lunes, 16 de enero de 2017

Sabatina 508: Indiana Jones contra los chicos malos

  en La Info  por 
La corrupción de los otros. Así debería titularse la sabatina número 508 que el presidente ofició desde el cantón Rumiñahui. Se acababa de bajar del avión que lo trajo desde Nueva York, donde desplegó una titánica agenda que lo afianzó como uno de los grandes líderes mundiales del momento, y apenas se dio tiempo para desayunar. Porque “así es la vida del presidente, como Indiana Jones”.
Ocurre que el presidente encontró la clave del esquema de corrupción que sacude al Ecuador: se llama Charly Pareja y es, dice, el “jefe de toda esta red”. Charly Pareja, hombre histórico de Febres Cordero, recibió transferencias de dinero sucio de Carlos Bravo y está prófugo. Ya lo tenían en Lima pero el gobierno lo dejó escapar con sospechosa negligencia, según ha revelado la diplomacia peruana. Se entiende por qué: a este señor nadie lo quiere donde pueda hablar. Sin embargo, el presidente está feliz de haber dado con él porque resulta extremadamente provechoso a la hora de imaginar conspiraciones. Basta dibujar su careto en una cartulina y luego tender flechitas hacia los caretos de sus contactos reales o ficticios, tal y como hizo la Secom en el video en que explica el caso.
El resultado es algo peor que un esquema de corrupción: es el mapa de lo que el presidente llama “la contrarrevolución”. Y es delirante. Ahí, juntos en el mismo saco, están Odebrecht y los Isaías, Mauro Terán y Andrés Páez, Jacobo San Miguel (a quien alude pero no nombra) y Fundamedios, Fernando Villavicencio y Galo Lara… Todos son parte de una misma operación, todos están unidos por flechitas más o menos directas al careto de Charly Pareja. Ahora resulta que Mauro Terán tiene que ver con el escándalo de la Refinería, Fundamedios es cómplice de la crisis bancaria, Fernando Villavicencio se las trae con Odebrecht… Porque según el presidente todo es lo mismo.
Si Rafael Correa consigue establecer tan curiosas conexiones es gracias a la abrumadora imprecisión con que habla de estos temas delicados. Le basta, por ejemplo, con el hecho de que “el principal implicado en el caso Refinería”, Charly Pareja, sea “el principal abogado de Odebrecht”, para concluir que ambos casos son uno solo. El caso Refinería, dijo, ahora es el caso Odebrecht. El uno trata de cómo se repartieron 30 millones en sobornos; el otro, de cómo se gastaron 2.200 millones en construcción de infraestructura bajo la responsabilidad de su vicepresidente. No importa, desde hoy son un solo caso. Charly Pareja lo prueba.
Así que arrancaron las investigaciones y no tardaron en dar con el primer culpable: Mauro Terán. El presidente habla del asesor informal de Mauricio Rodas con la certeza de que los 6 millones no declarados que encontraron en sus cuentas provienen de coimas repartidas por Odebrecht. Ya lo dijo el sábado anterior pero en esta ocasión se explaya. Expone sus cuentas, pone en ridículo al alcalde que viajó a Washington “a quejarse con los patrones”, deplora el silencio de los medios de comunicación que él llama mercantilistas… Y vuelve a poner sobre el tapete al otro gran implicado, al que prefiere no nombrar porque es candidato a asambleísta (por CREO, había dicho) y no puede ser imputado hasta después de elecciones. A estas horas ya nadie duda de que se trata de Jacobo Sanmiguel, el único candidato de Tungurahua del que se tenga noticia que acompañó al alcalde en un viaje a Brasil. Según el presidente ha manejado “como 30 millones”. Qué casualidad: la misma suma que repartió Odebrecht en el país según el informe del Departamento de Justicia de Estados Unidos. “Ya están detectados los movimientos –dice Correa–, multimillonarios”. Y cuando habla produce la incómoda sensación de que maneja datos privilegiados, información que la Fiscalía niega al común de los mortales pero aparece en la sabatina como si tal cosa; y la aún más incómoda sensación de que está dando instrucciones. Porque todos los movimientos financieros son “coincidentes con la negociación del metro de Quito con Odebrecht”. Y claro, él no cree en coincidencias, está clarísimo lo que la justicia debe hacer.
Habla Correa sin parar y en la avalancha de datos e interpretaciones que despacha alegremente el espectador se extravía y pierde con facilidad el hilo de su razonamiento. Pero ¿no había dicho, antes de empezar a repartir culpas entre los amigos de Mauricio Rodas, que se disponía a hablar del caso Refinería Esmeraldas? Sí, eso dijo. Y apenas nombró a Charly Pareja saltó hacia Mauro Terán con la soltura de huesos de un atleta olímpico. Y ahí no termina su performance. Lo que sigue es deporte de alto riesgo.
Porque resulta que Pareja no sólo es “el principal abogado de Odebrecht” sino también “el principal abogado de los Isaías”. Bingo. Desde la crisis bancaria para acá todo cabe en el mismo saco.
“Esta es la parte más importante de la sabatina”, anuncia Correa. “Para que vean lo que hemos tenido que enfrentar”. Charly Pareja no sólo es el jefe del esquema de corrupción sino la cabeza visible de la contrarrevolución: “¡Lo que se ha descubierto en los mails en las audiencias!”. Correos electrónicos que el presidente no explica bien si sobrevivieron milagrosamente a la destrucción de la computadora de Pareja, consumada por él mismo antes de darse a la fuga, o si “estaban almacenados en otra parte”, como dejó caer mientras buscaba con la mirada la aprobación de alguien fuera de cámara. ¿Cuál será esa otra parte? ¿Los archivos de la Senain?
Pareja: implicado en el caso Refinería. Abogado de Odebrecht. Abogado de los Isaías. ¿Para qué seguir investigando? Aquí es donde entra el video de la Secom con sus caretos y sus flechitas, pruebas irrefutables de la gran conspiración cuyos hilos se manejan desde Miami. Flechita a Fundamedios: ustedes se encargan de la campaña mediática. Flechita a Fernando Villavicencio: usted se encarga de escribir sobre la corrupción en el gobierno. Flechita a Emilio Palacio y Galo Lara: ustedes se encargan de victimizarse. Todo para “atacar al presidente y tratar de desestabilizarlo”. “Una verdadera contrarrevolución con plata de Isaías y sus corifeos en Ecuador” ¡Hay que ver lo que ha tenido que enfrentar el presidente! ¡Que dos galarifos se victimicen es intolerable! Eso tumba a cualquier gobierno.
Correa encontró la mejor forma de culpar a los mensajeros. No importa que las “campañas mediáticas” de Fundamedios sobre los atropellos contra la libertad de expresión perpetrados por el gobierno estén fundadas en hechos ciertos. No importa que las investigaciones de Fernando Villavicencio sobre la corrupción correísta estén tan bien documentadas que no han podido ser desmentidas hasta la fecha por ninguno de los funcionarios implicados en ellas. Basta con lanzar la acusación, sin más pruebas que una flechita entre dos caretos, de recibir de que sus autores son financiados por los Isaías para desvanecerlo todo. Y decir Isaías quiere decir crisis bancaria, quiere decir Charly Pareja, o sea Odebrecht, Refinería Esmeraldas, Mauro Terán, Jacobo Sanmiguel… Y no hay que seguir tirando de esa cuerda porque seguro aparecen Darth Vader y Saruman. La maldad en estado puro.
Lo de Correa no es una cortina de humo: es una avalancha de escombros en la que cabe todo lo que pueda encontrar en el desván de sus malquerencias y que descarga sobre el caso Refinería Esmeraldas con la esperanza de tapar sus propias responsabilidades políticas y las de su candidato vicepresidente.
La corrupción de los otros llena de orgullosa alegría al presidente y le insufla el pecho de una ciega cólera en partes iguales. Ya no hace falta seguir buscando donde todos han buscado y esculcado hasta con lupa y que ha sido investigado, fiscalizado, auditado y supervigilado hasta en sus mínimos detalles: su propio gobierno. Ahí no hay nada y nada han encontrado. Porque “somos gente de manos limpias” y “el problema de la corrupción no es el control, el problema de la corrupción es el corazón del ser humano, la falta de principios, la falta de valores”. Busquen más bien al otro lado de la Plaza Grande porque de éste sólo hallarán corazones ardientes por la patria”. Los malos son los demás.

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