domingo, 4 de febrero de 2018

Los Alvarado, expresión del arribismo

  en Columnistas/La Info/Las Ideas  por 
Reconozcamos el mérito de quienes tienen ideas en la cabeza, equivocadas, necias, absurdas, como las que tuvieron los revolucionarios izquierdistas que ingenuamente, torpemente, pusieron a Correa, su verdugo, en el altar del poder absoluto. Pero, no lo hicieron para convertir el poder en un negocio o fuente de lucro personal. Esa izquierda es culpable de no medir, por la angustia de sentirse huérfanos de poder, a la ralea de sinvergüenzas y oportunistas a la que encaramaron al gobierno junto con la estructura constitucional y legal para legalizar el atraco del poder y de los recursos fiscales. Esa izquierda es culpable de creerse superior moralmente, por creer que todo ese poder absoluto y centralizado, sin control, sin rendición de cuentas, no sería convertido en basural en el que resultó.
Correa mismo era ajeno a esa izquierda ilusoria y romántica. Y terminó usándolas como papel higiénico. Al igual que a la izquierda cadenera y tira piedras. Correa trepó pisando las cabezas de sus mentores y junto a él, llevó a su lado a una camarilla de parecidos. Cínicos, con moral laxa, interesados en sostener el poder por los réditos. En el círculo cercano al poder no aparecían figuras en las que se pudo identificar ideas o valores. En cambio sí el notorio oportunismo de lo vividores que se disfrazaron de revolucionarios. Ataviados de ropa de marcas costosas, viajantes de primera clase, pasajeros de helicópteros, practicantes de deportes de ricos. Arribados al lujo, desde los suburbios donde moraban.
Hay pocos empresarios que creen que aparte de hacer dinero, hay que promover ideas y defender las libertades. Y se produjo la conjunción entre los arribistas y los que valoran –en términos financieros– tener influentes serviciales en el poder.
La izquierda, tan extraviada en la historia, denunció a esta alianza funcional y rentista entre el empresariado mercantilista y los revolucionarios a sueldo; como la modernización del capitalismo. El gobierno correísta, en control de toda la estructura de la burocracia, creaba reglas y administraba la discrecionalidad para vender soluciones. Los Alvarado estaban allí para canalizar esa relación. Fue electoralmente rentable mostrarse anti empresarial. Y rentable económicamente negociar las excepciones con el empresariado que atinó con los contactos del amiguismo. Eso sucedió con Odebrecht a la que expulsaron con alboroto y la retornaron para llenarle de contratos. Muchos lucraron inmoralmente.
Con la publicidad del gobierno sucedió algo parecido. Allí también estaban los Alvarado. Muchas agencias de publicidad sucumbieron por el control de los dueños de la propaganda correísta de la producción, realización y comercialización a través de  sus compañías. Otras se alinearon. Recién hoy Contraloría expone, con largos años de encubrimiento, los volúmenes de recursos que salieron del fisco a las cuentas de la compañía que, ahora, Vinicio Alvarado acepta ser suya. Y también, según reporta el portal digital Milhojas, General Motors, expresión del empresariado del amiguismo funcional con el poder, reponía esa relación con jugosos contratos. Para mostrar el desparpajo y la soberbia impunidad, según se conoce, la enjundiosa facturación de los Alvarado, compañías y familia incluidas, produjo pérdidas. ¿De qué sirve tener control del SRI sino sirve para proteger a los amigos y atosigar a los contrarios?
Contraloría debe calificar que la propaganda intensa e inmensa durante el correísmo, manejada y manipulada por las mentes corruptas de los Alvarado, no es del tipo de aquella que se la puede contratar sin concursos. Libres de control y sin el pudor para sentir la obligación moral de respetar la ley, han usado durante diez años la excepción de procedimientos contractuales a la publicidad de la Presidencia, referida solamente a la que es informativa. Durante el correísmo, la propaganda fue electoral, fue política, fue dirigida a acribillar honras y reputaciones. No es informativa y no aplica la excepción.
Correa ha salido a defender a la familia Alvarado. Les ha llamado empresarios honestos. Así, para que parezca que el enriquecimiento proviene del trabajo y no del aprovechamiento de la posición en el poder. Así, para blanquear las fortunas de nuevos ricos. Y como lugar común, en coro intentar la coartada de la persecución política.
Estos personajes son emblemáticos. Los Alvarado fueron los más próximos a Correa. Montaron un Estado de propaganda de inconmensurable daño cualitativo. Perseguir sus fechorías y sentarlos frente a la justicia, en acto de justicia, es imperativo como una catarsis moralizadora. Ojalá jueces, fiscales, Contralor, procedan en consecuencia.
Diego Ordóñez  es abogado 

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