sábado, 20 de agosto de 2016

Cuenca está casi abandonada

PEDRO MALDONADO 


Siempre es grato volver a Cuenca. Recorrer a pie su centro histórico, caminar por los parques lineales y por el barranco del río Tomebamba, visitar el valle de Yunguilla o Gualaceo son algunas de las opciones que tenemos quienes llegamos a la capital azuaya por turismo, trabajo u otros motivos. Pero la sensación de agrado cambia cuando uno se encuentra con las vías de acceso en mal estado. Como ejemplo menciono la autopista Cuenca-Azogues, cuyas obras de ampliación empezaron hace cerca de dos años y continúan inconclusas. A esta vía se suma la Cuenca-Girón Pasaje, que conecta Azuay con El Oro y que presenta, como siempre, tramos intransitables y peligrosos para los conductores, con casi nula señalización e insuficiente iluminación. El centro histórico de la ciudad, con sus habitantes y negocios incluidos, también la pasa mal, con las obras por el tranvía que demoran más de lo ofrecido por las autoridades. Hoy se habla de que la obra estará entre marzo y julio del 2017, cuando las planes iniciales indicaban que el sistema de transporte estaría operando en estos meses. A lo anterior se suma un nuevo problema: el cierre temporal de las operaciones aéreas del aeropuerto Mariscal La Mar, que dejó de operar desde ayer durante un mes, en principio. La pista del aeropuertos será sometida a un proceso de recapeo y los vuelos estarán suspendidos. Así está Cuenca, Patrimonio Cultural de la Humanidad y polo de desarrollo del sur del país con un comercio y una industria acostumbradas a los desafíos. Quienes nacimos en esa ciudad sabemos que los retos para los sectores productivos han sido constantes y que la atención de las autoridades no siempre ha llegado a tiempo. Ahora, con vías de acceso en mal estado, un centro histórico desmejorado y sin aeropuerto, la capital azuaya atraviesa un estado de casi abandono. Aún así no pierde su encanto y quienes la visitan reconocen que llegan a una ciudad distinta

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