miércoles, 16 de mayo de 2018

Correa gastó al menos $5 millones para espiar a Assange

  en La Info  por 
Un multimillonario operativo de espionaje que inicialmente fue concebido para proteger a Julian Assange, se convirtió en poco tiempo en uno para espiarlo día y noche y le costó al Ecuador al menos 5 millones de dólares.
Este operativo, que hoy revela el diario inglés The Guardian que trabajó conjuntamente con la revista digital ecuatoriana Focus, recolectó años de información sobre quiénes visitaron a Assange en la embajada ecuatoriana en Londres. El material puede ser crucial para la investigación que se sigue en los EEUU con el fin de establecer los vínculos entre Assange y el gobierno ruso para intervenir en las elecciones de ese país. Según The Guardian, la información que fue recolectada por orden de Rafael Correa y que luego tuvo el apoyo del canciller Ricardo Patiño, podría contener los datos que le faltan al investigador especial Robert Mueller, quien analiza los posibles esfuerzos del Kremlin para perjudicar la candidatura de Hillary Clinton y beneficiar a Trump.
The Guardian cuenta, en dos notas, cómo el operativo de espionaje, llamado “Operación Hotel” nació como un esfuerzo para proteger a Assange pero muy pronto mutó en la tarea de espiarlo para saber qué hacía y con quién se reunía. Según los documentos a los que The Guardian tuvo acceso, el espionaje a Assange comenzó hace seis años cuando una empresa internacional de seguridad y espionaje contratado por la Senain instaló secretamente cámaras CCTV en la Embajada del Ecuador. Esta cámaras cubrían la entrada, la sala de reuniones y el mínimo balcón desde donde Assange se dirigía esporádicamente a sus partidarios. Los agentes contratados por la Senain filmaron a todas las personas que entraban y salían de la Embajada y, además, mantenían un ojo en la calle. Este personal trabajaba en dos turnos diarios durante las 24 horas del día. Aparentemente no grabaron las conversaciones de Assange pero pudieron verlo muy de cerca, registrando sus estados de ánimo, sus hábitos y sus costumbres para dormir.
Nada de esto fue barato para el Ecuador. Los documentos muestran cómo estos servicios que costaban 55 mil dólares en su inicio fueron subiendo paulatinamente, conforme crecía la paranoia del gobierno ecuatoriano, hasta costar más de 100 000 mensuales. En esos registros se ve también cómo los agentes dormían a 100 metros de la Embajada, en unos apartamentos llamados Basil Mantions, en Basil Street. Sin que los contribuyentes ecuatorianos supieran, dice el diario, los agentes estaban viviendo en una de las partes más lujosas de Londres donde un departamento muy pequeño de dos dormitorios cuesta 2,800 libras al mes; es decir, cerca de 3 mil dólares.
Desde un cuarto de control el equipo de agentes contratados seguía todas las actividades de Assange y controlaban quiénes entraban a la Embajada. Los documentos muestra cómo los agentes anotaban los números de los pasaportes, nacionalidades y el motivo de la visita de quienes llegaban. Estos reportes incluían “reuniones sociales”, “visitas médicas”, “legales” o de “celebridades”. Los agentes monitoreaban la hora en la que llegaban los visitantes y en las que se iban de la embajada.
Cada mes la empresa de seguridad y espionaje enviaba un reporte confidencial sobre los visitantes de Assange al presidente Correa. También hacía otros reportes especiales cuando pensaban que el tema ameritaba mayor detalle. A veces, la empresa incluía fragmentos de los videos secretos si los visitantes eran relevantes, sus perfiles y un análisis. Incluso se reportó un paquete de dulces que ingresó por el balcón, aparentemente como un regalo para Assange.
Los registros hechas por los agentes muestran que durante un solo mes, en el 2016, hubo 80 visitantes. Entre ellos estaba Sarah Harrison, miembro de Wikileaks y otros amigos de Assange como el ex embajador de Inglaterra en Uzbekistan y el filósofo croata Srecko Horvat.
En los documentos revelados se observa que las tensiones alrededor de Assange crecieron en el 2014. Se ve cómo el entonces embajador Juan Falconí Puig envió una queja a la Senain luego de que le llegó una orden de pago de impuestos de los barrios de Kensington y Chelsea, por el uso del departamento en el exclusivo Basil Mantion. Falconí Puig no tenía idea de esto, dice el diario y llamó a Patiño para preguntarle qué pasaba.
Pero Assange no iba a dejarse espiar sin reaccionar. En el otoño del 2014, los agentes reportaron que Assange había montado su propio sistema de comunicaciones secretas. Dijeron que el asilado había “violado” las computadoras de la Embajada y estaba leyendo documentos diplomáticos confidenciales. Esto obligó a la Embajada a mantener sus documentos en lugares más seguros. En otras palabras, para entonces Assange había hackeado la Embajada.
TODAS ESTAS REUNIONES ERAN MONITOREADAS. EN LA FOTO SE VE A ASSANGE JUNTO A RICARDO PATIÑO Y SU DEFENSOR EL ESPAÑOL BALTASAR GARZÓN
El jefe de la Senain, Rommy Vallejo, tuvo una reunión con Patiño para discutir la situación y los riesgos que había para el personal de la embajada.
Con el tiempo, Assange llegó a tomarse más de un tercio de la Embajada. Al principio dormía en un estrecho cuarto junto al balcón y luego fue colonizando un cuarto trasero que convirtió en su dormitorio. Además ocupó la mitad de la cocina. Así logró instalar un sistema de computadores de Wikileaks donde no había alcance de las cámaras CCTV. Ahí no entraban los diplomáticos ecuatorianos y el cuarto era accesible únicamente a través de códigos especiales, dice la publicación.
La solución de Patiño fue contratar tres agentes de espionaje más para aumentar la seguridad. Las cuentas con la empresa contratada provocó fricciones con el Ministerio de Finanzas, porque los costos aumentaron $35 mil dólares por mes. Tocaba agregarlos a los $97 mil que ya se estaba pagando, dice la publicación.
El contralor Carlos Pólit también se mostró intrigado por estos gastos, dice The Guardian. En marzo del 2013 preguntó al entonces secretario general de inteligencia, Pablo Romero, por gastos de 411 793 dólares hechos en Londres sin un solo recibo. Más de la mitad de ese monto, $224 699 se gastaban en tres agentes encubiertos: un capitán de navío, un coronel y un operador de contra inteligencia. Normalmente se les entrega $10 000 dólares mensuales a cada uno.
En noviembre del 2017 la agencia de espionaje redactó un reporte especial de 10 páginas por la visita de dos separatistas catalanes: Oriol Soler y Andreu Grinyó. Esa reunión hubiera despertado mucha crítica de Madrid si hubiera sabido, dice el informe. Assange redactó unos tuits a favor de la independencia de Cataluña ese día causando molestia y revuelo en España.
Assange usaba el baño de mujeres para sus tareas de espionaje y compró un aparato que hacía un sonido terriblemente intenso para no ser grabado. Los agentes anotaron las visitas de un ex canciller boliviano y otros invitados de perfil más alto como Pamela Anderson, Vivienne Westwoo y Yanis Varoufakis. A comienzos del 2018, la visitante más frecuente fue Stella Morris, miembro de su equipo legal.
Paralelo a las tareas de espionaje, el gobierno de Correa no tuvo empacho en invertir más dinero en campañas de imagen para Assange. Un abogado fue contratado para concebir una estrategia mediática cuando se cumplieron los dos años de asilo. En ella se incluía un rueda de prensa de Assange y Patiño en la embajada y la publicación de una columna de opinión en The Guardian. Los costos de esta campaña habrían alcanzado $180 960 dólares.
En marzo el gobierno ecuatoriano decidió cortar el internet a Assange ante las quejas del gobierno español por su posición sobre Cataluña.
The Guardian no dice si los investigadores estadounidense han pedido ya o han considerado en pedir estos registros al gobierno ecuatoriano. Lo que sí afirma es que en ese material, que tanto le costó al Ecuador, podrían estar las pistas de un escándalo que podría ser de los más grandes de la historia reciente de los EEUU.

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