CARTA
ABIERTA A LA ASAMBLEÍSTA MARÍA AUGUSTA CALLE
Quito, 15 de octubre de 2014
Señora María
Augusta Calle Andrade
Asambleísta
Nacional
Virtualmente presente.-
Asambleísta:
Empezaré esta carta ratificando
que la envío sin la más mínima esperanza de que su contenido remueva su
consciencia social al punto de lograr que cambie la esencia de sus argumentos y
votaciones en el pleno de la Asamblea Nacional. Mi desesperanza radica en el
hecho de que habiendo sido usted una persona torturada física y moralmente,
junto a su entonces pequeña hija; hoy por hoy la política pública que persigue
articular desde su curul no refleja en absoluto la huella de vida que, en todo
ser humano sensible, algo así de atroz marca para siempre.
Por el contrario, tengo mucha
esperanza en que la gente inteligente y sensible del Ecuador, especialmente las
mujeres luchadoras, sigamos alzando nuestra voz y dejando la piel en la calle,
de generación en generación, si es necesario; para interpelar con criterio
independiente y empoderamiento la violencia estructural que se teje en el país,
desde lo público y lo privado. Violencia que por una parte usted apoya con sus
votos a favor de todo lo que implica atropellos a los derechos de las mujeres y
de la naturaleza; y por otra sostiene sorda, ciega y grandilocuente.
Grandilocuente,
si. No ha tenido usted el menor pudor en insultar, de la peor manera posible, a
todas las mujeres ecuatorianas al afirmar, el 5 de octubre del año en curso, en
el programa televisivo “En la polémica” (Conducido por el Periodista Andrés
Carrión) la siguiente aberración: “La posición de las compañeras (Las
Asambleístas de Alianza País, respeto a la despenalización del aborto en caso
de violación), a la que yo adherí absolutamente y públicamente, antes y después
del debate; no tuvo el más mínimo respaldo de las organizaciones de mujeres
¿Dónde estuvieron las mujeres movilizadas, dónde estuvieron? Estuvieron cien
mujeres movilizadas”.
Si
no fuese porque durante diesisiete años de mi vida fui actriz, le llego a creer
su tono de voz melodramático, sus ojos abiertos como dos platos, sus manos
crispadas; componiendo la más barata comedia que una mujer de la “Revolución
Ciudadana” haya montado, en siete años de gobierno (Ni siquiera Soledad
Buendía, quien es bastante patética, ha hecho un papelón de semejante calibre).
En dicho programa fue usted quien
sacó a colación el episodio de tortura vivido junto a su familia. Lo explico
con el ánimo de que quienes leen esta carta no sientan que utilizo ese hecho de
manera morbosa para explicar mis ideas. No espero que lo crea, sin embargo
siento y sentiré infinita compasión y misericordia por el hecho de que haya
sido torturada; y como madre, más todavía que su hija haya sido vejada también.
Dicho
esto, procedo a responder la pregunta desfiante y grosera que nos formula a las
mujeres del país:
1. El tamaño de su perspectiva de género es
directamente proporcionalmente a la curul que ocupa, es decir, diminuto; no así
a la dimensión de su salario, sus viáticos y sus beneficios. Esto hace que su
radio de visión le permita divisar tan solo a cien mujeres movilizadas para
exigir la despenalización del aborto en caso de violación en el Código Integral
Penal. Tan acomodada está en su asiento que apenas si puede ver lo que sucede
en las barras del pleno de la Asamblea Nacional. Insisto en lo de apenas pues
recuerdo perfectamente que sus ojos jamás se posaron en quienes literalmente
nos desgarramos las vestiduras desde lo alto para clamar justicia.
2. En octubre 2013, durante varias semanas, en
diferentes ciudades del país, los movimientos de mujeres articularon diversas
agendas alrededor del tema; muchas de ellas incluso llegaron desde provincias
hasta la Asamblea Nacional. En este sentido el tono minimizador y peyorativo
que usa cuando dice “cien mujeres” se comprende perfectamente desde su
asidero de militante de Alianza País, movimiento politiquero que mal acostumbra
a re-llenar las convocatorias de apoyo a la “Revolución Ciudadana” utilizando
los recursos públicos en sobornos de alimento, bebida, vestuario y dinero en
efectivo. Las mujeres que estuvimos presentes portamos el alimento del corazón,
la bebida del alma. No portamos dinero porque creemos firmemente que todos
nuestros malestares sociales radican en la feminización de la pobreza producida
por el patriarcado y el capitalismo.
3. En efecto, no llevaron vestuario en el torso
algunas de las valientes compañeras que pusieron el pecho, como un gesto de
política del cuerpo expuesto, que evidencia la materia prima sobre la que los
derechos humanos, día a día en el Ecuador, retroceden y atropellan la vida de
sus dueñas. En el lado opuesto, al momento de llegar hasta las últimas
consecuencias en la derogación de la ley de penalización del aborto en el COIP;
no solamente que Asambleístas como Virgilio Hernández reconocieron que les invadió el pánico
ancentral, sino que en menos de veinticuatro horas, su colega Paola
Pabón, pasó de aguerrida a vilmente chatajeada, silenciada y
sancionada. Y si, lo digo con todas mis letras porque en el programa televisivo
en mención la Señora Pabón no muestra el menor síntoma de dignidad frente a
este episodio que sigue significando muerte para miles de niñas y mujeres del
país.
4. Nuevamente desde su visión precaria y
patriarcalmente fragmentaria usted pretende desviar la atención hacia uno solo
de nuestros derechos violentados. Quienes sentimos la vida únciamente de manera
integral no admitimos división alguna; en virtud de lo cual es preciso también
responderle que cientos de mujeres amazónicas caminaron desde Pastaza a Quito,
durante cuatro días, con el objetivo de entablar un diálogo propositivo y
evolucionado con el Presidente de la República; quien desde luego con todo el
capitalismo y la misoginia que le atraviesa jamás las recibió. Al cuarto día de
resistencia, usted y sus colegas les abrieron la puerta lateral de la Asamblea
Nacional, las recibieron diez minutos, las trataron con todo el colonialismo
del caso y cerraron el tinglado con la farsa mediática de que sus puertas están
siempre abiertas para todo aquel que quiera cambiar el mundo.
5. Estas mujeres, como millones habemos en el
Ecuador, desde su infinita sabiduría, intuyeron que desde la bancada de PAIS se
pretendía utilizar delincuencialmente a Alicia Cahuilla, a
quien ingenuamente pretendieron manipular en su favor político. El tiro les
salió por la culata. Desde su proceder racista, misógino y colonial pensaron
que por vivir en la selva, ser mujer y no “ilustrada” Alicia les obedecería. Su
heroico proceder de deconstruir su plan perverso contesta a su pregunta: “¿Dónde
estaban las mujeres?”. Alicia
esta subida en el podio de la Asamblea Nacional, con la frente en alto como toda
persona con solvencia moral. La bancada de su partido, las Presidentas de la
Asamblea y la Ministra de Ambiente estaban ocultas bajo la fusta que su patrón
les blande cuando les da una orden.
6. No menos ultrajante de su parte hacia las
mujeres, resulta su pregunta, cuando sabe de sobra que vivimos todos los días
bajo el manto de la criminalización de la protesta social. Pregúntenos dónde
estamos las mujeres cuando en el Ecuador haya libertad de expresión en todo el
amplio sentido de la palabra. Mientras tanto la respuesta ha sido, es y será:
Estamos en la cárcel acusadas de terrorismo. Estamos lastimadas por balas de goma,
por gas pimienta, por toletes, por perros policías; violencia que hemos
recibido de una mujer policía, blindada como un robot, y quien porta un escudo
que dice: “Soy policia y también madre”.
Estamos esquivando las balas que los militares y los policia disparan al aire
mientras se roban las firmas que cientos de miles de mujeres recogimos en todo
el país para defender esa Pachamama llamada Yasuni ITT. Estamos
abortando ante el shock que nos significa ser echadas como basura de nuestras
viviendas en Monte Sinaí. Estamos muriendo por aborto clandestino porque no
tenemos, como usted, el dinero necesario para salir del país o para acudir a
una consulta privada. Estamos haciendo de padre y madre porque a los esposos de
muchas los encarcelaron por defender las minas de Intag. Estamos llorando
sangre y arrodilladas, pidiendo perdón al Presidente, ante el estupor humano de
ver a nuestros hijos adolescentes, estudiantes, luchadores en la cárcel.
Estamos rechazando el letrero de Coca-Cola, en Machachi, que nos ofrece
“felicidad” cuando lo único que traerá a nuestras vidas es la agudización de la
feminización de la pobreza.
Estamos siendo un ejemplo de
resistencia para el mundo entero; por ser amazónicas nos tratan como salvajes y
pobres cuando somos mujeres pensantes, con poder de decisión y somos ricas
porque todo lo que necesitamos está en la tierra, en el aire, en el agua, en el
fuego. Estamos siendo asesinadas por femicidio contra el cual, más allá de lo
punitivo, ustedes, mujeres de la Asamblea Nacional, han hecho absolutamente
nada. Estamos como niñas siendo abusadas en nuestra imagen en las campañas
publicitarias de Alianza País y en sus actos públicos porque ustedes se suenan
la nariz con el Código de la Niñez y la Adolescencia. Estamos siendo muertas
por crímenes de odio, por la violencia sistemática que se infringe a diario
sobre nuestras vidas de mujeres transgénero; no existimos civilmente, nuestro
género no está en nuestra cédula. Estamos, teniendo diez años de edad, siendo
madres por efecto de una violación; y teniendo quince, pariendo nuestro segundo
hijo. Estamos padeciendo toda la violencia obstétrica y ginecológica posible.
Estamos siendo obligadas a tener una cesárea cuando somos perfectamente capaces
de parir a nuestros hijos. Estamos privadas de libertad por efecto de la
criminalización de la pobreza, confinadas a un desierto y alejadas de nuestros
hijos. Estamos en tantos lugares de discriminación, desigualdad, injusticia y
violencia que ni el papel ni la vida me alcanzaría para nombrarlos a todos.
7. Mientras todo esto sucedía, sucede y sucederá
mientras la “Revolución Ciudadana” esté vigente; le voy a contestar donde
estaban, están y estarán las mujeres de Alianza País, socialistas del siglo
XXI, “feministas” de “infinito amor” y “corazones ardientes”: Estaban
divertidas y risueñas en el programa “En Corto” diciendo que Rafael Correa es
“mandarina”; mientras tanto el “Mandarina” estaba en la sabatina dudando de que
la equidad de género mejore la democracia, elogiando sus minifaldas y pidiendo
que se les suba el sueldo para que confeccionen prendas que tapen algo más sus
piernas. También en la sabatina estaba vociferando improperios como “Gordita
horrorosa”, “Mujer nefasta”, “Medio
hombre, medio mujer”, “Mercenaria”, “Momias
cocteleras”, “Bestias salvajes”, “Ecologistas
infantiles”; entre otros. Usted, Asambleísta Calle y sus
colegas estaban ante esto nuevamente sordas, ciegas y mudas; y lo que es peor
estaban gritando a los cuatro vientos, cuando conmemoraron los siente años de
gobierno, que la “Revolución Ciudadana” es “feminista”, predicamento por el que
deberían juzgarlas en la Corte de La Haya. En
similar actitud sumisa estuvieron cuando Alexis Mera se refirió a las mujeres luchadoras,
en oficio al Presidente, como “Las mal culiadas de siempre”.
Con toda seguridad su despiste se debe a que algunas deben ocupar su tiempo
laboral en escuchar consejos de Ivonne Baki sobre cómo utilizar el dinero público
en cirugías plásticas; mientras que otras festejan el tuit de Rossana
Alvarado sobre
sus conversaciones con su peluquera y otras más deben aplaudir a Gabriela
Ribadeneira mientras
manda a comer mierda a los ricos; tan ocupadas están que, por ejemplo, la
Asambleísta Gina Godoy se negó a recibir en su despacho a
grupos de mujeres para tratar el tema de la despenalización del aborto. De todo
esto son capaces, mientras sin una gota de sangre en la cara se aprestan a
subirse en plataformas para festejar el Día de la Mujer, el Día de la Niña, el
Día de la Madre; o para ser cómplices de mujeres gobernantes, criminales como
Dilma Russeff y Cristina Fernández.
Estos son
los lugares patriarcales, capitalistas, sexistas, machistas, misóginos,
racistas, coloniales, neoliberales, excluyentes y anticonstitucionales donde
han estado, están y estarán las mujeres de Alianza País mientras nosotros les
paguemos el sueldo. Por lo tanto, Asambleísta María Augusta Calle,
quedando clarísimo el lugar que habitamos unas y otras mujeres ecuatorianas, le
exijo como ciudadana con derechos, para quien usted trabaja, que nos pida
disculpas públicas a todas. Seguro no lo hará jamás y le voy a decir porqué.
Porque su predicamento, esgrimido en el mismo programa de televisión: “Este
gobierno ha hecho por la libertad lo que no ha hecho cualquier otro gobierno,
porque ha dado posibilidades de hablar”; está tan vaciado de sentido como de
corazón.
maría
belén moncayo
MALCRIADA TOTAL PRODUCCIONES
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