Alberto Ordóñez Ortiz
Por AGN -12 mayo, 20189
Las últimas decisiones adoptadas por el “Consejo Transitorio” han generado ciertas opiniones que ocupan carriles opuestos. El desencuentro sobre su desempeño es el eje de la discordia. Los constitucionalistas -así se los llama graciosamente a juristas que lo son y no-, tampoco se ponen de acuerdo. En buen romance, el impasse que sin duda es de carácter circunstancial, estaría en camino de ser prontamente superado frente al interés manifiestamente nacional. El conflicto, afecta a la democracia si se considera que la jerarquía del organismo cuestionado sumada a su excepcional potestad para prescindir de ciertos e importantes funcionarios -previa la consiguiente evaluación- está en el centro mismo de los cuestionamientos. La excepcional potestad a la que me refiero, apuntaba y apunta a “desmontar” las estructuras con que el correísmo -dicho sin vanos circunloquios- legalizó la corrupción. Al Consejo Transitorio le corresponde la delicada tarea de sentar las principales bases del nuevo Ecuador al que todos aspiramos, para que sea paradigma de las mayores virtudes cívicas, éticas y morales.
Las últimas decisiones adoptadas por el “Consejo Transitorio” han generado ciertas opiniones que ocupan carriles opuestos. El desencuentro sobre su desempeño es el eje de la discordia. Los constitucionalistas -así se los llama graciosamente a juristas que lo son y no-, tampoco se ponen de acuerdo. En buen romance, el impasse que sin duda es de carácter circunstancial, estaría en camino de ser prontamente superado frente al interés manifiestamente nacional. El conflicto, afecta a la democracia si se considera que la jerarquía del organismo cuestionado sumada a su excepcional potestad para prescindir de ciertos e importantes funcionarios -previa la consiguiente evaluación- está en el centro mismo de los cuestionamientos. La excepcional potestad a la que me refiero, apuntaba y apunta a “desmontar” las estructuras con que el correísmo -dicho sin vanos circunloquios- legalizó la corrupción. Al Consejo Transitorio le corresponde la delicada tarea de sentar las principales bases del nuevo Ecuador al que todos aspiramos, para que sea paradigma de las mayores virtudes cívicas, éticas y morales.
Para establecer su marco de desenvolvimiento, es imperativo determinar cuál es el real alcance del mandato popular que asignó funciones al Consejo Transitorio, -las contenidas en la pregunta No. 3 de la Consulta Popular-, cuyo texto, en lo fundamental dice “3.- ¿Está usted de acuerdo en enmendar la Constitución de la República para que… el Consejo que asuma transitoriamente sus funciones TENGA POTESTAD DE EVALUAR EL DESEMPEÑO DE LAS AUTORIDADES CUYA DESIGNACIÓN LE CORREPONDE, (El Contralor, Fiscal, Procurador General, entre otros) PUDIENDO, DE SER EL CASO, ANTICIPAR LA TERMINACIÓN DE SUS PERÍODOS?”. Entonces, dos son sus facultades: EVALUAR a tales autoridades y, como consecuencia de la misma, ANTICIPAR la terminación de sus períodos.
Ahora bien, en Derecho Público, que es el ámbito legal que compete al mandato en cuestión, “lo que no está permitido se entiende prohibido”, principio que para los legos en la materia significa que las únicas atribuciones de los funcionarios públicos son las que constan en la Constitución, en la Ley y, para el caso, en el mandato popular. Todo acto que exceda de esos límites será inconstitucional e ilegal. Hay que destacar que el Consejo Transitorio cuenta con el apoyo de los principales gremios del país, pero de nada le servirá si el gobierno no sólo que renueva los ministerios, sino que [barre] con los demás inescrupulosos funcionarios del correato.
Lo cierto es que mientras los ecuatorianos nos encontramos divididos por opiniones encontradas, el Presidente prepara un proyecto de ley económica que por el imponente estruendo de los desencuentros vigentes, pasaría desapercibido. ¿Coincidencia? Se asegura que los impuestos y el endeudamiento público se incrementarían considerablemente. Se hace menester reentender que los impuestos encarecen el costo de vida, y el endeudamiento -como obligados a pagarlo- reduce nuestros ingresos. Entonces, es hora de que apaguemos el estruendo para ver en que han quedado nuestros escuálidos bolsillos. ¿Será para toda una vida? (O)
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