Martes
25 de noviembre de 2014 | 09:45
Papa Francisco: "No se puede tolerar que el mar Mediterráneo se
convierta en un gran cementerio de inmigrantes"
En el viaje más corto jamás hecho por un pontífice, el Santo Padre dio
un fuerte discurso ante el Parlamento Europeo e instó a sus miembros a
"afrontar juntos la cuestión migratoria"
.- En uno de los discursos más esperados de su
pontificado, en la sede del Parlamento Europeo
de Estrasburgo, el papa Francisco llamó
hoy a una Europa envejecida, "abuela" a no tener miedo y a
redescubrir su "alma" e identidad humanista y cristiana. Entre otras
cosas, instó a los 751 parlamentarios de los 28 países miembros de la Unión
Europea, que representan a más de 500 millones de habitantes, a "afrontar
juntos la cuestión migratoria" porque "no se puede tolerar que el mar
Mediterráneo se convierta en un gran cementerio".
Recibido por una ovación al llegar al hemiciclo del
Parlamento Europeo, Jorge Bergoglio, que habló en italiano, arrancó diciendo
que se dirigía como "pastor" para dar "un mensaje de esperanza y
aliento".
"Un mensaje de esperanza basado en la
confianza de que las dificultades puedan convertirse en fuertes promotoras de
unidad, para vencer todos los miedos que Europa - junto a todo el mundo - está
atravesando", explicó el Pontífice, que con su habitual estilo directo y claro
enumeró, sin eufemismos, todos los problemas que enfrenta el Viejo Continente,
que está en crisis.
"Una de las enfermedades que veo más
extendidas hoy en Europa es la soledad, propia de quien no tiene lazo alguno.
Se ve particularmente en los ancianos, a menudo abandonados a su destino, como
también en los jóvenes sin puntos de referencia y de oportunidades para el
futuro; se ve igualmente en los numerosos pobres que pueblan nuestras ciudades
y en los ojos perdidos de los inmigrantes que han venido aquí en busca de un
futuro mejor", destacó, en un discurso que duró más de media hora y que
fue varias veces interrumpido por aplausos.
Después de apuntar que esa soledad se agudizó por
una crisis económica de consecuencias dramáticas, el Papa constató que "
junto al proceso de ampliación de la Unión Europea, ha ido creciendo la
desconfianza de los ciudadanos respecto a instituciones consideradas distantes,
dedicadas a establecer reglas que se sienten lejanas de la sensibilidad de cada
pueblo, e incluso dañinas".
"Se
recibe una impresión general de una Europa abuela que ya no es fértil ni
vivaz"
"Desde muchas partes se recibe una impresión
general de cansancio y de envejecimiento, de una Europa abuela que ya no es
fértil ni vivaz. Por lo que los grandes ideales que han inspirado Europa
parecen haber perdido fuerza de atracción, en favor de los tecnicismos
burocráticos de sus instituciones", denunció. "A eso se asocian
algunos estilos de vida un tanto egoístas, caracterizados por una opulencia
insostenible y a menudo indiferente respecto al mundo circunstante, y sobre
todo a los más pobres", agregó, al reiterar que todo ello es resaltado
inevitable de la «cultura del descarte» y del «consumismo exasperado».
Francisco aseguró luego que para volver a tener
esperanza en el futuro hay que volver a abrirse a la trascendencia. "Una
Europa que no es capaz de abrirse a la dimensión trascendente de la vida es una
Europa que corre el riesgo de perder lentamente la propia alma y también aquel
«espíritu humanista» que, sin embargo, ama y defiende", aseguró. Y
reafirmó la centralidad de la persona humana, así como el
"fundamental" patrimonio del cristianismo para la formación cultural
del continente.
"Estoy convencido de que una Europa capaz de
apreciar las propias raíces religiosas, sabiendo aprovechar su riqueza y
potencialidad, puede ser también más fácilmente inmune a tantos extremismos que
se expanden en el mundo actual, también por el gran vacío en el ámbito de los
ideales, como lo vemos en el así llamado Occidente, porque es precisamente este
olvido de Dios, en lugar de su glorificación, lo que engendra la violencia,
subrayó.
No
se puede tolerar que millones de personas en el mundo mueran de hambre,
mientras toneladas de restos de alimentos se desechan cada día de nuestras
mesas
"A este respecto, no podemos olvidar aquí las numerosas
injusticias y persecuciones que sufren cotidianamente las minorías religiosas,
y particularmente cristianas, en diversas partes del mundo. Comunidades y
personas que son objeto de crueles violencias: expulsadas de sus propias casas
y patrias; vendidas como esclavas; asesinadas, decapitadas, crucificadas y
quemadas vivas, bajo el vergonzoso y cómplice silencio de tantos", agregó,
provocando otro fuerte aplauso en el hemiciclo.
Enumeró luego, como desafíos para un futuro mejor,
la importancia de mantener viva la democracia de los pueblos de Europa, la
familia "unida, fértil e indisoluble", la educación, el compromiso en
favor de la ecología. "Respetar el ambiente no significa sólo limitarse a
evitar estropearlo, sino también utilizarlo para el bien. Pienso sobre todo en
el sector agrícola, llamado a dar sustento y alimento al hombre. No se puede
tolerar que millones de personas en el mundo mueran de hambre, mientras
toneladas de restos de alimentos se desechan cada día de nuestras mesas",
aseguró, generando aplausos. "Además, el respeto por la naturaleza nos
recuerda que el hombre mismo es parte fundamental de ella. Junto a una ecología
ambiental, se necesita una ecología humana, hecha del respeto de la persona,
que hoy he querido recordar dirigiéndome a ustedes", precisó.
LA
CUESTIÓN MIGRATORIA
Luego de subrayar también la importancia de las
políticas de empleo y de volver a la dignidad del trabajo, llamó a afrontar la
cuestión migratoria. "No se puede tolerar que el mar Mediterráneo se
convierta en un gran cementerio. En las barcazas que llegan cotidianamente a
las costas europeas hay hombres y mujeres que necesitan acogida y ayuda",
clamó.
No
se puede tolerar que el mar Mediterráneo se convierta en un gran cementerio
"Europa será capaz de hacer frente a las
problemáticas asociadas a la inmigración si es capaz de proponer con claridad
su propia identidad cultural y poner en práctica legislaciones adecuadas que
sean capaces de tutelar los derechos de los ciudadanos europeos y de garantizar
al mismo tiempo la acogida a los inmigrantes; si es capaz de adoptar políticas
correctas, valientes y concretas que ayuden a los países de origen en su
desarrollo sociopolítico y a la superación de sus conflictos internos - causa
principal de este fenómeno -, en lugar de políticas de interés, que aumentan y
alimentan estos conflictos. Es necesario actuar sobre las causas y no solamente
sobre los efectos", señaló.
Así como fue recibido por aplausos, el Papa también
fue despedido por una ovación y varios minutos de aplausos de pie. Antes, tuvo
un momento muy emocionante cuando volvió a abrazarse con Elma Schmidt, la
nonagenaria alemana que le había alquilado un cuarto a Jorge Bergoglio en 1986,
cuando vivió unos meses en Alemania..
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