Moreno: un año después
Rompió con Correa pero no descorreizó su gobierno. Todo lo contrario, hizo que Correa esté absolutamente presente en todo su quehacer político y social a través de sus antiguos colaboradores algunos de los cuales se han mimetizado tan hábilmente que en verdad parecerían profesar el más auténtico anticorreísmo. Ficción que Moreno se ha resistido a aceptar.
23 de mayo del 2018
POR: Rodrigo Tenorio Ambrossi
Doctor en Psicología Clínica, licenciado en filosofía y escritor.
El Consejo de Participa-ción Ciuda-dana de Tran-sición ha permitido que se eviden-cien las falacias, argucias, corrup-ciones y maldades del correato".
¿Cuál es el saldo que deja este primer año de gobierno de Moreno? A simple vista, parecería que no ha acontecido nada especialmente particular que indique que el país se ha enrumbado de distinta manera, por ejemplo, en lo económico, social y en la política internacional. Por el contrario, como si se hubiese producido una suerte de congelamiento del tiempo, como si no se hubiese avanzado de manera clara y firme hacia cambios sociales, políticos y económicos realmente significativos.
Sin embargo y pese a ello, hay aspectos que dan cuenta de un gobierno que sí fue activo. En primer lugar, la ruptura con Correa y el develamiento de algunos aspectos del ese gobierno que ya no puede esconderse tras “las mentes lúcidas los corazones” sin que aparezcan cachos y pezuñas. Sin duda que Glas es más corrupto de lo que apareció hace un año. Y con él muchos otros afanosos y geniales colaboradores de Correa. Moreno y la justicia han corrido un poquito el telón justo como para que la sociedad vea una pequeña parte de la podredumbre y se contente con ello. Una develación absolutamente parcial y demasiado selectiva. El juicio y el encarcelamiento de Glas sirvieron ante todo para marcar la ruptura política con Correa, pero no para poner sobre el tapete las implicaciones de Correa y muchos de los suyos en la corrupción. Todavía Correa sigue predicando que es más puro que un recién nacido. Y Moreno ha hecho poco para desmentirlo.
Rompió con Correa pero no descorreizó su gobierno. Todo lo contrario, hizo que Correa esté absolutamente presente en todo su quehacer político y social a través de sus antiguos colaboradores algunos de los cuales se han mimetizado tan hábilmente que en verdad parecerían profesar el más auténtico anticorreísmo. Ficción que Moreno se ha resistido a aceptar. El campo económico y el de las relaciones internaciones son un claro ejemplo. Mientras las calles de Nicaragua se llenan de sangre y de muertes, la canciller se lanza uno de los más patéticos discursos de alabanza a Ortega, un discurso de un oprobio casi nunca visto a nombre del gobierno de Moreno y, mañosamente, a nuestro nombre. Y la canciller sigue campante, y se va de un continente a otro negociando su nominación a presidir la Asamblea de la ONIU. Esa señora, correísta hasta la médula de sus huesos, no nos representa. Pero parecería que a Moreno ni le va ni le viene.
El campo de la economía nacional es siempre el más sensible. Y allí casi todo ha sido un inmenso fracaso. ¿Por qué? Los entendidos dicen que, en gran medida, por haber colocado al frente de la economía nacional a antiguos colaboradores de Correa. Es decir, por no haberse descorreizado. ¿Por dispararse al pie?
El correísmo, al cual se debió y en el que se hizo políticamente el presidente, en realidad constituye un monstruo de mil caras y, por ende, difícil de desbaratarlo cuanto más que Moreno surge de ahí no solo política sino también ideológicamente. ¿Cuál es la ideología del correísmo? La apropiación del poder absoluto, la concentración en el ejecutivo de todos los poderes del Estado: lo político, jurídico, administrativo, económico, social. La abolición de las libertades sociales, el enriquecimiento. Como lo hacen Maduro, Ortega y Morales. Y los así ideologizados están en la Asamblea, en la Justicia, en la dirección de la economía y en el Ejecutivo. Aunque la mona se vista de seda, mona queda. ¿De qué descorreización hablar, entonces?
Sin duda, la consulta popular constituyó el éxito de Moreno y la gran estocada a la testuz de Correa. Las acciones del Consejo de Participación Ciudadana de Transición han permitido que se evidencien las falacias, argucias, corrupciones y maldades del correato en los diferentes organismos del Estado. La antítesis de Midas, todo lo que ha pasado por las manos de Correa y los suyos se convirtió en podredumbre. Pero eso es aun muy poco.
El presidente Moreno pidió a todo su gabinete que dé de un paso al costado. Pero hasta hoy tan solo ha aceptado la renuncia de dos o tres. Si no se dan cambios sustanciales en su equipo, la gestión de Moreno seguirá igual a como ha sido en este primer año pues se mantendrá íntimamente ligada al correato. ¿De qué manera convencer al ejecutivo de que no se debe confiar demasiado en los conversos de última hora? Más allá de algunos que ciertamente serán de mentes lúcidas y de ética a toda prueba, estarán también aquellos que se asociaron para delinquir a través de AP y de Correa.
Entre los cambios muy dudosos habría que resaltar la reforma sustancial al manejo del tema de las drogas: se repartieron las competencias entre el ministerio de educación y el de salud. Una mala idea y una pésima estrategia que da cuenta de una suerte de desvaloración de la temática y una posición reduccionista frente a la complejidad. Parecería que al respecto el presidente fue muy mal asesorado. Como nada está escrito en piedra, ojalá se diesen nuevas reflexiones que le conduzcan a asumir una visión contemporánea de la complejidad de las drogas.
Sin embargo y pese a ello, hay aspectos que dan cuenta de un gobierno que sí fue activo. En primer lugar, la ruptura con Correa y el develamiento de algunos aspectos del ese gobierno que ya no puede esconderse tras “las mentes lúcidas los corazones” sin que aparezcan cachos y pezuñas. Sin duda que Glas es más corrupto de lo que apareció hace un año. Y con él muchos otros afanosos y geniales colaboradores de Correa. Moreno y la justicia han corrido un poquito el telón justo como para que la sociedad vea una pequeña parte de la podredumbre y se contente con ello. Una develación absolutamente parcial y demasiado selectiva. El juicio y el encarcelamiento de Glas sirvieron ante todo para marcar la ruptura política con Correa, pero no para poner sobre el tapete las implicaciones de Correa y muchos de los suyos en la corrupción. Todavía Correa sigue predicando que es más puro que un recién nacido. Y Moreno ha hecho poco para desmentirlo.
Rompió con Correa pero no descorreizó su gobierno. Todo lo contrario, hizo que Correa esté absolutamente presente en todo su quehacer político y social a través de sus antiguos colaboradores algunos de los cuales se han mimetizado tan hábilmente que en verdad parecerían profesar el más auténtico anticorreísmo. Ficción que Moreno se ha resistido a aceptar. El campo económico y el de las relaciones internaciones son un claro ejemplo. Mientras las calles de Nicaragua se llenan de sangre y de muertes, la canciller se lanza uno de los más patéticos discursos de alabanza a Ortega, un discurso de un oprobio casi nunca visto a nombre del gobierno de Moreno y, mañosamente, a nuestro nombre. Y la canciller sigue campante, y se va de un continente a otro negociando su nominación a presidir la Asamblea de la ONIU. Esa señora, correísta hasta la médula de sus huesos, no nos representa. Pero parecería que a Moreno ni le va ni le viene.
El campo de la economía nacional es siempre el más sensible. Y allí casi todo ha sido un inmenso fracaso. ¿Por qué? Los entendidos dicen que, en gran medida, por haber colocado al frente de la economía nacional a antiguos colaboradores de Correa. Es decir, por no haberse descorreizado. ¿Por dispararse al pie?
El correísmo, al cual se debió y en el que se hizo políticamente el presidente, en realidad constituye un monstruo de mil caras y, por ende, difícil de desbaratarlo cuanto más que Moreno surge de ahí no solo política sino también ideológicamente. ¿Cuál es la ideología del correísmo? La apropiación del poder absoluto, la concentración en el ejecutivo de todos los poderes del Estado: lo político, jurídico, administrativo, económico, social. La abolición de las libertades sociales, el enriquecimiento. Como lo hacen Maduro, Ortega y Morales. Y los así ideologizados están en la Asamblea, en la Justicia, en la dirección de la economía y en el Ejecutivo. Aunque la mona se vista de seda, mona queda. ¿De qué descorreización hablar, entonces?
Sin duda, la consulta popular constituyó el éxito de Moreno y la gran estocada a la testuz de Correa. Las acciones del Consejo de Participación Ciudadana de Transición han permitido que se evidencien las falacias, argucias, corrupciones y maldades del correato en los diferentes organismos del Estado. La antítesis de Midas, todo lo que ha pasado por las manos de Correa y los suyos se convirtió en podredumbre. Pero eso es aun muy poco.
El presidente Moreno pidió a todo su gabinete que dé de un paso al costado. Pero hasta hoy tan solo ha aceptado la renuncia de dos o tres. Si no se dan cambios sustanciales en su equipo, la gestión de Moreno seguirá igual a como ha sido en este primer año pues se mantendrá íntimamente ligada al correato. ¿De qué manera convencer al ejecutivo de que no se debe confiar demasiado en los conversos de última hora? Más allá de algunos que ciertamente serán de mentes lúcidas y de ética a toda prueba, estarán también aquellos que se asociaron para delinquir a través de AP y de Correa.
Entre los cambios muy dudosos habría que resaltar la reforma sustancial al manejo del tema de las drogas: se repartieron las competencias entre el ministerio de educación y el de salud. Una mala idea y una pésima estrategia que da cuenta de una suerte de desvaloración de la temática y una posición reduccionista frente a la complejidad. Parecería que al respecto el presidente fue muy mal asesorado. Como nada está escrito en piedra, ojalá se diesen nuevas reflexiones que le conduzcan a asumir una visión contemporánea de la complejidad de las drogas.
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