VIENA — La Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) decidió en una reunión este jueves que no hará cambios en sus niveles de producción de petróleo debido al reciente aumento de los precios y las señales de que el exceso de oferta mundial podría estar disminuyendo.
Sin embargo, parece que los mercados entendieron la noticia como una señal de que la OPEP, organización que agrupa a 13 naciones productoras de petróleo, es incapaz de coordinar sus políticas.
El precio del crudo West Texas Intermediate, un punto de referencia mundial, se redujo más de 1,6 por ciento por lo que se ubica en 48,23 dólares por barril. Recientemente, se había cotizado por encima de los 50 dólares.
El organismo eligió a Mohammed Barkindo, un funcionario petrolero de Nigeria, como su nuevo secretario general. Barkindo remplaza a Abdalla el Badri de Libia, que durante mucho tiempo ejerció esas funciones en calidad de interino.
“Elegimos un nuevo secretario general, eso es muy bueno”, comentó con sarcasmo Eulogio del Pino, el ministro de Petróleo y Minería de Venezuela. Este país ha sido uno de los miembros de la OPEP que más ha luchado por congelar o disminuir los niveles de producción para subir los precios.
Pero los analistas han dicho que fijar un techo de producción sería un recurso limitado para regular la oferta de la OPEP y fijar los precios del mercado, puesto que muchos de los mayores productores, entre ellos Arabia Saudita, ya bombean muy cerca de su capacidad máxima. Y a menos que los países se asignen cuotas de producción, los miembros tendrían pocos incentivos para alterar su número de barriles.
“Sin un sistema de cuotas no hay manera de evaluar la contribución de cada país al total”, dijo Bill Farren-Price, directivo de Petroleum Policy Intelligence, una firma de investigación de mercado con sede en Winchester, Inglaterra. El experto asevera que sin ese sistema la adopción de otras medidas “carece de sentido”.
La aparente indecisión de la OPEP hace que Arabia Saudita, líder de facto del grupo, trate de restaurar su antigua disciplina de mercado. Con Khalid al Falih, su nuevo ministro de Petróleo, los sauditas se presentaron en la reunión para tratar de mejorar sus relaciones con los demás miembros.
Falih llegó a Viena el lunes, mucho antes de que empezaran los preparativos de la reunión de la OPEP, y se reunió con funcionarios de otros países como Del Pino de Venezuela.
Parece que el ministro saudita ha tratado de calmar los temores de los miembros por los recientes comentarios del príncipe de la corona de Arabia Saudita, Mohamed bin Salmán, que dijo que su reino podría aumentar fácilmente la producción lo que incrementaría el exceso de crudo.
Para la audiencia global el objetivo de Falih es recuperar algo de la credibilidad de la OPEP. El grupo lució desordenado en la reunión de abril pasado en Doha, Catar, cuando no pudieron llegar a un acuerdo para congelar la producción con los principales productores fuera de la organización, entre ellos Rusia.
Ali al Naimi, el anterior ministro saudita, había apoyado esa estrategia. Pero sus jefes de Riad le impidieron seguir adelante porque Irán —miembro de la OPEP y rival geopolítico de los sauditas— se había negado a participar.
Es por esto que, a veces, pareciera que los sauditas se contradicen en sus objetivos. No lucen cómodos en su papel de “banco central” de los mercados petroleros como un organismo que equilibra la oferta y la demanda.
Pero la reciente subida de los precios del petróleo se ha visto afectada por su negativa a imponer una disciplina de mercado, esa actitud desplomó los precios del crudo por debajo de los 30 dólares por barril, en enero.
“Los sauditas están preparándose para un mundo donde los precios sufren grandes cambios”, dijo Robert McNally, exasesor de energía de la Casa Blanca y presidente de Rapidan Group, una firma de investigación de mercado con sede en Maryland. “Sin embargo, ellos quieren conservar algo de la estabilidad proporcionada por la OPEP”.
McNally dijo que esos dos objetivos eran “totalmente contradictorios” y que los ciclos de auge y caída suceden “cuando no hay un equilibrio de los mercados”.
Desde fines de 2014, los sauditas han adoptado —para consternación de otros miembros de la OPEP— una estrategia de dejar que los precios fluctúen según el mercado. Arabia Saudita tiene costos de producción bajos por lo que apuesta a que la caída de los precios del crudo afectaría a sus rivales con mayores costos, lo que incluye a los productores de petróleo de esquisto de Estados Unidos.
En un sentido esa estrategia ha funcionado. Las compañías petroleras han reducido o pospuesto inversiones de miles de millones de dólares en nuevos proyectos de petróleo y gas, y la producción estadounidense de petróleo de esquisto ha empezado a declinar.
“Ha tomado más tiempo y ha llegado a un precio inferior de lo que pensaban, pero está funcionando” dijo Jason Bordoff, exasesor de la Casa Blanca y director del Center on Global Energy Policy en la Universidad de Columbia.
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