Publicado el 2017/08/06 por AGN
DIARIO EL MERCURIO
Han pasado por la historia buenos y malos monarcas, entre los segundos se encuentran los absolutistas, que se caracterizan por la prepotencia al concentrar la totalidad del poder en sus personas condenando de manera grotesca a quienes osan disentir de su pensamiento, estilo y forma de entender el poder y la realidad. Se trata de una deformación de la personalidad que no sólo funciona en este tipo de gobierno, sino en las democracias. Lo acaba de demostrar una vez más el anterior presidente al agredir verbalmente, de manera grotesca, a su sucesor elegido de la misma tienda política y que se caracteriza por su capacidad para dialogar, simplemente escuchando, sin interperancias, a quienes están en la oposición.
Se trata de algo básico en una democracia: informar sobre las cifras reales de la deuda pública cuyos montos no tienen parangón en la historia y, como consecuencia lógica, dar a conocer que el país vive una crisis que requiere ajustes de diversa índole. Los números no mienten, lo “traicionero” radica en que esas enormes deudas se contrajeron en la larga administración anterior para hacer del despilfarro una política habitual. “La lealtad” habría consistido en seguir ocultándolas y decir que los datos reales eran maniobras de la oposición inepta, corrupta y enemiga del Ecuador, ocultando los hechos mediante insultos vulgares rayados en la patanería. Creer que continuar ocultando la verdad es fidelidad, es una concepción extraña de los valores.
La democracia se fundamenta en la igualdad de todos ante la ley, lo que da lugar al término ciudadano que tiene pleno derecho expresar libremente sus ideas. En las monarquías el término para referirse a los habitantes es súbdito que se caracteriza por una sumisión al rey cuya palabra es infalible ya que su pensamiento está por encima de los hechos reales. Una de las asambleístas del movimiento político creado por el ex presidente manifestó que la sumisión era la virtud mayor. Creemos que hay un valor fundamental en la condición humana: la dignidad. En el corto tiempo que ejerce el poder el primer mandatario está demostrando tenerla, aunque reciba andanadas de insultos de su antecesor.
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