Francisco Febres Cordero
Domingo,
23 de noviembre, 2014
Supercalifra
Entera no
cabe en el título. Por eso me vi en la necesidad de partirla por la mitad, como
hacen los muchachos cuando tuitean. La palabra es enorme:
supercalifragilísticoespialidoso.
La
pronunció en una canción Julie Andrews cuando, hace exactamente 50 años,
interpretó a Mary Poppins y, aunque se nos pegó a quienes ahora estamos viejos,
no significaba nada. Nada.
La palabra
me ha acompañado fielmente durante medio siglo cuando quiero nombrar algo
indescifrable, inentendible.
En el
cincuentenario de su aparición, quiero compartirla con el excelentísimo señor
presidente de la República quien, tan dado al canto, podría entonarla cada vez
que afloran sus contradicciones o cuando, con su verbo ruidoso, estentóreo,
apabullante, busca explicar lo inexplicable.
¿No es,
por ejemplo, supercalifragilísticoespialidoso que cada vez que grupos
ciudadanos se manifiestan en las calles, el excelentísimo señor presidente de
la República diga que con esa acción lo único que se busca es crear conmoción
social para alentar la caída de la revolución ciudadana? ¿No hay allí un
desconocimiento de la realidad, una ceguera? Si él tiene tantos medios de
comunicación a su servicio, bombardea cotidianamente con cadenas nacionales los
mensajes que quiere difundir y, además, dispone de sus largas sabatinas, ¿por
qué se opone con tanto fervor, con tanta tenacidad, con tanta obcecación a que
la gente se organice y hable? ¿Por qué debe ser la voz del excelentísimo señor presidente
de la República y la de quienes nos gobiernan las únicas que se escuchen? ¿Por
qué?
¿Y por qué
si los partidarios de la revolución ciudadana, que engrosan sus filas con miles
de empleados públicos, pueden acudir al llamado de una concentración, con
pasajes y sándwiches incluidos, quienes no participan de las políticas
oficiales y deciden alzar su voz a través de un acto público son
estigmatizados, calificados de tirapiedras, mentirosos o asalariados?
¿No está
en ese y en muchas otras acciones contenida la palabra
supercalifragilísticoespialidoso? Que la cante, que la cante el excelentísimo
señor presidente de la República. Que la cante para explicarnos lo de Yasuní.
Que la cante a dúo con Ivonne Bakki, que la cante.
Que cante
supercalifragilísticoespialidoso para explicarnos por qué si antes se opuso a
la reelección ahora la desea tan ansiosa como indefinidamente. Que entone esa
palabra larguísima que es la única que puede contener sus tantas y cada vez más
asiduas contradicciones, esas que solo pueden caber dentro de su pirotecnia
verbal indescifrable.
Que,
invocando soberanía idiomática, se apropie de ese término (la imagen de Mary
Poppins no se verá afectada porque, curiosamente, poseía cualidades similares a
las de él: tenía poderes mágicos y podía distorsionar la realidad a su
albedrío).
Si el
excelentísimo señor presidente de la República se regodea de almorzar en su
palacio con artistas de fama mundial, que extienda a Julie Andrews una
invitación y también cante con ella, para que así todos escuchemos esa palabra
cuyo significado nadie conoce pero que es la que mejor define su revolución de
mentirijillas, contradicciones, represión y absurdos, una revolución
auténticamente supercalifragilísticoespialidosa.
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