El sueño sapara: cambiar la explotación petrolera por la cura del cáncer
El 25 de julio pasado, uno de los cinco ancianos que dominaba la lengua sapara falleció. Era Cesario Santi, un incansable viajero por la selva profunda de su pueblo. Su historia revive de nuevo una preocupación: la extinción de esta nacionalidad que se siente amenazada por la explotación petrolera. Para evitar esta actividad, a cambio ofrecen la cura contra el cáncer y otras enfermedades con su medicina ancestral.
31 de julio del 2017
REDACCIÓN PLAN V
Cesario Santi falleció a la edad de 100 años, según las estimaciones de su familia.
Cuenta la historia sapara que, en el origen, el mundo era espiritual. Estaba confirmado por espíritus poderosos y débiles. Uno de ellos fue Piatsaw, que creó el mundo según sus pensamientos. Hizo el agua, el sol, el día, la noche, las plantas, el fuego, los seres humanos. Toda su obra estuvo en permanente conexión con los espíritus que lo guiaban. Él mismo tomó forma física y se convirtió en el primer hombre sapara.
Este relato consta en el libro “La cultura sapara en peligro: ¿Otro sueño es posible?”. Y es una de las historias que Cesario Santi supo contar a sus descendientes hasta el pasado 25 de julio de 2017 cuando su voz se apagó. Falleció a la edad de 100 años, según estimaciones de su familia, y con él se llevó un pedazo de uno de los patrimonios intangibles de la humanidad: la lengua sapara. Él era uno de los cinco ancianos que dominaba esta lengua. Hoy solo quedan Mukutsawa y Anamaria Santi; y Alberto y Malaco Ushigua. Tienen entre 70 y 95 años, según Manari Ushigua, presidente de la Nación Sapara del Ecuador.
Cesario Santi, de la comunidad Jandiayaku, dominaba el mundo ancestral y medicinal de su pueblo. Manari Ushigua, su sobrino, recuerda que él hablaba de los abundantes territorios de esta nacionalidad. El libro “La cultura sapara en peligro”, del que Ushigua es uno de los autores junto a Terra Mater y siete expertos y activistas más, establece que el pueblo sapara se movilizó tanto en Ecuador como en Perú por un territorio de más de 12,6 millones de hectáreas. De estas, 4,6 millones estaban en Ecuador. A finales del siglo XVII y XIX, la ‘fiebre del caucho’ atrajo a nuevos colonos a su territorio, así como enfermedades y esclavitud. Esto hizo que se redujera drásticamente su población que fue estimada en 20.000 en aquel entonces.
“No estamos rechazando el desarrollo del país. Pero la Amazonía ya no da más para seguir explotando los recursos. Hace 70 años ya entraron a buscar petróleo en nuestro territorio y encontraron pozos secos. Ahora dicen que más adentro habrá petróleo”, Manari Ushigua, presidente de la Nación Sapara del Ecuador.
Como señala el texto, el pueblo sapara se lo creyó extinto por décadas. Hoy su comunidad llega a los 575 saparas y han logrado sobrevivir por su profundo conocimiento de la naturaleza. Están ubicados en el centro de la provincia de Pastaza, entre los ríos Conambo y Pintoyacu. Su extensión está calculada en 360.861 hectáreas (entre terrenos legalizados y no), es decir solo el 7,5% de sus tierras ancestrales en Ecuador.
Ushigua llegó a Quito un día después de la muerte de su tío, Cesario. Viajó para reunirse con autoridades de la Unesco y de la Cancillería. Allí expuso su preocupación por la sobrevivencia de su pueblo ante la explotación petrolera. Sobre sus territorios se encuentran los bloque petroleros 79 y 83, que afectarían el 74% de su territorio, dijo Ushigua. Específicamente cuestiona el contrato con la empresa china Andes Petroleum. Fue firmado el 25 de enero de 2016 para la exploración y explotación de esos bloques con una inversión inicial de 72 millones de dólares por la firma china.
Manari Ushigua dice que el ingreso de la empresa ha dividido a las comunidades indígenas que allí habitan. Asegura que mientras los saparas no quieren la explotación petrolera, los quichuas y achuar la han aceptado. El conflicto incluso a dejado 2 muertos, según el líder sapara. “Nosotros estamos peleando entre nosotros. El Estado dice que es un problema interno. Pero no reconoce que ellos firmaron el contrato. Ellos iniciaron este problema. Nos vamos a terminar entre nosotros”.
Todo el alimento de los sapara viene de la selva. Generan alimentos en sus propias huerta. La selva les da carne, fruta y medicina. El agua les da pescado. Ushigua dice que si la selva muere no podrán irse a otros territorios porque ya están ocupados. “Vamos a perder toda nuestra vida”.
“Esta defensa es por nuestros niños y nietos. Ellos son los que van a sufrir, porque nosotros estamos disfrutando del aire limpio, pero si dejamos que lo contaminan nuestros nietos nos odiarán. No queremos dejar esa historia”, Manari Ushigua, presidente de la Nación Sapara del Ecuador.
El sueño sapara
A los sapara se los conoce como el pueblo de los sueños por su profunda conexión con la naturaleza. Por eso la actividad petrolera es un riego, asegura Ushigua, para su permanencia. La nueva generación de los sapara se niega a dejar de existir. Incluso van en contra de las predicciones que cuentan sus ancianos como Cesario. En sus historias, Piatsaw, el primer hombre sapara, ya había dicho que su cultura desaparecerá con la llegada de otras culturas más fuertes. Se refería a la llegada de los españoles. Luego llegaron los quichuas y los achuar a su territorio. Este mensaje, los mayores no quieren olvidar, explica Ushigua. “Pero en 1999 hicimos una organización para cambiar esta historia”, narra el líder sapara.
Hoy su peligro es “la presión del mundo moderno”. “Entregaron bloques petroleros en nuestro territorio, aunque ha sido declarado patrimonio de la humanidad. Vivimos conectamos a través de nuestros sueños con todos los seres de la naturaleza, con las plantas, el agua, los animales, con la madera, el agua, el cobre, el oro”.
La lengua zápara fue declarada como Patrimonio Oral Inmaterial de la Humanidad por UNESCO en 2010. El patrimonio oral y las manifestaciones culturales del pueblo saparo se encuentran inscritos en la lista representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la UNESCO desde el año 2008.
De la selva viene todo su conocimiento para curar enfermedades modernas. Y ese conocimiento es patrimonio de la humanidad y el Estado lo está poniendo en riesgo con la explotación petrolera, insiste Ushigua. “Cuando entra una empresa lleva muchas enfermedades como la hepatitis A, hepatitis B, gastritis, cáncer, el alcoholismo”. Ven como ejemplo de esto a una comunidad vecina que está usando químicos para cazar y pescar. “Ellos están muriendo”.
Ese conocimiento vive sobre todo en los ancianos. Para los sapara, perder un anciano es perder una fuerza. Para ellos los mayores son las guías y el tronco de la familia. Cuando mueren es una pérdida del conocimiento y de la lengua. Su presencia les da fuerza y vida. Ushigua en su visita a Quito dijo que tras la muerte de su tío anciano, Cesario, tenía molestias para caminar.
Cesario era un viajero incansable por la selva profunda y padre de 8 hijos. Pero casi ninguno domina la lengua sapara en su totalidad, aunque su vocabulario es fluido. Cesario además sabía mezclar exactactamente las plantas que necesitaba para curar enfermedades como el cáncer. Su hijo Arturo Santi heredó estas destrezas.
Justamente el proyecto Naku parte de estas tradiciones. Es una propuesta del pueblo sapara para evitar la explotación de su territorio. Ushigua dice que en su comunidad han curado enfermos terminales de cáncer, hepatitis y diabetes. Al año, según sus cifras, llegan entre 110 y 120 pacientes que han encontrado una solución permanente a sus padecimientos. La mayoría son extranjeros. Naku es una asociación sapara dedicada a la cura de enfermedades. Su contactos están en el sitio www.naku.com.ec/web/.
“Con este proyecto pagarían hasta la deuda que tienen ahora”, dice Ushigua. El líder sapara dice que están abiertos a compartir este conocimiento para evitar la explotación petrolera. “Sin afectar a la tierra ni a los espíritus de la plantas”. Están conscientes que el Ecuador tiene un deuda por pagar. “Pero por esa crisis nos quieren matar a nosotros”. Ahora están en búsqueda de una reunión con el presidente Lenín Moreno. “El crédito que hizo el Estado, el Estado sabrá cómo paga, pero que no nos maten a nosotros”, insistió.
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