miércoles, 19 de noviembre de 2014

¿Cómo evitar un nuevo Bin Laden entre los yihadistas que vuelven de Siria?


Mirren Gidda
BBC News
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MAlgunos países intentan impedir que sus nacionales marchen para la guerra, otros se hacen la vista gorda, pero todos se enfrentan a un mismo problema; ¿Qué hacer con ellos cuando vuelven a casa?
Algunos analistas creen que ocurre lo mismo que durante la guerra de Afganistán en los años ochenta, cuando miles de extranjeros se unieron a los muyahidines, (guerreros islámicos) en el conflicto contra las fuerzas soviéticas.
Aquella guerra duró una década hasta que en 1980 los islamistas proclamaron victoria. Pero para muchos combatientes extranjeros, la guerra no había acabado.
El más conocido de los yihadistas que volvieron a países como Egipto o Argelia para seguir perpetrando ataques fue el saudita Osama Bin Laden, uno de los fundadores de al-Qaeda.
Pocos quieren que emerja un nuevo Bin Laden de Siria, pero no existe acuerdo sobre cómo impedirlo.

 Juicios en ausencia
En septiembre, Bélgica, el país con el mayor número de combatientes per cápita, juzgó a 46 de sus ciudadanos, algunos en ausencia, por su relación con Sharia4Belgium, un grupo que ayudaba a enviar yihadistas a Siria.
Solo ocho comparecieron en el tribunal. El resto están en Siria, vivos o muertos.
Bélgica no ha sido el único país que ha tomado ese tipo de medidas. Francia, Australia, Noruega y Reino Unido, todos ellos países con un gran número de combatientes extranjeros, también han arrestado a yihadistas que volvían del frente. Muchos de ellos habían apoyado al grupo de milicianos Estado Islámico (EI).


La policía británica informó de 218 arrestos hasta el momento este año. Alrededor de 40 ciudadanos británicos han sido acusados de terrorismo.
Según las normas vigentes, Reino Unido puede incautarse de los pasaportes de los sospechosos de yihadismo, así como detener a quienes regresen de Siria por hasta 14 días aun sin existir una imputación.
Londres prevé publicar a finales de noviembre una nueva ley antiterrorista que incluirá órdenes de exclusión especial, que impedirían la entrada de sospechosos de yihadismo durante más de dos años a menos que acepten someterse a estrictos controles.
El primer ministro australiano, Tony Abbott, cuyo gobierno ha aprobado nuevas medidas antiterroristas, ha dejado clara su posición. "Si vuelven, serán detenidos, porque el gobierno mantendrá segura a nuestra comunidad", dijo.
Pero decidir a quién arrestar es difícil. Viajar a Siria no es ilegal y es para probar que los sospechosos participaron en actos de terror hace falta información de inteligencia.


Sin embargo, se entiende que exista un deseo de arrestar. Cuando EI comenzó a recibir atención internacional, aseguró que Occidente no era su objetivo. Su meta, afirmaron sus líderes, era establecer un califato en Medio Oriente, lejos de la influencia occidental.
Ahora la situación es diferente. Los ataques aéreos de países occidentales han desatado la ira del grupo, y han decapitado a rehenes estadounidenses y británicos en lo que dijeron que eran actos de venganza.
En los videos de las decapitaciones, EI incluyó amenazas a occidente. Bravuconerías, quizás, pero en todo caso la amenaza queda en el aire.

 Diálogo
Pero no todos los países han optado por la mano dura. En la ciudad portuaria de Aarhus, en Dinamarca, los yihadistas que regresan reciben asistencia y consejos profesionales, en lugar de penas de cárcel.
La filosofía del modelo de Aarhus es simple. Muchos de quienes se marcharon eran hombres jóvenes, sin perspectivas, que no se sentían bienvenidos en la sociedad danesa. Interrogarles y arrestarles a su regreso podría radicalizarlos aún más, mientras que el diálogo serviría para lo contrario.
Las autoridades locales también han intervenido en debates con los líderes de la mezquita de Grimhojvej, que se sospecha es un centro de reclutamiento, lo que niega la mezquita.
Muchos combatientes podrían echar de menos esa indulgencia danesa, ya que cientos llegan a Siria para darse cuenta de que la brutalidad de la guerra no se asemeja al escenario idealizado de los videos de reclutamiento.
De todos modos, es difícil volver. El profesor Peter Neumann, del King´s College de Londres le dijo en septiembre al diario The Times que había sido contactado por 30 yihadistas británicos que querían regresar de Siria a Reino Unido pero temían ser arrestados a su llegada.
La familia del estudiante británico Muhammed Mehdi Hassan, al que lo mataron en Kobane en octubre, culpó al gobierno de su muerte por poner tantas trabas al regreso de combatientes británicos.
Atentado de Navidad
Los yihadistas de Arabia Saudita, sin embargo, no tienen por qué preocuparse tanto. A pesar de la dureza del país con los criminales, hace años que el gobierno puso en marcha un programa de rehabilitación para los yihadistas.
Puesto en marcha para ayudar a los presos de Guantánamo que eran repatriados, el programa Care ofrece consejo y educación a los extremistas islamistas dentro de un impresionante complejo en la capital del país, Riyad.
Care asegura que tiene una tasa de éxito del 90% pero una investigación del programa de la BBC Newsnight averiguó que dos de sus residentes escaparon a Yemen, una vez liberados, y allí fundaron al-Qaeda en la Península Arábiga. Ese grupo organizó el intento de atentado de la Navidad de 2009, cuando un pasajero de un vuelo a Detroit escondió una bomba en su ropa interior.
Pero aunque la rehabilitación demasiado "suave" puede ser problemática, lo mismo puede pasar si es demasiado duro. Existe el riesgo de que puedan actuar en contra de su propio país o intentar volver al mismo lugar del conflicto.


 Estados Unidos ha optado por un camino intermedio. En septiembre, Washington confirmó que estaba monitoreando a yihadistas estadounidenses que habían regresado pero no se han producido arrestos.
Los que regresan de Siria e Irak no encajan en un único perfil. Por cada yihadí con visiones extremistas, hay muchos otros que creen que la lucha ha acabado.
Si es usada apropiadamente, la vigilancia permite a los servicios de seguridad recabar pruebas contra quienes planean ataques terroristas.

Pero la vigilancia, como han probado en el pasado otros ataques, no es infalible. El monitoreo constante de un individuo precisa de un equipo de alrededor de 30 agentes, y en un momento en que están regresando cientos de combatientes, los servicios de seguridad deben tomar decisiones difíciles sobre a quién vigilar y a quién dejar en paz.

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