Moreno convoca la consulta y se anota un poroto
Lenín Moreno tomó el único camino que le quedaba: interpretar el silencio de la Corte Constitucional según la letra y el espíritu del artículo 105 de la Ley Orgánica de Garantías Jurisdiccionales y Control Constitucional y entender que emitió dictamen favorable.
El Presidente recupera así la iniciativa política tras semanas de espera en las cuales perdió tiempo y acumuló reveses. Se expuso a enviar un pésimo proyecto, mal llamado de Reactivación Económica, cocinado por el equipo correísta que lideraba Patricio Rivera. Se expuso a que el ala correísta que, con Pabel Muñoz preside la Comisión de Régimen Económico y Tributario de la Asamblea, transformara ese proyecto en más de un 60% y que en él licuaran acuerdos claves para Moreno. Por ejemplo el que concluyó con la banca privada sobre el manejo del dinero electrónico. Ese proyecto lo desgastó y propició que la agenda económica ganara protagonismo en la opinión, relegando en buena medida la consulta popular congelada en la Corte Constitucional.
Nada hizo la Corte Constitucional por menguar la ola de sospechas que pesa sobre ella. Entregó el pedido de consulta, para su calificación, a una jueza conocida por su relación estrecha y personal con el ex presidente. Prolongó en forma absurda los tiempos. No dio señales de vida hasta que el propio Moreno pidió públicamente que apurara el paso. Finalmente, anunció que el jueves 23 la jueza Tatiana Ordeñana entregó su proyecto de dictamen y que el pleno debía revisarlo, discutirlo y votar.
No se sabe si en este ejercicio de arrastrar los pies la Corte expresaba su propio bloqueo: atenazada entre las lealtades de sus miembros al correísmo y la nueva situación política que le resulta imposible obviar. Lo cierto es que esos jueces nada han dicho sobre la decisión, absolutamente legal, tomada por Lenín Moreno que, en los hechos, les retira una papa hirviendo de las manos.
La consulta no solo es la noticia del día: es la fórmula más sensata para desenredar el ovillo que genera una institucionalidad armada por Correa a su favor y a su servicio. El futuro inmediato del país depende de la decisión de los electores sobre la continuidad o no de ese personaje autoritario decidido a usar esa institucionalidad para tratar de eternizarse en el poder. Una intervención desventurada de la Corte Constitucional, como la que trataron de imponer los correístas, para evitar consultar a los ciudadanos, hubiera podido generar muy malas horas para la tranquilidad del país.
La consulta es ahora un hecho que incidirá en las otras partidas que juega Lenín Moreno. Los correístas saben que su líder será presumiblemente inhabilitado en las urnas y, sin él, sus posibilidades de armar una constituyente para revertir ese resultado son prácticamente nulas. El envío de los decretos al CNE para que organice la consulta forzará a organismo a alinearse con la realidad. En esa línea luce difícil que el CNE envíe un delegado a la Convención Nacional citada por Correa y los suyos para el 3 de diciembre en Esmeraldas. Y sin la presencia del CNE, ese convención quedaría reducida a un encuentro de amigos. Con consulta y sin convención, el viaje de Rafael Correa puede tornar en fracaso total. En todo caso, el radio de acción de los correístas en la Asamblea se reduce como cuero mojado puesto a secar bajo el sol…
Moreno marcó hoy un golazo. Su decisión le permite retomar la iniciativa política, cristalizar una estrategia, poner plazos a sus urgencias políticas y ganar algo de tiempo en el terreno económico en el cual no tiene ni plan ni equipo. Correa ya acusó recibo de la jugada imparable de Moreno. La calificó de golpe de Estado y amenazó con impugnarla ante el CNE y ante el Tribunal Contencioso Electoral; dos de los organismos que su gobierno controló. Este traspié se suma a su pésima actuación durante la entrevista con Fernando del Rincón, anoche 28 de noviembre en CNN. En los hechos, el ex presidente debe estar contando las horas que le quedan para volver a su ático.
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