Aurelio Maldonado Aguilar
Por AGN -10 mayo, 201820
La vida del hombre ya no vale nada ¿Cuándo fue el momento en el cual se valora más un celular que un pálpito, una respiración, un sentimiento? ¿En qué momento el hombre se vuelve un chacal despiadado listo a tomar un arma y terminar con un semejante de la forma más fría e inhumana y sin la más mínima conmoción y compasión? El vídeo filtrado del asesinato de un taxista inerme que atado por el cinturón de seguridad que le mantiene indefenso y sin posibilidad de huir abriendo la puerta de su vehículo y es acuchillado aleve e insistentemente por un criminal sin alma que pretende robarle un celular y los pocos dólares recaudados en el día de trajín y trabajo honesto y termina matándolo, demuestra que el hombre ante la implacable necesidad de la droga pierde la razón y se convierte en un monstruo ansioso y sádico que a dentelladas busca satisfacer con avidez lo que la de privación le causa.
La vida del hombre ya no vale nada ¿Cuándo fue el momento en el cual se valora más un celular que un pálpito, una respiración, un sentimiento? ¿En qué momento el hombre se vuelve un chacal despiadado listo a tomar un arma y terminar con un semejante de la forma más fría e inhumana y sin la más mínima conmoción y compasión? El vídeo filtrado del asesinato de un taxista inerme que atado por el cinturón de seguridad que le mantiene indefenso y sin posibilidad de huir abriendo la puerta de su vehículo y es acuchillado aleve e insistentemente por un criminal sin alma que pretende robarle un celular y los pocos dólares recaudados en el día de trajín y trabajo honesto y termina matándolo, demuestra que el hombre ante la implacable necesidad de la droga pierde la razón y se convierte en un monstruo ansioso y sádico que a dentelladas busca satisfacer con avidez lo que la de privación le causa.
Parece que este vil momento pretende mostrarnos que la sociedad y nuestro país mismo, no brinda al prójimo ninguna seguridad en la vida diaria, pues igual puede ser asesinado un hombre, una mujer o un niño cuyas vidas valen nada ante la delincuencia enseñoreada y triste que vivimos. Solo pasemos nuestros ojos por la prensa reciente y tendremos casos de crímenes de una madre y su hijo que una vez asesinados son destazados y desmembrados. La justicia es blanda para estos casos. Sin embargo si pudiéramos ser nosotros los jurados ¿qué decidiríamos? ¿Cuál podría ser la pena impuesta razonada y justa por nosotros la sociedad victimizada? La pena de muerte parecería que sólo es un momento fugaz y rápido de angustia para el reo, que al fin no tendría el escarnio que quisiéramos fuere impuesto y tal vez la pena de prisión de por vida cumpliría mejor la intención de infringir un castigo, pero eso significa que con nuestros esfuerzos e impuestos, brindaríamos por muchos años, alimento y trato digno a una alimaña como esta y seguro habrá un abogado, pues esa es su profesión, que podrá esgrimir a favor del asesino demencia temporal por la droga y disminuir la pena y lograr su libertad en poco tiempo.
Todo lleva a pensar en un solo horizonte que es la descomposición social con la dupla infalible de droga y crimen, droga que se encuentra en nuestro medio como cualquier producto al alcance del que quiera consumirla y traficarla y que, como somos reconocidos como un país caleta donde fácilmente se la encuentra, es distribuida la substancia incluso en colegios y grupos humanos vulnerables, formando el sustrato ideal para el florecimiento de estas alimañas que, convertido su cerebro en pitanza de alucinaciones espantosas por la droga, obran con el filo criminal de un cuchillo o de un disparo que pretenden sea el que les regale una dosis más para su exorcismo espantoso o que allane el negocio. Todo se aclara con declaraciones frecuentes de la Policía y el descubrimiento de una ruta muy bien trazada de la droga que empieza en Mataje, Colombia y luego a través de puentes fabricados para su movilidad y por los ríos y la frontera permisiva del Ecuador, zarpa de nuestras costas rumbo a México para terminar en el consumo americano, produciendo pingües ganancias, sin importar que la humanidad sufra con estos espantosos momentos de barbarie criminal y mientras el fatídico producto transita por conocidos caminos y con el contubernio de entes controladores y gobiernos narco comprometidos, dejan su reguero de putrefacción y crímenes nefandos destruyendo jóvenes y creando imperios tenaces del hampa organizada. Es nuestra verdad descarnada y triste sin avizorar cercana solución, sino más bien, un negro nubarrón nos envuelve a todos, lastimosamente. (O)
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