Moreno y el peso de la inercia populista
La posibilidad de que el caballo se desplome es real. Es decir, que sobrevenga un colapso de la economía. En otras palabras, que se caiga la dolarización. Porque el modelo populista agotó sus fuerzas y sus posibilidades. No obstante, el gobierno de Lenín Moreno sigue cautivo de la inercia del correato.
28 de mayo del 2018
POR: Juan Cuvi
Master en Desarrollo Local. Director de la Fundación Donum, Cuenca. Exdirigente de Alfaro Vive Carajo.
Así como Correa venía de una matriz conser-vadora, y optó por el autorita-rismo, Moreno viene de una matriz empre-sarial, y opta por los negocios".
Los gobiernos populistas son como un caballo desbocado: corren hasta perder todas sus fuerzas. Entonces se desploman. La energía que sostiene a esos gobiernos es el despilfarro de fondos públicos, donde la corrupción y el compadrazgo son ingredientes básicos.
Para sostener su desenfreno, el anterior gobierno echó mano de todos los recursos imaginables: el patrimonio del IESS, las reservas internacionales, el ahorro público. Una vez agotadas las arcas fiscales, se embarcó en un delirante e irresponsable plan de endeudamiento externo. Recién hoy conocemos la magnitud de la deuda. Lo que todavía no nos han revelado las autoridades son las terribles dificultades que deberá enfrentar el régimen para manejar esa deuda.
La posibilidad de que el caballo se desplome es real. Es decir, que sobrevenga un colapso de la economía. En otras palabras, que se caiga la dolarización. Porque el modelo populista agotó sus fuerzas y sus posibilidades. No obstante, el gobierno de Lenín Moreno sigue cautivo de la inercia del correato.
¿Cómo va a controlar Moreno ese caballo desbocado que le dejaron en herencia, si el palafrenero, el que lo ensilla y el que le da de comer siguen siendo nostálgicos del correato? ¿Cómo piensa bajarle las revoluciones y ponerlo al trote, si los principales apostadores de la carrera son los mismos empresarios que se beneficiaron del correato, y que hoy presionan por un ajuste que les prolongue sus ganancias?
La informalidad del populismo permite que los menos escrupulosos se beneficien. No importa su condición social, ni su orientación ideológica, ni su ética productiva. La clave es hacer negocios, lícitos o ilícitos. Ganan burócratas, grupos monopólicos, empresas transnacionales, narcotraficantes, vendedores informales, etc. Todos lo beneficiarios terminan por hacerse de la vista gorda frente a las irregularidades, el abuso de poder, a la violación de derechos humanos, a la corrupción. La clave es enriquecerse.
Ese modelo, que funcionó relativamente bien durante una década, conservó la viada para prolongarse durante el último año. Pero ya no cuenta con los mismos recursos. Y sin plata, el colapso es inminente. Eso obliga al actual gobierno a salirse urgentemente del libreto.
El problema es que se está saliendo por la puerta más peligrosa. Así como Correa venía de una matriz conservadora, y optó por el autoritarismo, Moreno viene de una matriz empresarial, y opta por los negocios. Pero en condiciones de crisis, las lógicas capitalistas generan más desigualdad. En ese sentido, la apuesta del gobierno es demasiado riesgosa, porque puede provocar una conflictividad social inmanejable.
Moreno no solamente necesita marcar distancia con el correato y su dinámica corrupta. Eso es epidérmico. Necesita apostarle a un modelo que nos saque de las lógicas populistas, que son las que están en el fondo de estos proyectos arbitrarios e incoherentes.
Para sostener su desenfreno, el anterior gobierno echó mano de todos los recursos imaginables: el patrimonio del IESS, las reservas internacionales, el ahorro público. Una vez agotadas las arcas fiscales, se embarcó en un delirante e irresponsable plan de endeudamiento externo. Recién hoy conocemos la magnitud de la deuda. Lo que todavía no nos han revelado las autoridades son las terribles dificultades que deberá enfrentar el régimen para manejar esa deuda.
La posibilidad de que el caballo se desplome es real. Es decir, que sobrevenga un colapso de la economía. En otras palabras, que se caiga la dolarización. Porque el modelo populista agotó sus fuerzas y sus posibilidades. No obstante, el gobierno de Lenín Moreno sigue cautivo de la inercia del correato.
¿Cómo va a controlar Moreno ese caballo desbocado que le dejaron en herencia, si el palafrenero, el que lo ensilla y el que le da de comer siguen siendo nostálgicos del correato? ¿Cómo piensa bajarle las revoluciones y ponerlo al trote, si los principales apostadores de la carrera son los mismos empresarios que se beneficiaron del correato, y que hoy presionan por un ajuste que les prolongue sus ganancias?
La informalidad del populismo permite que los menos escrupulosos se beneficien. No importa su condición social, ni su orientación ideológica, ni su ética productiva. La clave es hacer negocios, lícitos o ilícitos. Ganan burócratas, grupos monopólicos, empresas transnacionales, narcotraficantes, vendedores informales, etc. Todos lo beneficiarios terminan por hacerse de la vista gorda frente a las irregularidades, el abuso de poder, a la violación de derechos humanos, a la corrupción. La clave es enriquecerse.
Ese modelo, que funcionó relativamente bien durante una década, conservó la viada para prolongarse durante el último año. Pero ya no cuenta con los mismos recursos. Y sin plata, el colapso es inminente. Eso obliga al actual gobierno a salirse urgentemente del libreto.
El problema es que se está saliendo por la puerta más peligrosa. Así como Correa venía de una matriz conservadora, y optó por el autoritarismo, Moreno viene de una matriz empresarial, y opta por los negocios. Pero en condiciones de crisis, las lógicas capitalistas generan más desigualdad. En ese sentido, la apuesta del gobierno es demasiado riesgosa, porque puede provocar una conflictividad social inmanejable.
Moreno no solamente necesita marcar distancia con el correato y su dinámica corrupta. Eso es epidérmico. Necesita apostarle a un modelo que nos saque de las lógicas populistas, que son las que están en el fondo de estos proyectos arbitrarios e incoherentes.
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