un contradicción ante los anuncios de cambio hechos por Moreno.
Pero eso no es todo. Vinicio Alvarado, independientemente de los excelentes negocios que sus empresas de publicidad hicieron durante los 10 años de correísmo, debe haber sido uno de los funcionarios con mejor sueldo y que más tiempo duraron en el anterior gobierno. Dar ese nombramiento a su hijo, a manera de chaucha, para que pueda estudiar cine en Berlín es una bofetada y un insulto para todos los padres ecuatorianos que quisieran pero que no pueden financiar los estudios de sus hijos en un país como Alemania. Es imposible creer que Alvarado no tiene los recursos económicos para pagar la carrera de su hijo, que puede tener todo el talento y los méritos posibles del mundo. ¿Es justo que las aspiraciones profesionales del hijo de Vinicio Alvarado sean pagadas con el dinero de todos los ecuatorianos porque se le deben favores políticos a su papá? ¿El hijo de Alvarado va a trabajar efectivamente en el consulado de Berlín o va a estudiar y pagar los estudios con su sueldo del consulado?
Pero si el nombramiento del joven Alvarado carece de cualquier ética pública, también es escandaloso que su padre se haya palanqueado el nombramiento o que haya permitido que se lo dieran. Que se haya producido el nombramiento es, desde este punto de visto, una evidencia de cómo asumían lo público los funcionarios del correato como Vinicio Alvarado, y del grado de sensibilidad que tienen con el manejo de los dineros del Estado. Un poco de vergüenza hubiera bastado para que nadie estuviera hablando de este tema.
Que el gobierno de Lenín Moreno haya hecho el nombramiento puede resultar decepcionante para quienes pensaron que se abría una etapa de cambio y renovación en la forma de administrar el Estado. Se evidencia así que el aparato burocrático, que es financiado con dinero ajeno, no solo que sigue siendo el espacio de clientelismo político que Ricardo Patiño llevó al paroxismo durante los seis años que fue Canciller sino que, además y para colmo, ahora sirve para beneficiar a los personajes más emblemáticos de lo peor del correísmo.
Con el nombramiento de Alvarado se suman nuevas interrogantes al manejo del Ministerio de Relaciones Exteriores cuya cabeza, María Fernanda Espinosa, debe algunas explicaciones al país. ¿Cómo es que, por ejemplo, nombró a dos personas cuyo mayor mérito en sus hojas de vida es haber sido secretaria de Rafael Correa y ama de llave de Carondelet durante esa Presidencia? El ex presidente ha convertido a su estadía en Bruselas en una auténtica operación conspiradora y de desprestigio del gobierno de Lenín Moreno: enviar a la misión diplomática en esa ciudad a dos personas que podrían estar colaborando con él es inexplicable.
El servicio diplomático ecuatoriano fue devastado por Ricardo Patiño quien, como canciller, montó un inmenso operativo clientelar que consistía en dar cargos diplomáticos de acuerdo a las necesidades políticas domésticas. No solo que destrozó la institucionalidad del servicio exterior ecuatoriano sino que lo convirtió en una enorme carga para el erario nacional. Para muestra un botón: el presupuesto ejecutado del 2015, bajo la tutela de Patiño, fue de 160 millones de dólares mientras que el presupuesto del Ministerio de Relaciones Exteriores durante el gobierno de Lucio Gutiérrez fue aprobado por el Congreso en 82,9 millones . Si se ve el presupuesto de la Cancillería colombiana, se observa que su presupuesto alcanza más o menos 99 ó 100 millones; una cantidad inferior a la del Ecuador, un país mucho más pequeño y con menos recursos.
Hasta ahora no hay muestras que de que exista voluntad política de volver a institucionalizar el servicio exterior ecuatoriano y lo que ocurre con el hijo de Vinicio Alvarado constituye una señal desalentadora para quienes pensaban que algo iba a cambiar.
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