No hay alternativa: que se vayan los tres
Carlos Baca Mancheno, Fiscal General de la Nación, disparó esta mañana un bazukazo contra José Serrano y Carlos Polit: reveló una conversación privada entre ellos, en la cual el Presidente de la Asamblea y el ex Contralor del Estado, ahora prófugo en Miami, comparten códigos, llegan a acuerdos y fijan mecanismos con un objetivo: sacarlo de la Fiscalía General.
Nada en esta conversación, que Baca Mancheno no dijo cómo obtuvo, es institucional. El Fiscal revela la grabación para defenderse personalmente de una posible acusación de peculado. Serrano no se conduce como Presidente de la segunda función del Estado. Ni Pólit como el alto funcionario que fue durante diez años. Los tres son protagonistas de una guerra de poder, de impunidad y de silencio que, por su naturaleza, es similar a la que libran las mafias. Baca Mancheno usa la Fiscalía, Serrano la Asamblea Nacional y Pólit la información que posee.
¿Qué los une? Dos elementos: que tuvieron que ver con la era de Rafael Correa y la ola de corrupción por la cual están siendo investigados e incluso Pólit fue procesado. Y que todos están apostando –en un intrincado juego de alianzas y traiciones de geometría variable– a quedar bien parados en este gobierno. Eso incluye la necesidad, para los tres, de mercadear bien el poder que tienen y la información que administran.
¿Qué los separa? Que no se pueden salvar en bloque. Salir bien parados implica borrar del escenario al adversario, cortocircuitar las investigaciones que tienen encima, lavar su imagen y, en el caso de Baca Mancheno y Serrano, escoger bien a sus aliados con la expectativa de seguir en el poder. Además, el Presidente de la Asamblea no solo quiere seguir en su cargo: quiere perfilar una candidatura a la Presidencia de la República en 2021.
En esa perspectiva, se entiende que Serrano diga a Pólit que Baca Mancheno es peligroso. Lo es para ellos porque en la Fiscalía procesan algunas investigaciones en su contra que podrían llevarlos a la cárcel. Baca Mancheno sabe, por su lado, que si prosperan las investigaciones que Tania Moreno, fiscal subrogante, abrió contra él, pierde el cargo y tendrá que responder por peculado y otros posibles delitos.
El bazukazo de Baca Mancheno no termina la guerra. La aviva. Serrano anunció una intervención para hoy a las 17:00. Lo hizo en ese tono marcial y patriótico, propio de los políticos que libran batallas desesperadas y personales enarbolando la bandera nacional. Su discurso –en el cual se pinta como héroe– cayó en desuso y lejos de movilizar adhesiones, aumenta el hastío que produce la corrupción en la opinión. El costo de Serrano no solo es judicial: es sobre todo político. Porque justo en el momento de la transición que se concreta con la elección de los nuevos consejeros del Consejo de Participación Transitorio; justo en el momento en que el país se divide entre los corruptos y los otros, él queda situado entre los primeros. La conversación que reveló Baca Mancheno lo muestra militando por causas en las que, en ningún momento y en forma alguna, él reivindica un solo valor ético o democrático. O aunque sea una pizca de transparencia.
En esas circunstancias, Serrano, que ya tenía problemas de liderazgo en la Asamblea, pierde credibilidad y queda fuera del juego político. ¿Qué principio moral puede invocar ahora ante esa Asamblea cuya mayoría oficialista debe tanto al país por su desidia y complicidad con los desafueros y la corrupción durante el correísmo? Serrano ya no representa mayoría alguna en la Asamblea. Si su deseo era tumbar a Baca Mancheno, la grabación en la que lo confiesa lo deja a él sin piso. Si en su futuro se veía sentado en el sillón mayor en Carondelet, se ha quedado sin presente y con enormes explicaciones que suministrar al país. Él es el mayor perdedor de la jornada.
Baca Mancheno tampoco gana. Denunció a Pólit y a Serrano para salvarse, pero su triunfo es un adefesio. Lo muestra como propietario de información y secretos que él obtiene gracias a su cargo como Fiscal General. Información y secretos que dosifica, desde la Fiscalía, y la usa en función exclusiva de sus necesidades personales. Por supuesto Baca Mancheno –como Pólit, como Serrano– clama ser un hombre pulcro, perseguido por los malos de esta serie mafiosa. Y es verdad que su revelación, por ilegal que resulte, ayuda a mostrar en dimensión real el estado de putrefacción al cual llegó el correísmo. Pero ni le proporciona coartadas ni le da réditos. Solo alimenta este grito de desesperanza que hay en el país y que volvió a retumbar hoy en redes sociales: que se larguen todos.
Pólit también pierde: vuelve a tener la nariz en el albañal tras haber ensayado un lavado de cara con periodistas nacionales y con Fernando del Rincón de CNN. Vuelve a mostrar que tras sus gestos dramáticos y sus estudiadas poses de alma honrada y sensible, se esconde el corrupto que mejor compite con Alexis Mera en frialdad y cinismo. Tiene dos ventajas: Está fuera del país y su volumen de información le otorga margen de maniobra para hacer alianzas, o traicionar sin pestañear, con tal de seguir haciéndose pasar por inmigrante exitoso en Miami.
No hay remedio: que se vayan los tres. Y que las nuevas autoridades los investiguen.
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