Publicado en la Revista El Observador, edición 104, abril de 2018 |
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En la historia de la lucha por la igualdad, la justicia y los derechos de las mujeres, se destaca una mujer valiente y decidida la Dra. Piedad Moscoso Serrano, quien a pesar de haber nacido de una familia de la “ alta sociedad Cuencana”, sin embargo, desde muy joven tomó consciencia de la situación de desigualdad social, política y económica de las mujeres en especial de las más pobres y se dedicó a tomar las riendas de esta lucha dentro de una sociedad conservadora, patriarcal y machista. Terminado su bachillerato se matriculó en la Facultad de Medicina, algo raro en esa época, que una mujer optara por una carrera que estaba asignada a los varones, pero rompiendo los esquemas logró ser una de las primeras médicas de la Ciudad de Cuenca.
Su profesión de médico la dedicó por entero a servir a los más pobres sobre todo a las mujeres humildes, ella no veía su profesión como un medio de subsistencia peor de acumular riqueza, su afán era servir. Se distinguió siempre por su carácter rebelde y contestario, su ética inclaudicable estará siempre en primera línea de las luchas populares de Cuenca en las difíciles épocas de la segunda mitad del Siglo XX. Su ejemplo es de compromiso y de permanente activismo en la defensa de los derechos de las mujeres, en especial de las más pobres viviendo de cerca su vida y las condiciones en las que se desarrollaba e impulsándolas a organizarse, enseñándoles a conocer sus derechos y a luchar para cambiar el sistema que las relegaba de una vida digna. En el transcurso de su vida será testigo de las transformaciones políticas que comprende el surgimiento y la caída de los procesos de la izquierda revolucionaria a partir de la revolución Cubana, su presencia será clave para el surgimiento de los movimientos de mujeres en Cuenca, su activismo será permanente, la pasión de su trabajo serán las mujeres pobres las privadas de la libertad, las lavanderas, las madres solteras, las mujeres violentadas, sus compañeras y sus alumnas. Con su activismo hará posible que el tema de las mujeres esté presente en todos los espacios de discusión pública, en la academia y luego en las agendas públicas locales. La Doctora Piedad Moscoso Serrano políticamente era una mujer de izquierda pero nunca se afilio a partido político alguno, pero jamás abandonará su ideología, siempre tuvo una posición crítica frente a los discursos y las contradicciones de la izquierda y de sus representantes. Su palabra siempre estuvo acompañada de la acción en un contexto y en un tiempo donde proclamar ideas libertarias, revolucionarias era un escándalo y muchas veces le costó que varias veces la cesaran de su trabajo. La Doctora Piedad Moscoso mantuvo una fraterna amistad por muchos años con otro personaje de la izquierda ecuatoriana como es Nela Martínez Espinoza destacada intelectual y mujer de lucha quien participó en el movimiento conocido como “La Gloriosa” en 1944 y fue encargada de facto por 72 horas de la Presidencia de la República. Su profundo humanismo y su compromiso con los pobres se harán posibles con la atención médica gratuita que ofrece en su propia casa con el transcurrir del tiempo, en 1974 funda el Centro de Salud del Pueblo junto con sus compañeras Cecile Durán y Soledad Estrella. Fue palabra y acción estuvo, presente en las luchas populares, encabezando las marchas, haciendo escuchar su voz firme y combativa diáfana, sin temor ni renunciamiento a sus principios revolucionarios, muchas veces por su forma franca, directa y frontal de expresar sus opiniones fue incomprendida aún por sus compañeros. Se definía políticamente como anarquista y decía: “ Yo fui anarquista a mucha honra, pues el anarquismo es una doctrina política noble, bien intencionada, con profundas raíces filosóficas, con proyecciones sociales y económicas, para defender la libertad de organización, la libertad de pensamiento, para combatir las injusticias auspiciadas por el Estado”. La Doctora Piedad Moscoso se ha constituido en un ícono de las luchas populares de Cuenca y el país, su ejemplo de compromiso por los más pobres, su valentía, su accionar permanente en la defensa de los derechos de las mujeres han quedado como testimonio de su vida de activista sin tregua y una luz en el camino a seguir para las presentes y futuras generaciones de mujeres y hombres que continúan luchando contra la injusticia y la desigualdad y contra la aberrante corrupción que aquejan a nuestra sociedad ecuatoriana en todas las instancias gubernamentales. |
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