Publicado el 17 febrero, 201816 febrero, 2018 por AGN
[Alberto Ordóñez Ortiz]
Nunca está dicha la última palabra. Siempre hay alguien que llega con una novedad de última hora, aunque atrasado: sea por causa del chuchaque o por no haber dormido. Razón también. En materia eleccionaria, por ejemplo, según el Patiño, el pueblo ecuatoriano perdió la suya, pues que, según su criterio, iluminado por el dengue verbal del que padece y que dicen que es terminal, el 37% obtenido por Correa con el No, era más que el 67% obtenido por el Sí, lo que en buen romance quiere decir que una valija diplomática cargada con droga, es más que tres valijas diplomáticas cargadas con lo mismo. Era de oírle en sus disquisiciones aritméticas sosteniendo que si compraba un mango con un dólar, -a propósito de precios, ahora que todo mismo está por las nubes-, tenían que darle dos dólares de vuelto. Patentar la tesis de esa aritmética, revolucionaria por donde se la mire, significaría admitir que en el país todos estamos en la gloria económica, igualito que los que se alzaron con el santo y la limosna. Señores de la Fiscalía, por favor, preocúpense de la valija diplomática. De la valija diplomática, repito. Háganme caso que ya viene el nuevo Consejo de Participación Ciudadana, y se hace necesario comprender que “Cuando veas arder las barbas de tu vecino, tienes que poner las tuyas en remojo”. Si no vean las del vecino Edisón Jarrín que anda tropezándose por el vecindario.
En la teoría del uno más uno son tres, el fondo del problema o, el problema del fondo estaría en el vuelto. Es más, si la aplicamos al revés, -tendríamos que concluir que si alguien le ha robado un millón de dólares al País, este le ha quedado debiendo dos millones. ¿Por qué?, pues por la sencilla razón de que uno más uno son tres, sino pregúntenle al Glas, al Pólit, a los hermanos Alvarado y a ese interminable listado de los que vienen por la sombrita, pero al trote y mirando a todo lado. El Ecuador tendrá que honrar las deudas contraídas por ese efecto boumerang, porque caso contrario los capitales extranjeros pasarían de largo y sin regresar a ver.
Entonces, razón habría tenido el Correa cuando dijo que la mesa estaba servida, pero ¿de qué?, pues, de varios de los que estaban a su derecha y a su izquierda y en otras instituciones donde todavía se mantienen heroicos, listos para un sacrificio que no excluye ni la muerte. Y todo, porque les animaba el [sano] propósito de no destruir la encumbrada teoría del Patiño. De situarla en el Panecillo, para hacer peregrinaciones regulares e [irregulares]. De llevarla adelante y de convivir con ella hasta que la muerte los separe, sin que importe si les aplican el suplicio del empalamiento, pues, -será porque en el Viña del Señor hay de todo- haya casos en que el empalamiento les produce el delirante éxtasis del gozo, entre los que se incluiría el varias veces mencionado. Y, al revés y al derecho. ¡Gloria! ¡Gloria! ¡Aleluya!. ¡Hasta la victoria siempre!
Al Patiño deberían darle el honoris causa a la tabla de sumar. Su suprema especialidad. No todo está perdido, le queda la escuela del milenio, aunque tenga que recibir las clases con paraguas. ¡Aleluya!. (O)
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