Venezuela: Espinosa no puede ser más indigna
Lenín Moreno ha dejado escapar la oportunidad que la historia le puso en sus manos para liberar al Ecuador de la vergonzosa mancha que significa el apoyo incondicional que su predecesor ofreció a la sangrienta tiranía que gobierna Venezuela.
Primero estuvo el cobarde y calculado voto de abstención en la reunión de la OEA en Cancún, que impidió que la moción de condena de los países más grandes del continente sea aprobado. Una abstención que le permitió, gracias a los guarismos, a un grupo de países minúsculos y que le deben favores a la dictadura venezolana, imponer el indigno estatu quo que la región ha mantenido de cara al caso venezolano.
Cancún no es todo. Ahora es su canciller María Fernanda Espinosa quien le ha añadido una dosis extra de indecencia a la política exterior ecuatoriana y a la imagen del país con su posición sobre Venezuela. Lo hizo cuando salió a decir a la prensa que lo que más le había impresionado del caso venezolano había sido la violencia de la oposición. “Estamos realmente impresionados de los niveles de violencia que ha utilizado la oposición en Venezuela. Lamentamos muchísimo que el pueblo venezolano no pueda vivir en paz porque tiene ese derecho” , dijo Espinosa en lo que fue un giro con el que el capítulo de Cancún quedó coronado de infamia y desvergüenza.
Si había un tema en el que el Moreno tenía la posibilidad de desmarcarse del guión correísta era precisamente el de la oprobiosa política sobre Venezuela. La tesis según la cual es la violencia de la oposición el núcleo del problema venezolano solo se atreven a sostenerla los sectores del madurismo más ramplón. Se trata de una tesis que puede exponerse en el escenario camorrero y gangsteril de la descomposición en la que se halla la estrutura social y política de Venezuela, pero que en la boca de una Ministra de Relaciones Exteriores resulta insultante y grosera.
Parecería que la canciller Espinosa únicamente conoce la versión que el militarismo cavernario del madurismo ha articulado sobre la crisis en Venezuela y que es incapaz de procesar toda la información que sale de la sociedad venezolana y de los organismos más serios de derechos humanos. Afirmar que lo que más impresiona del caso venezolano es la violencia opositora es desconocer los miles de ataques de grupos civiles armados partidarios del gobierno contra manifestaciones masivas de oposición al gobierno, que han dejado más de 80 muertos y cientos de heridos. Human Right Watch ha documentado con dolorosa precisión cómo los organismos de seguridad han empleado la fuerza matonil y avalado ataques de grupos civiles armados aliados del gobierno. Basta tener una pizca de sensibilidad (¿No se supone que Espinosa es poeta y que su lirismo es conocido entre sus amigos?) para condolerse hasta lo más profundo con las imágenes que circulan en medios y redes sociales, donde se ve a militares disparar directamente al cuerpo de jóvenes manifestantes desarmados o lanzar bombas lacrimógenas indiscriminadamente desde helicópteros, lo cual es prohibido por las convenciones internacionales. Curioso que a Espinosa no le llame la atención todo eso. Es indignante ver que es inmune ante el cinismo y la indolencia brutal de los funcionarios venezolanos que, como en el caso de Maduro, no dudan en aparecer en televisión bailando y cantando cuando aún están calientes los cuerpos de los chicos que han caído muertos en la calle. A Espinosa lo que más le impacta es la violencia de la oposición.
Moreno tuvo la oportunidad de distanciarse condenando, aunque sea bastante tarde para el caso ecuatoriano, una política de Estado que seguramente en el futuro será procesada en tribunales internacionales como responsable de crímenes de lesa humanidad y hasta quizá de genocidio. El Ecuador, y esa será responsabilidad del presidente Lenín Moreno, inevitablemente estará en los registros de la historia y de la opinión pública mundial del lado de los abusadores y sanguinarios.
¿Qué puede explicar esta necedad del Estado ecuatoriano frente a Venezuela? Es posible que para el aparato correísta, aún manejando los hilos del poder, se le haga muy difícil romper con el troglodita esquema mental estalinista y guevarista que tienen muchos de sus cuadros. Es posible también que en el interior del gobierno se haya pensando que no se puede dar la espalda a ciertos sectores del correísmo que siguen creyendo en la utopía bolivariana a pesar de las evidentes señales de la destrucción de un país. También se podría pensar que existen favores pasados que no se pueden olvidar y que es necesario honrar. ¿Financiamiento de alguna campaña quizá?
Pero independientemente de las razones por las que el actual gobierno ha decidido seguir con el guión correísta en el tema de Venezuela, lo cierto es que para los registros históricos quedará la evidencia de que Lenín Moreno no quiso abordar el tema desde el humanismo y la dignidad. Porque Espinosa es cercana suya y es puesta por él. Y es él quien decide la política exterior y responde por ella. Muchos ecuatorianos verán, sin duda con impotencia e indignación, que la historia de su país ha sido manchada con la posición que sus gobernantes han tenido frente a una dictadura mafiosa y untada de narcotráfico que derrama sangre en Venezuela para seguir en el poder. Moreno tuvo una oportunidad que difícilmente se va a repetir. Y la desperdició.
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