domingo, 19 de noviembre de 2017

La vajilla de la mesa servida




Hernán Pérez Loose
El jefe de la mafia, mentiroso contumaz como él es, se ufanó antes de irse de que le había dejado a su sucesor la economía en tan buen estado que podía considerársela como una mesa bien servida. El presidente Moreno con acierto señaló que eso era falso. Que le había dejado un país económicamente quebrado. Es más, Moreno no descartó –algo que el país sabe que es así– que lo hizo a propósito, lo hizo para que su gobierno fracase, para que la economía le explote como una bomba de tiempo; lo que le permitiría al mafioso regresar y presentarse como el salvador milagroso.
Pero la mesa que recibió el presidente Moreno no fue obra solo del jefe de la mafia. Esa mesa fue ideada ciertamente por él, pero en su implementación participaron la cofradía de sus asesores, ministros del sector económico y altos funcionarios que se suponía que dirigían las entidades rectoras de la economía. Todos ellos compartían y comparten con el exdictador una misma visión ideológica sobre la economía; visión gracias a la cual nos encontramos hoy económicamente quebrados, a la zaga de las naciones de la región en términos de crecimiento, con una pobreza igual a la de hace diez años, atrasados en competitividad y con una tasa real (no disfrazada) de desempleo impresionante.
Cierto es que el nuevo gobierno no podía de la noche a la mañana echar por la borda la mesa que heredó y reemplazarla por una nueva. Pero al menos sí podía haber cambiado los cubiertos de esa desdichada mesa, así como el menú a servirse. Pero no ha sido así. No solo que ha conservado la mesa que le dejó el dictador en herencia, sino que también ha conservado su vajilla, es decir, sus asesores con sus recetas.
Esta paradoja se la puede constatar en el proyecto de ley urgente enviado a la Asamblea. El proyecto no solo que no cambia el rumbo por el que iba la economía, sino que profundiza más aún el modelo que le llevó al propio presidente Moreno a denunciar como falso aquello de la mesa servida. De aprobarse el proyecto ya no habrá ni mesa donde sentarse, ya sea mal o bien servida.
No solo que se crean más impuestos, con lo que se aleja la anunciada reactivación económica. Lo más grave es que se acelera la desdolarización de la economía con la introducción forzosa –no optativa– del dinero electrónico como mecanismo de pago. Además de violar derechos constitucionales (libre contratación, propiedad privada), esta medida aumentará exponencialmente la ya poca confianza que tienen los ecuatorianos e inversores extranjeros sobre el futuro económico del país luego de la década saqueada. Lo que necesitamos son más dólares a base de inversión y exportaciones, con lo que vendrá más empleo; pero no sustituir los dólares con nubes electrónicas. De hacerlo, se cumpliría la sospecha del presidente de que lo que le dejaron al país fue una bomba de tiempo, solo que pudiendo desactivarla no lo hizo. (O)

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