Personas sin hijos pagarán más impuestos para pagar cosas inútiles como la Senplades
¿Cuántos hijos vamos a tener amor? Hagamos el cálculo del pago del impuesto a la renta para ver qué nos conviene y así planificamos, corazón.
Este diálogo, tan imaginario como absurdo y ridículo solo puede brotar como una broma en el seno del debate que se ha disparado en las últimas horas luego del anuncio del gobierno de Lenín Moreno de una reforma legal para que, en el futuro, quienes más hijos tengan paguen más impuestos. La idea apunta a que mientras menos personas tenga a su cargo el contribuyente, menor será el monto que se podrá reducir para el cálculo del impuesto a la renta y, por lo tanto, mayor será el pago de este tributo, según reseña El Comercio. Es decir que quien tenga tres o más cargas familiares podrá deducir 14 667 dólares en gastos, mientras que la persona que no tiene cargas solo podrá deducir de un techo de 7 903 dólares.
La iniciativa tiene algunos problemas. Para comenzar, la idea es discriminatoria porque castiga a quienes no quisieron tener hijos o tener apenas uno, ya sea porque así lo decidieron por la razón que fuera o porque no son fértiles, son del mismo sexo y no quieren adoptar o porque simplemente pensaron que traer hijos al mundo no es parte de su cosmovisión. Todos tienen derecho a hacer esa elección y a no ser castigados por ello.
La propuesta de Moreno también tiene problemas desde la lógica de la planificación centralizada, tan ponderada por revolución ciudadana y todos sus acólitos estatistas. Este problema tiene que ver con que la propuesta evidentemente no responde a una necesidad de fomentar la tasa de crecimiento demográfico del país, porque ese no es un problema que por ahora agobie al Ecuador como ocurre en algunos países europeos donde se ha hecho necesario estimular el crecimiento de la población. ¿Hay una una tasa de crecimiento demográfico en el Ecuador tan baja que justifique una medida para castigar las familias pequeñas? De lo que se sabe ese no es el caso. O al menos la Secretaria Nacional de Planificación y Desarrollo, Senplades, organismo que los contribuyentes ecuatorianos financian para disque planificar el desarrollo del país, no ha hecho público ningún documento que hable de la necesidad de disminuir el crecimiento poblacional.
El único exceso demográfico existente parece estar en las instituciones del Estado que tienen inmensas nóminas que hay que pagar con muy buenos sueldos para lo cual es necesario una mayor recaudación tributaria. Para muestra un botón: la Senplades que tiene 741 empleados cuando al inicio del Gobierno de Correa no tenía ni 100. Se trata de una institución que, a pesar de lo costosa (su presupuesto anual supera los 27 millones de dólares) y lo ampuloso de su nombre, ha sido un monumental fracaso a juzgar por el resultado de las obras más emblemáticas de la Revolución Ciudadana. ¿No es acaso la inversión de más de mil millones de dólares en el aplanamiento de un inmenso terreno donde se suponía que iba a ir una refinería señal de que la planificación centralizada fracasó? ¿Y la gigantesca inversión en la refinería de Esmeraldas que en su mayor parte se fue en sobre precios y corruptela no es también una demostración de que no hubo planificación? ¿Y la construcción y puesta en escena del fiasco de Yachay no es acaso muestra de que la planificación no sirvió para un carajo que no sea para llenar las faltriqueras de quienes recibieron jugosos sueldos y firmaron excelentes contratos? Ejemplos como esos que muestran que la existencia de la Senplades como organismo rector de la planificación no sirvió de nada hay muchos más. Por ejemplo, la construcción de los aeropuertos que costaron millones pero que no sirvieron de nada como el de Tena, Santa Rosa o Latacunga. Asimismo los muelles para pesca artesanal que en muchos puertos están abandonados o muchos museos que se montaron en lugares estrambóticos y que ahora están sin nadie que se ocupe de ellos.
La cantidad de dinero que se desperdició en elefantes blancos durante los 10 años de la Revolución Ciudadana es una excelente muestra de que la planificación llevada de la mano de la Senplades no sirvió de mucho. Sin embargo, los 700 y pico de funcionarios siguen ahí y hay que procurarles un ingreso.
Si uno se fija en la nómina de la Senplades se podrán encontrar gastos absurdos por las que hay pagar más impuestos para que se mantengan. Por ejemplo, se puede ver que hay más de 50 choferes lo que implica que, además, debe haber una cantidad importante de vehículos que a su vez generan gastos de mantenimiento. ¿Tanto chofer es necesario para planificar? También se se observa en esa nómina que hay cerca de 21 personas que trabajan en la Dirección de Comunicación Social. ¿Necesita el país de un departamento de comunicación con 21 personas para comunicar lo que hace la fracasada Senplades? Cualquier medio de comunicación digital con la ambición de hacer periodismo de investigación ya se soñaría con tener los recursos para mantener una nómina así de grande y costosa.
Si se examina los documentos de rendición de cuentas de la Senplades, también se puede observar que el costo de la operación de esa institución no se compadece con lo que hace para el país. Por ejemplo, en la rendición de cuentas del 2016 se dice que la Senplades logró articular un sistema para reducir la inversión pública y que el resultado fue disminuirla en un 34% con relación al 2015. Y que se logró identificar las razones por las que las obras contratadas por el Gobierno terminaban costando siempre el 30% más del precio fijado en los contratos. ¿No era más sencillo y barato que cada Ministerio haga su plan de disminución de inversión en obra pública y así el país se ahorraba el chorro de plata que significa financiar a la Senplades? ¿No es obvio que los sobreprecios del 30% en las obras es por corrupción y que para eso lo que se necesitaba es organismos de control independientes y eficaces? Leer la rendición de cuentas de la Senplades del 2016 puede ser un excelente ejercicio para despertar la indignación de cómo en la lógica del burócrata se necesita más gasto público para disque disminuir el gasto público.
La idea de que las personas paguen más impuestos mientras menos hijos tienen es sin duda una desesperada gestión para exprimir más dinero a la sociedad para mantener los gastos operacionales del gobierno. El tuitero Dr. Le Pantox no pudo haber descrito mejor la perversa ecuación mediante la cual el gobierno castiga a quienes tienen más hijos mientras cobija a cientos de miles burócratas pagados con el producto de los tributos que esas personas están obligados a entregar al Estado. “Me libré, porque mantento al menos 300 000 mil hijos de puta en el gobierno”, puso al comentar la nota de Diario Expreso sobre el proyecto del gobierno.
Introducir una variable que tiene que ver con la decisión de los ecuatorianos de cuantos hijos quiere tener para poder conseguir algo más dinero y así sostener los niveles de gasto público en sueldos, porque como se ha visto en la proforma no ha habido ni el más mínimo esfuerzo por reducir esos gastos, parece ser una apuesta tóxica para el desarrollo del país. Si el Gobierno no puede deshacerse de estructuras burocráticas inservibles como la Senplades por un tema político que se explica en la necesidad de llegar sin mayores polémicas a la consulta, tampoco es justo que se solucione ese problema distorcionando y afectando las libertades de las personas para elegir cuántos hijos quiere tener.
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